Basado en Jeremías 17:1-13 (Versión Reina Valera 1960)
El pecado de Judá escrito está con cincel de hierro y con punta de diamante; esculpido está en la tabla de su corazón, y en los cuernos de sus altares, mientras sus hijos se acuerdan de sus altares y de sus imágenes de Asera, que están junto a los árboles frondosos y en los collados altos, sobre las montañas y sobre el campo. Todos tus tesoros entregaré al pillaje por el pecado de tus lugares altos en todo tu territorio. Y perderás la heredad que yo te di, y te haré servir a tus enemigos en tierra que no conociste; porque fuego habéis encendido en mi furor, que para siempre arderá. Así ha dicho Jehová: Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová. Será como la retama en el desierto, y no verá cuando viene el bien, sino que morará en los sequedales en el desierto, en tierra despoblada y deshabitada. Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová. Porque será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto. Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras. Como la perdiz que cubre lo que no puso, es el que injustamente amontona riquezas; en la mitad de sus días las dejará, y en su postrimería será insensato. Trono de gloria, excelso desde el principio, es el lugar de nuestro santuario. ¡Oh Jehová, esperanza de Israel! todos los que te dejan serán avergonzados; y los que se apartan de mí serán escritos en el polvo, porque dejaron a Jehová, manantial de aguas vivas.
El Apóstol Pablo dijo: ¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible. Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire, sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado. 1 Corintios 9:24-27. El Apóstol Pablo es considerado uno de los apóstoles más importantes basado en su acérrimo compromiso con compartir el Evangelio, viajando cientos de millas, estableciendo muchas iglesias, y las muchas cartas y libros que él escribió en el Nuevo Testamento. A pesar de sus grandes logros y haber dedicado su vida al Reino de Dios, él mantenía en mente que todavía estaba en una posición que cualquier cosa podría fallar en su fe (como vemos en el pasaje anterior). ¿Por qué es eso?
Muchos teólogos, predicadores, y maestros de la Palabra hoy enseñan que no nos debemos preocupar mucho con nuestro futuro, si le hemos entregado nuestras vidas al Señor; que estamos seguros, y que todas las cosas se arreglaran de alguna manera porque Dios está en control de todo. Ellos aun aseguran a la gente usando Escrituras como esta: Si fuéremos infieles, él permanece fiel; Él no puede negarse a sí mismo (2 Timoteo 2:13). Muchos se aferran a la ideología de que Dios es amor y misericordia, y que Él está contento con las pocas migajas que les dan (por lo menos así se ve). Y después de todo, nadie es perfecto. Así que, si tratas un poco, esta bien. Dios te ama. Entonces, ¿El Apóstol Pablo no entendió algo? ¿Malentendió todo, y se preocupaba por demás? O ¿Los teólogos, predicadores y maestros de la Palabra hoy en día están mas llenos del Espíritu Santo, o son más sabios, o tienen más conocimiento que el Apóstol Pablo; un hombre que vivió, respiró, y murió por su fe? Lo dudo.
Dios, a través del Apóstol Pablo, nos enseña que debemos tener cuidado con perder el foco. El foco es algo que claramente nos pertenece, lo cual es parte del libre albedrio. Vivimos en un mundo lleno de distracciones. Y aun mas, aunque se nos hallan perdonado los pecados, el pecado aun mora en nuestra carne. Esta es la razón por lo cual todos necesitamos morir algún día, para que podamos deshacernos de este cuerpo corruptible y tomar el incorruptible. Mientras vivimos en este cuerpo, tenemos que continuar peleando la buena batalla, golpeando el cuerpo, corriendo la carrera, venciendo, etc. ¡Todavía no ha terminado para nosotros! Cristo venció a la muerte en la cruz por nosotros, pero nos pertenece dejar a Cristo vencer en nuestras vidas; y viniendo a Cristo, para la salvación es solo el comienzo. Después de eso, debes dejar que suceda el proceso que Dios tiene para tu vida. Aquí es donde una palabra muy importante entra: Obediencia. Porque aun Cristo, el unigénito Hijo de Dios “obedeció” a Su Padre. Así que, debemos también obedecer a Dios, si deseamos conseguir lo que Dios tiene para nosotros. Y aquí es donde entra en foco el pasaje de hoy.
El pueblo de Judá comenzó bien. Como leemos en las Escrituras, Judá fue mucho más leal a Dios que el pueblo de Israel. Pero, ellos eventualmente cedieron al mal que los rodeaba. Ellos adoraron a falsos dioses e ídolos, cometiendo pecados atroces en contra del Dios que los guio, protegió, y aun hizo milagros para ellos. Se olvidaron de Dios. Y como tal, el amor de Dios no pudo tolerar más su infidelidad y maldad. Ellos se apartaron demasiado de Él, así que, Él quito Su divina protección y permitió que sus enemigos los conquistaran. Cientos de miles murieron con la conquista de Babilonia. Y cientos fueron tomados como esclavos, para servir a sus enemigos (tal como lo profetizo Jeremías).
¿Qué fue lo que los hizo caer? Confiar en ellos mismos. Perdieron su foco en Dios y comenzaron a confiar en sus propias habilidades y en sus capacidades humanas y terrestres. Cuando eso paso, ellos no pudieron ver ni aun las bendiciones de Dios que estaban en las puntas de sus dedos. Comenzaron a perder oportunidades y destruyeron toda cosa buena que Dios tenia para ellos. Sus elecciones estuvieron nubladas y comenzaron a aferrarse a solo cosas que les trajeron destrucción. Esto es la consecuencia natural que sucede cuando te olvidas de Dios.
¿Cómo puede alguien evitar que tales cosas les suceda? Al permanecer enfocado en Dios y en “toda” Su Palabra (no solo en parte de ella). Porque escrito esta: Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado; sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche. Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hace, prosperará. Salmo 1:1-3. Si te has apartado, ¡Vuelve! ¡Permanece cerca y enfocado en Dios! ¡Es para tu propio bien! ¡Qué el Señor les bendiga! John