Basado en Jonás 3-4 (Versión Reina Valera 1960)
Vino palabra de Jehová por segunda vez a Jonás, diciendo: Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad, y proclama en ella el mensaje que yo te diré. Y se levantó Jonás, y fue a Nínive conforme a la palabra de Jehová. Y era Nínive ciudad grande en extremo, de tres días de camino. Y comenzó Jonás a entrar por la ciudad, camino de un día, y predicaba diciendo: De aquí a cuarenta días Nínive será destruida. Y los hombres de Nínive creyeron a Dios, y proclamaron ayuno, y se vistieron de cilicio desde el mayor hasta el menor de ellos. Y llegó la noticia hasta el rey de Nínive, y se levantó de su silla, se despojó de su vestido, y se cubrió de cilicio y se sentó sobre ceniza. E hizo proclamar y anunciar en Nínive, por mandato del rey y de sus grandes, diciendo: Hombres y animales, bueyes y ovejas, no gusten cosa alguna; no se les dé alimento, ni beban agua; sino cúbranse de cilicio hombres y animales, y clamen a Dios fuertemente; y conviértase cada uno de su mal camino, de la rapiña que hay en sus manos. ¿Quién sabe si se volverá y se arrepentirá Dios, y se apartará del ardor de su ira, y no pereceremos? Y vio Dios lo que hicieron, que se convirtieron de su mal camino; y se arrepintió del mal que había dicho que les haría, y no lo hizo. Pero Jonás se apesadumbró en extremo, y se enojó. Y oró a Jehová y dijo: Ahora, oh Jehová, ¿no es esto lo que yo decía estando aún en mi tierra? Por eso me apresuré a huir a Tarsis; porque sabía yo que tú eres Dios clemente y piadoso, tardo en enojarte, y de grande misericordia, y que te arrepientes del mal. Ahora pues, oh Jehová, te ruego que me quites la vida; porque mejor me es la muerte que la vida. Y Jehová le dijo: ¿Haces tú bien en enojarte tanto? Y salió Jonás de la ciudad, y acampó hacia el oriente de la ciudad, y se hizo allí una enramada, y se sentó debajo de ella a la sombra, hasta ver qué acontecería en la ciudad. Y preparó Jehová Dios una calabacera, la cual creció sobre Jonás para que hiciese sombra sobre su cabeza, y le librase de su malestar; y Jonás se alegró grandemente por la calabacera. Pero al venir el alba del día siguiente, Dios preparó un gusano, el cual hirió la calabacera, y se secó. Y aconteció que al salir el sol, preparó Dios un recio viento solano, y el sol hirió a Jonás en la cabeza, y se desmayaba, y deseaba la muerte, diciendo: Mejor sería para mí la muerte que la vida. Entonces dijo Dios a Jonás: ¿Tanto te enojas por la calabacera? Y él respondió: Mucho me enojo, hasta la muerte. Y dijo Jehová: Tuviste tú lástima de la calabacera, en la cual no trabajaste, ni tú la hiciste crecer; que en espacio de una noche nació, y en espacio de otra noche pereció. ¿Y no tendré yo piedad de Nínive, aquella gran ciudad donde hay más de ciento veinte mil personas que no saben discernir entre su mano derecha y su mano izquierda, y muchos animales?
Es fácil recordar al profeta Jonás por lo que le paso por su desobediencia, porque a él fue que se lo trago un gran pez por no querer hacer la voluntad de Dios. ¿Cuál fue el problema de Jonás? ¿Por qué no quiso ir a Nínive? La razón es muy simple. Nínive era la capital del imperio Asirio en aquel tiempo, uno de los imperios más despiadados, y el enemigo principal de Israel. Eran gente muy sanguinaria y hambrienta de poder, y dentro de su propia civilización, eran muy decadentes con mucho paganismo, como muchos de los reinos de aquel entonces. Sencillamente, le eran muy despreciables y por muchas razones. Pero, el Señor siempre ha sido un Dios misericordioso, y ama a todo ser humano, y en lo más mínimo, desea darles la oportunidad de arrepentirse a todos, de alguna manera u otra. Y El tiene aún más misericordia cuando existe la ignorancia, cuando las personas sencillamente no han tenido una buena y clara oportunidad de conocerle.
El asunto es que Dios ama increíblemente al ser humano. El no es el Dios que muchos piensan como cruel, como el que está listo para castigar y no saber contener Su ira. Si eso fuere verdad, nadie existiría en este momento. La ira de Dios es algo muy terrible, porque se trata del Todopoderoso del universo. Pero, dentro de Su increíble Ser también hay un increíble amor y misericordia, y El desea el bien de todos, hasta del que nos parece el más malo de todos. Nadie está lejos de la misericordia de Dios. Como está escrito: Mas el impío, si se apartare de todos sus pecados que hizo, y guardare todos mis estatutos e hiciere según el derecho y la justicia, de cierto vivirá; no morirá. Todas las transgresiones que cometió, no le serán recordadas; en su justicia que hizo vivirá. ¿Quiero yo la muerte del impío? dice Jehová el Señor. ¿No vivirá, si se apartare de sus caminos? Ezequiel 18:21-23. El siempre da lugar para que allá arrepentimiento. Dios no espera que seamos perfectos aquí (porque es imposible), sino más bien, desea arrepentimiento y conversión, que allá en lo más mínimo un deseo de cambiar cuando uno es confrontado con nuestro pecado. Eso es lo que busca Dios en el ser humano.
¿Cuál debiera ser nuestro incentivo para ayudar a todos venir al Señor, aún a nuestros enemigos? A nadie le gusta saber esta realidad, pero aquí viene, lo que era nuestra realidad antes de haber nacido de nuevo en Cristo: Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás. Efesios 2:1-3. Sea que hallamos pecado poco o mucho antes de venir a Cristo, todos éramos hijos de ira, muertos en nuestros pecados, y muy lejos de Dios, y en realidad, enemigos de Dios. Y si Dios tuvo misericordia de nosotros siendo como éramos, El también desea tener misericordia de aquellos que están tan perdidos como nosotros lo estuvimos. ¿Los que hemos llegado a Cristo antes somos mejores que lo demás que todavía no han llegado? De ninguna manera.
El error de Jonás fue creerse más merecedor de la misericordia de Dios que los de Nínive. Y este también es el error que cometen muchos creyentes, al olvidarse de donde los saco Dios, de lo que eran antes de venir a Cristo. Ninguno de nosotros éramos buenos, ni todavía lo somos. Sencillamente, no hay lugar para ningún tipo de orgullo o sentido de superioridad. Y es por eso que debemos hacer como Cristo hizo, aún con nuestros enemigos, porque el Señor le dio hasta oportunidad a Judas Iscariote, a que se arrepintiera de su mal camino, sabiendo todos los pensamientos de Judas y hasta el mal que él hacía estando con ellos, porque Dios lo sabe todo. Este es el trabajo y responsabilidad de todos los que hemos llegado a Cristo: Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado. Mark 16:15-16. ¿Puede ser inconveniente o difícil compartir el Evangelio? ¡Claro que sí, y mucho! Pero, de esa manera llego a nosotros. A muchos les costó mucho esfuerzo, dolor, y hasta sus vidas para que yo pudiera llegar a Cristo, para que podamos tener lo que tenemos hoy. Y claro, ¿Qué podemos decir de lo que hizo el Señor por nosotros, para que nosotros pudiéramos tener la oportunidad de ser salvos? Así que, ¿formarás parte de la misericordia de Dios, para que otros también puedan tener la oportunidad de la salvación, cueste lo que cueste? ¡Qué el Señor les bendiga! John