Basado en 1 Timoteo 6:6-19 (Versión Reina Valera 1960)
Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores. Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas, y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre. Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna, a la cual asimismo fuiste llamado, habiendo hecho la buena profesión delante de muchos testigos. Te mando delante de Dios, que da vida a todas las cosas, y de Jesucristo, que dio testimonio de la buena profesión delante de Poncio Pilato, que guardes el mandamiento sin mácula ni reprensión, hasta la aparición de nuestro Señor Jesucristo, la cual a su tiempo mostrará el bienaventurado y solo Soberano, Rey de reyes, y Señor de señores, el único que tiene inmortalidad, que habita en luz inaccesible; a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver, al cual sea la honra y el imperio sempiterno. Amén. A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos. Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, generosos; atesorando para sí buen fundamento para lo por venir, que echen mano de la vida eterna.
Uno de los más graves problemas que tenemos hoy en día, y especialmente dentro de la iglesia de Cristo, es el problema del materialismo. Esto es algo universal, y se muestra de distintas maneras. Vivimos en un mundo netamente materialista, y esto no es un problema nada mas de los grandes ricos del mundo como muchos asumen, pensando que los que se hunden en el materialismo son los millonarios o billonarios del mundo, así que, debemos dejar a un lado a esas personas, y pensar más bien en nosotros mismos, porque los problemas de los demás no son nuestros problemas, sino que, hay que ver nuestros propios asuntos. Un día no muy lejano, Dios va a solo preguntarte a ti lo que tu hiciste, y nada más.
El materialismo dentro de la iglesia se demuestra de distintas maneras, y es una de las razones por lo cual muchas personas no se acercan a una iglesia, por el temor de que los lobos (por decir) se los coman, cuyas personas dentro del liderazgo sí usan la piedad como fuente de ganancia. Desgraciadamente, hay muchos ministros y predicadores y maestros que si usan las cosas de Dios para su propio beneficio. Y, ¿Por qué hay que hablar de aquellos? Porque tienes que tener cuidado a quien escuchas, y por quien te sientes atraído, para que no caigas en lo mismo, y también te pierdas igual como ellos, porque tanto arrimarse o escuchar lo podrido, que también te pudrirá a ti. Ese es el problema. Los que usan las cosas de Dios para sus propias conveniencias siempre te van a hablar bonito, te van a decir cosas agradables, cosas que te hagan sentir humanamente bien, van a apelar a tus debilidades y a tus deseos. Una manera obvia de detectar al lobo es ver lo que tiene, y bueno compararlo a nuestro Modelo, a Jesucristo. Como está escrito: El discípulo no es más que su maestro, ni el siervo más que su señor. Bástale al discípulo ser como su maestro, y al siervo como su señor. Mateo 10:24-25ª. El Señor mientas estuvo aquí en la tierra, ¿tuvo mansión, o propiedades, o ropas caras, o algún tipo de ostentación? No, y cómo mismo quedo escrito: Y vino un escriba y le dijo: Maestro, te seguiré adondequiera que vayas. Jesús le dijo: Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar su cabeza. Mateo 8:19-20. Así que, sea que te hablen lindo o te hablen duro, mira cómo viven, y te darás cuenta quien es su verdadero dios. Por sus frutos los conoceréis.
Esto es algo que hay que aclarar también. El dinero en si no es malo. El dinero o los bienes por sí solos no tienen ningún poder de influencia, ni ningún tipo de control sobre una persona. Son finalmente objetos inanimados, que no saben nada, ni pueden hacer nada por sí mismo, y totalmente consumibles. El problema es el amor al dinero, o también, la atracción a lo material, porque no solo se trata del dinero por si, sino del bien material. El problema es cuando una persona se enfoca en lo material, y ahí pone su fe y su esfuerzo principal. Porque hay personas que dirían: Yo no amo al dinero, y con eso se justifican, porque dicen que lo que ellos anhelan es una casa, u otras cosas que da el dinero, como el poder viajar y conocer el mundo, o el querer retirarse antes de tiempo, y así sucesivamente, todas las cosas para las cuales el dinero es necesario.
Y aquí viene la gran pregunta: ¿Cuánto es necesario? Esa es una pregunta que cada persona que dice ser de Cristo debe hacerle al Señor mismo, y que el Señor mismo le responda. Pero sí podemos ver en este pasaje que da una respuesta muy clara y sencilla, como dice: teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. Sustento y abrigo son cosas muy básicas, y se relacionan a lo que uno necesita diariamente: un lugar donde vivir, ropa, y comida. ¿Se necesita una casa grande? No lo creo. ¿Se necesita ropa cara, y varias opciones? No lo creo. ¿Tiene que darse banquetes suculentos, con todo tipo de manjares? Lo dudo. Si uno se sienta a pensar cuanto en realidad es necesario, también se va a dar cuenta, cuanto en realidad es suficiente. También puede pensarse de esta manera. ¿Cómo entraste al mundo, y como lo dejaras?
Y también hay que aclarar otra cosa. El deber sí es de ayudar al prójimo, pero al prójimo que en realidad necesita ayuda. Porque sí hay algo que todos deben tener muy claro. El evangelio y el amar al prójimo no consta de alimentar a irresponsables o a personas envidiosas. Uno no puede ni alimentar la irresponsabilidad, ni darle en el gusto a personas que envidian a los demás. En fin, no estamos llamados a apoyar el pecado bajo ningún punto. Esto es lo que dice la Palabra: Pero os ordenamos, hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que os apartéis de todo hermano que ande desordenadamente, y no según la enseñanza que recibisteis de nosotros. Porque vosotros mismos sabéis de qué manera debéis imitarnos; pues nosotros no anduvimos desordenadamente entre vosotros, ni comimos de balde el pan de nadie, sino que trabajamos con afán y fatiga día y noche, para no ser gravosos a ninguno de vosotros; no porque no tuviésemos derecho, sino por daros nosotros mismos un ejemplo para que nos imitaseis. Porque también cuando estábamos con vosotros, os ordenábamos esto: Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma. Porque oímos que algunos de entre vosotros andan desordenadamente, no trabajando en nada, sino entremetiéndose en lo ajeno. A los tales mandamos y exhortamos por nuestro Señor Jesucristo, que trabajando sosegadamente, coman su propio pan. 2 Tesalonicenses 3:6-12. Por la gracia de Dios, a mí no me mantiene ningún grupo de personas, ni ningún gobierno. Yo trabajo muy duro en un trabajo secular para poder pagar mis cuentas con el sudor de mi frente. ¡Bendito sea Dios!
Cada persona que puede trabajar, debe trabajar y cumplir con sus responsabilidades, pero solo para obtener lo necesario e indispensable, y también, para ayudar al que realmente necesita ayuda. Pero, si solo piensas en lo material, un día, te convertirás en su esclavo, y no podrás servir al Dios al cual sí le debes todo. Así que, ¿Qué reina en tu vida, el materialismo, o el Señor? ¡Qué el Señor les bendiga! John