Basado en Juan 5:16-29 (Versión Reina Valera 1960)
Y por esta causa los judíos perseguían a Jesús, y procuraban matarle, porque hacía estas cosas en el día de reposo. Y Jesús les respondió: Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo. Por esto los judíos aún más procuraban matarle, porque no sólo quebrantaba el día de reposo, sino que también decía que Dios era su propio Padre, haciéndose igual a Dios. Respondió entonces Jesús, y les dijo: De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente. Porque el Padre ama al Hijo, y le muestra todas las cosas que él hace; y mayores obras que estas le mostrará, de modo que vosotros os maravilléis. Porque como el Padre levanta a los muertos, y les da vida, así también el Hijo a los que quiere da vida. Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo, para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió. De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, más ha pasado de muerte a vida. De cierto, de cierto os digo: Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oyeren vivirán. Porque como el Padre tiene vida en sí mismo, así también ha dado al Hijo el tener vida en sí mismo; y también le dio autoridad de hacer juicio, por cuanto es el Hijo del Hombre. No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; más los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación.
En este pasaje, vemos un par de razones por lo cual los judíos procuraban matar a Jesús; por hacer cosas que ellos consideraban no licitas durante el día de reposo, y porque decía que Dios era Su propio Padre, haciéndose igual a Dios. Pero también había otra razón aún mas poderosa que les carcomía el alma misma, porque estaban llenos de maldad. El Apóstol Juan se había dado cuenta de las dos razones de las cuales escribió, pero increíblemente, un hombre incrédulo se dio cuenta de la principal, la cual era la envidia. Porque escrito esta: Reunidos, pues, ellos, les dijo Pilato: ¿A quién queréis que os suelte: a Barrabás, o a Jesús, llamado el Cristo? Porque sabía que por envidia le habían entregado. Mateo 27:17-18. La envidia fue la raíz de todo el odio que sentían por el Señor. Esto fue el mal que nació en el corazón de ellos, el cual los estimulo a matar al propio Hijo de Dios, cuyo Dios decían ellos seguir. ¿Por qué?
Era una hipocresía de ellos de justificar su odio con razones Bíblicas. Si, era verdad que se tenia que respetar el día de reposo (aunque Jesús como Dios podía hacer Su voluntad). Si, era verdad que nadie se podía igualar a Dios, porque la pena de la blasfemia era la muerte (aunque era verdad que El era el unigénito Hijo de Dios). Pero, la ira creció en ellos porque sencillamente ellos sabían dentro de si, que el Señor era verdaderamente el Hijo Unigénito de Dios, que era Dios en realidad. Lo sabían y lo creían, pero no para arrepentimiento y conversión, sino mas bien, surgió la envidia y el odio. Odiaban la idea de que el Señor pudo hacer cosas que ellos no podían. Odiaban la idea de que lo siguieran las multitudes. Odiaban la idea de que ellos no eran el foco del pueblo, sino mas bien, el Hijo de Dios. No importa que absurdo suene esto, pero era la verdad.
Vemos a alguien en la historia también llevado por la envidia, a Satanás. La Biblia nos enseña acerca de la envidia y el orgullo que sintió Satanás (antes conocido como Lucero) en contra del Altísimo mismo, por Dios Padre. Porque escrito esta: ¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas a las naciones. Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo. Mas tú derribado eres hasta el Seol, a los lados del abismo. Isaías 14:12-15. Satanás, al haberse llenado de un orgullo sin fundamento, envidio a Dios, y por eso fue su caída. No supo aceptar la realidad de que él no era como Dios, ni podía ser como Dios, ni nunca podia tomar el puesto legitimo del Altísimo. Este fue el mismo mal de los judíos por lo cual mataron al Señor. Ellos querían ser como el Señor, y nunca lo podrían ser, y eso les carcomió el alma. Hay seres que tienen un complejo de sentirse como Dios, y este mal es mucho más común de lo que creen.
Aunque fuimos hechos a imagen y semejanza de Dios, el asunto es que nadie puede ser como Dios, bajo ningún punto. Es naturalmente imposible. Y a la misma vez, no debe existir ni siquiera ni el más remoto sentimiento que se asemeje a querer ser como El. Aún más, y este es la culminación del pensamiento de hoy, el Unigénito Hijo de Dios, Jesús, tiene que convertirse en el todo de nuestra vida. Jesús tiene que ser no solo nuestro Salvador y Señor, sino también, nuestro Dios. Jesús de Nazaret, el Hijo de David, el Mesías, era y es Dios. Y si no existe esa realización en nuestra vida, dentro de nuestro corazón, y de nuestra alma, y de nuestra mente, y en todo nuestro ser, entonces no hay nada. La Biblia nos enseña esto: El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él. Juan 3:36.
Así que, esto es lo que tenemos que tener en cuenta: En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. Juan 1:1-4. Jesús es el Verbo. Jesús era desde el principio. Jesús hizo todas las cosas. Jesús es la vida y la luz. Jesús hizo al hombre, porque escrito esta: Entonces dijo Dios: Hagamos [Dios plural] al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza. Genesis 1:26a. Jesús (o Dios) se hizo carne. Dios estuvo con el hombre en la tierra. Dios fue escarnecido y azotado. Dios fue crucificado. Dios descendió a las profundidades de la tierra. Pero, Dios fue levantado al tercer día de entre los muertos, y ahora, Dios está sentado en Su trono legítimo, en lo más alto de los cielos, donde quiso estar Satanás. Y Dios vendrá por Su pueblo y juzgará a las naciones. Dios condenará al castigo eterno a todos los que no le aceptaron como tal. Y Dios reinara por los siglos de los siglos, Amen.
Ahora, ¿has reconocido y aceptado a Jesús (a Dios) como lo que El es? o ¿eres parte de aquellos que le envidian, tratando de hacerte semejante a El? ¡Qué el Señor les bendiga! John