Basado en Juan 19:38-42 (Versión Reina Valera 1960)
38 Después de todo esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, pero secretamente por miedo de los judíos, rogó a Pilato que le permitiese llevarse el cuerpo de Jesús; y Pilato se lo concedió. Entonces vino, y se llevó el cuerpo de Jesús. 39 También Nicodemo, el que antes había visitado a Jesús de noche, vino trayendo un compuesto de mirra y de áloes, como cien libras. 40 Tomaron, pues, el cuerpo de Jesús, y lo envolvieron en lienzos con especias aromáticas, según es costumbre sepultar entre los judíos. 41 Y en el lugar donde había sido crucificado, había un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo, en el cual aún no había sido puesto ninguno. 42 Allí, pues, por causa de la preparación de la pascua de los judíos, y porque aquel sepulcro estaba cerca, pusieron a Jesús.
En el pasaje de hoy, vemos ejemplos de dos personas que desgraciadamente tuvieron miedo; a José de Arimatea y a Nicodemo. Hubo muy buenas intenciones en estos hombres, pero fueron gobernados por el miedo. Textualmente, las Escrituras nos dicen que José de Arimatea le tuvo miedo a los judíos, y por eso que creía secretamente, y también podemos deducir que Nicodemo tenía el mismo miedo porque Juan hace hincapié dos veces de que él fue a ver a Jesús de noche. ¿Por qué haría alguien algo en la oscuridad de la noche? Por miedo, para que no vieran lo que estuvo haciendo. Esto es lo que nos indica la Palabra: 20 Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas. 21 Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios. Juan 3:20-21.
Si ahondamos ahora un poco más en el asunto, y aunque muchos no lo perciban como tal, el miedo es pecado. Y aunque toda injusticia es pecado como lo dice la Palabra, hay diferencias entre ellos, en el sentido de lo cómo afectan y las consecuencias que acarrean. Si lo vemos bien en la Palabra, el miedo esta en la misma categoría del orgullo. Vemos por ejemplo lo siguiente: 8 Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda. Apocalipsis 21:8. El primero que encabeza la lista de condenados (por decir), es el cobarde. Y bueno, el cobarde es un ser gobernado por el miedo. Es verdad que los demás también van a ir al mismo lugar, pero por alguna razón, el cobarde es el que encabeza la lista. No hay accidentes en la Palabra. Todo lo escrito en la Palabra es exactamente intencionado, así que, hay que tomarle el peso al asunto.
¿Cuáles son las consecuencias del miedo? ¡Muchas! Diría más bien, demasiadas son las malas consecuencias que deja el miedo si no se usa para lo apropiado (porque de acuerdo a la Palabra, si hay que temerle a algo, o mas bien a Alguien). El miedo mal aplicado paraliza. Por ejemplo, hay muchas personas que no toman la decisión de seguir al Señor por miedo a sus familiares, a perder amistades, a tener problemas con las autoridades, a tener problemas con un empleo, a perder el control de sus vidas, etc. Y bueno, por ese miedo, sencillamente no llega a la salvación de Dios. Así que, por miedo sentencia su alma a la perdición eterna. ¡Eso es una perdida muy grande! Muchas veces las personas no hablan con la verdad a los demás por miedo, y por eso que omiten, y esconden, y mienten. Y también, cuando finalmente sale la verdad a la luz (porque absolutamente todo sale a la luz, más tarde o más temprano), ahí es que se daña todo lo que por miedo se escondió. Por miedo también muchos creyentes no confiesan su fe públicamente, y lo esconden dentro de sí, con la excusa de que es algo personal, de que es algo entre Dios y ellos. Si, es algo personal, pero no podemos avergonzarnos de algo tan grande y especial. Entonces, ese miedo hace también que la persona reciba el castigo más grande, que el Señor mismo le niegue en el momento mas crucial de cualquier alma, como esta escrito: 32 A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos. 33 Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos. Mateo 10:32-33. Otro ejemplo del daño que produce el miedo es que hay muchos creyentes que se paralizan, y no comparten el Evangelio con los que lo rodean, por miedo al desprecio, a la burla, al que dirán, etc. Y al no compartir el Evangelio, esas personas no reciben posiblemente la única oportunidad que puedan tener para llegar a la Salvación que Dios desea para todo ser humano. Entonces, ese miedo priva a otra persona de la vida eterna. ¿Qué opinión creen que Dios tenga de eso? ¿Justificará el Señor algo así? No lo creo. Y posiblemente estos sean unos pocos de los tantos ejemplos de los daños que hace el miedo, o el miedo que esta mal aplicado, porque como dicho antes, uno si tiene que ejercitar el temor, pero hacia lo correcto. Porque escrito esta: 27 Lo que os digo en tinieblas, decidlo en la luz; y lo que oís al oído, proclamadlo desde las azoteas. 28 Y no temáis a los que matan el cuerpo, más el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno. Mateo 10:27-28. El único que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno es Dios; nadie más. Así que, no se debe tener nada miedo, ni a las personas, ni a las circunstancias, ni a la muerte, ni siquiera a Satanás mismo. Al único que se le debe temer es a Dios porque de El es que dependen todas las cosas, desde las mas pequeñas e insignificantes, hasta las mas grandes y eternas. No hay nada ni nadie más alto que Dios.
En fin, veamos el consejo que el Apóstol Pablo le da a Timoteo acerca de la cobardía: de lo que mas bien Timoteo se debiera preocupar, y de lo que debiera hacer, y el ejemplo que él mismo Pablo le demuestra, como está escrito: 3 Doy gracias a Dios, al cual sirvo desde mis mayores con limpia conciencia, de que sin cesar me acuerdo de ti en mis oraciones noche y día; 4 deseando verte, al acordarme de tus lágrimas, para llenarme de gozo; 5 trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también. 6 Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos. 7 Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio. 8 Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni de mí, preso suyo, sino participa de las aflicciones por el evangelio según el poder de Dios, 9 quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos, 10 pero que ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio, 11 del cual yo fui constituido predicador, apóstol y maestro de los gentiles. 12 Por lo cual asimismo padezco esto; pero no me avergüenzo, porque yo sé a quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día. 2 Timoteo 1:3-12.
Todos tenemos algo de miedo, pero algunos más que otros. Todos debemos vencer nuestros miedos, por el bien nuestro y por el bien de los que nos rodean. Así que, ¿A quién le temes? ¿A Dios o a la gente y a cosas inferiores? ¡Qué el Señor les bendiga! John