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Basado en Levítico 17:1-7 (Versión Reina Valera 1960)

Habló Jehová a Moisés, diciendo: Habla a Aarón y a sus hijos, y a todos los hijos de Israel, y diles: Esto es lo que ha mandado Jehová: Cualquier varón de la casa de Israel que degollare buey o cordero o cabra, en el campamento o fuera de él, y no lo trajere a la puerta del tabernáculo de reunión para ofrecer ofrenda a Jehová delante del tabernáculo de Jehová, será culpado de sangre el tal varón; sangre derramó; será cortado el tal varón de entre su pueblo, a fin de que traigan los hijos de Israel sus sacrificios, los que sacrifican en medio del campo, para que los traigan a Jehová a la puerta del tabernáculo de reunión al sacerdote, y sacrifiquen ellos sacrificios de paz a Jehová. Y el sacerdote esparcirá la sangre sobre el altar de Jehová a la puerta del tabernáculo de reunión, y quemará la grosura en olor grato a Jehová. Y nunca más sacrificarán sus sacrificios a los demonios, tras de los cuales han fornicado; tendrán esto por estatuto perpetuo por sus edades.

¿Por qué existía antes en la Ley de Moisés tal cosa como el sacrificio de ciertos animales? El asunto era que desde que cayó el hombre en el jardín del Edén, entró el pecado en la creación de esta tierra. La primera víctima inocente que fue sacrificada fue para usar sus pieles, para cubrir la vergüenza del hombre como lo data la Biblia en el libro de Genesis. Dios mismo fue el que sacrificó la víctima, como señal de lo que iba a suceder después. Así que, el pecado fue la razón por lo cual esto se hacía.

La Biblia nos explica que, desde ese entonces, el pecado es la razón por lo cual todo lo bueno de este planeta se echó a perder, porque fue lo que introdujo la muerte a la creación de Dios. El pecado es la razón por lo cual tenemos todos los males que hemos visto en la historia, y que vivimos hasta el día de hoy. Esto es lo que explica aún más la Biblia: He aquí que todas las almas son mías; como el alma del padre, así el alma del hijo es mía; el alma que pecare, esa morirá. Ezequiel 18:4. También dice esto: Porque la paga del pecado es muerte… Romanos 6:23ª. Entonces, esa fue la razón por lo cual se sacrificaba antes en el Antiguo Testamento.

Ahora bien, en la Ley de Moisés en el Antiguo Testamento, la palabra en el hebreo que describía lo que hacían los sacrificios por el pecado explica que no quitaba el pecado, sino más bien, que lo cubría (la palabra: kafar). Entonces, los sacrificios nunca podían quitar el precio eterno del pecado (la muerte del alma), sino que solo lo cubría ante los ojos de Dios. A pesar de que eran victimas limpias, no tenían suficiente poder como para borrar los pecados de los hombres; era algo temporal. Se necesitaba algo mucho más grande, un ser que fuera Santo, de naturaleza divina y eterna, para que pudiera ser el sacrificio perfecto y eterno, para que el hombre pudiera tener la posibilidad de salvar su alma de una muerte eterna segura. Y ahí es donde entra el Unigénito Hijo de Dios: Jesucristo. Los sacrificios de los inocentes en el pasado eran solamente una señal de lo que vendría y se haría realidad a través del Señor.

Nuestra salvación fue algo muy costoso, algo muy duro y difícil. Aunque era algo semejante a la de los inocentes de antes, el Señor sufrió aún más todavía; que, aunque era Dios, lo sufrió también con la completa conciencia de un ser humano, en nuestra semejanza. La Biblia describe proféticamente lo que tenía que sufrir el Mesías, en un lugar de la siguiente manera: Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos. Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Isaías 53:3-5. La Biblia explica en distintas partes el total proceso que sufrió el Señor, comenzando por la traición de Judas, experimentando juicios injustos y sin fundamento de los judíos religiosos y de las autoridades romanas. Fue golpeado y escarnecido. Fue coronado con una corona de espinas que se le enterró en su cabeza. Fue azotado muchas veces con azotes que tenían pedazos de metales enlazados, cuyos objetos penetraban su piel y su carne, y arrancaban todo a lo que se adherían cuando eran retirados. Después, El cargo una cruz muy pesada, mientras las multitudes le escarnecían, mientras se burlaban de El, y le escupían y le arrojaban cosas. Después, lo clavaron a esa cruz, atravesando sus manos y sus pies, donde colgó por horas. Y como final, para cerciorarse que había muerto, le atravesaron con una lanza el costado. Todo eso fue lo que experimento el Mesías, como parte del proceso de Su sacrificio.

Uno se puede preguntar, ¿Cuál era la razón, el por qué algo tan horrible tenía que pasar? Como lo habíamos explicado antes, nuestro pecado tenía un precio muy grande, por eso que tuvo que ser de esa manera. Una muerte sencilla no era suficiente para poder hacer lo necesario, o más bien, para poder hacer lo que necesitábamos. Y Dios lo hizo todo no porque tenía algún tipo de obligación con nosotros, o porque nos debía algo, porque El no nos debe nada. Todo lo hicieron por amor, como está escrito: Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna. Juan 3:16.

Ahora, y sabiendo, o más bien, entendiendo todo esto, ¿cómo podemos ver la salvación de Dios como algo sencillo o de poco valor? ¿Cómo algo tan increíble pudiera ser tomado con tanta ligereza? No se equivoquen, aunque la salvación a través de Jesus es por gracia, aunque es el increíble don de Dios para el hombre, no se debe tomar como cualquier cosa o livianamente, y por muchas razones, parte de las cuales ya hemos mencionado. Dios es amor, pero también, es justo y es fuego consumidor. Como está escrito: Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios. El que viola la ley de Moisés, por el testimonio de dos o de tres testigos muere irremisiblemente. ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia? Pues conocemos al que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor. Y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo. ¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo! Hebreos 10:26-31.

Entonces, ¿has entendido lo increíble que Dios hizo por ti? ¿Valorás el precio de tu salvación, que pago el Inocente por el culpable? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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