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Basado en Juan 20:24-31 (Versión Reina Valera 1960)

24 Pero Tomás, uno de los doce, llamado Dídimo, no estaba con ellos cuando Jesús vino. 25 Le dijeron, pues, los otros discípulos: Al Señor hemos visto. El les dijo: Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré. 26 Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos Tomás. Llegó Jesús, estando las puertas cerradas, y se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros. 27 Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente. 28 Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío! 29 Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron. 30 Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro. 31 Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre.

Blaise Pascal dijo: En la fe hay suficiente luz para aquellos que desean creer y hay suficientes sombras para cegar a aquellos que no desean creer. El más grave problema que tuvo la gran mayoría de los seres humanos, y que todavía lo que tiene es la falta de fe en Dios. En realidad, esta es la raíz de todo problema entre Dios y los hombres. Por alguna razón injustificable, el ser humano le cuesta demasiado creer no solamente en Dios (o en un dios, como en muchos casos), sino en Quién realmente es Dios. Como leemos hoy, hasta los elegidos por Dios no encontraban la manera de tener la fe que debieran haber tenido, aún después de ver y vivir todo lo que experimentaron al convivir con el Señor. Esto no se trata de un ataque en contra de Tomás, pero hay que ver el ejemplo de incredulidad que él nos da, para también poder entender el problema que existe hoy, porque hay demasiados Tomas por todo el mundo, principalmente hasta en los que se llaman siervos de Dios.  

¿Qué vemos en Tomás? Tomás ya tiene que haber escuchado del Señor antes que fuere eligido como discípulo, de que Jesús era Alguien especial. Y se puede asumir muy fácilmente porque, ¿Cómo una persona deja todo lo que tiene por seguir a Alguien que no tiene valor (como lo hizo Tomás)? Para ver aún más, Tomás convivio con el Señor durante los tres años del ministerio público documentado del Señor (porque los tres años que fueron “limitadamente” documentados solamente hablan de ciertas cosas; no de todo, como lo dice el mismo Juan). Así que, lo que vió Tomás durante esos tres años fue mucho más de lo que leemos, y lo vió día y noche. Tomás presencio hasta el milagro más significativo: la resurrección de Lázaro (donde el Señor reprochó la incredulidad de Marta, la hermana de Lázaro), lo cual tiene que ver con el problema del cual hablamos hoy. Porque escrito esta: 38 Jesús, profundamente conmovido otra vez, vino al sepulcro. Era una cueva, y tenía una piedra puesta encima. 39 Dijo Jesús: Quitad la piedra. Marta, la hermana del que había muerto, le dijo: Señor, hiede ya, porque es de cuatro días. 40 Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios? 41 Entonces quitaron la piedra de donde había sido puesto el muerto. Y Jesús, alzando los ojos a lo alto, dijo: Padre, gracias te doy por haberme oído. 42 Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que está alrededor, para que crean que tú me has enviado. 43 Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera! 44 Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Desatadle, y dejadle ir. Juan 11:38-44. Así que, si no hay fe, no se puede ver la gloria de Dios (tal como el Señor se lo dijo a Marta). Entonces, ¿qué más necesitaba Tomás para poder creer que Jesús era el Mesías? ¿Dónde fue que fallo el Señor en demostrar que El era el Hijo de Dios? En nada. El problema no es de Dios. El problema residió solamente en Tomás.

Pero, ahora vamos a mover el lente de la observación de Tomás hacia el día de hoy, a ponerlo sobre nosotros. ¿Cuál es nuestro problema? ¿Por qué existe la incredulidad que existe hoy en día, aún dentro del llamado pueblo del Señor y hasta dentro de los que sirven al Señor? Porque claro esta: No porque una persona sirve a Dios quiere decir que crea en el Señor como corresponde. Pueden preguntar: ¿Cómo puede ser eso? El pecado que existe dentro de todos nosotros como que le pone ciertos niveles a la fe en el Señor, por decir. Hay muchos que creen, pero de una manera limitada. Hay un “hasta cierto punto” en muchas personas. Porque puede que se crea en Dios, y que se crea en Cristo, pero no hasta la profundidad en la cual se debe creer. Es como que muchos tienen un Dios con distintos tamaños; y no estoy hablando de la herejía que muchos hacen con Dios, de que creen que la fe es algo para poner a Dios a su servicio (porque es una herejía tratar de convertir a Dios en tu genio, o en tu mago, o aún peor, en tu siervo o esclavo). ¡Eso no es fe! De lo que hablo es el problema que muchos tienen que sencillamente no pueden ver al Señor en Su plenitud, a lo menos, no intentan o tratan de ver al Señor con Su pleno poder, honra, gloria, majestad, etc.

Este es finalmente el problema que viene cuando no se cree en el Señor, como está escrito: 6 Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan. Hebreos 11:6. Cuando no a lo menos tratamos, o aún más claro, deseamos a ver al Señor como lo que es, no vamos a ver nada significativo, como vemos en este relato: 53 Aconteció que cuando terminó Jesús estas parábolas, se fue de allí. 54 Y venido a su tierra, les enseñaba en la sinagoga de ellos, de tal manera que se maravillaban, y decían: ¿De dónde tiene éste esta sabiduría y estos milagros? 55 ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos, Jacobo, José, Simón y Judas? 56 ¿No están todas sus hermanas con nosotros? ¿De dónde, pues, tiene éste todas estas cosas? 57 Y se escandalizaban de él. Pero Jesús les dijo: No hay profeta sin honra, sino en su propia tierra y en su casa. 58 Y no hizo allí muchos milagros, a causa de la incredulidad de ellos. Mateo 13:53-58. Esto es un grave problema. Porque la Palabra aún declara esto, lo cual quita toda excusa y justificación que el hombre pueda darse para no creer como es debido: 18 Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad; 19 porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. 20 Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. Romanos 1:18-20. Entonces, volvemos a lo que dijo Pascal. Si no hay en lo más mínimo, un deseo de creer, la sombras que existen en la fe van a cegarte, y nunca podrás ver al Señor como lo que El es. Y si no le puedes ver como lo que El es, nunca alcanzaras lo más preciado: la salvación de tu alma; porque eso debe ser más importante que todo lo demás.

Así que, ¿tienes la fe genuina que se necesita, por el propio bien tuyo?¡Qué el Señor les bendiga! John

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