Basado en Números 2:1-32 (Versión Reina Valera 1960)
Habló Jehová a Moisés y a Aarón, diciendo: Los hijos de Israel acamparán cada uno junto a su bandera, bajo las enseñas de las casas de sus padres; alrededor del tabernáculo de reunión acamparán. Estos acamparán al oriente, al este: la bandera del campamento de Judá, por sus ejércitos; y el jefe de los hijos de Judá, Naasón hijo de Aminadab. Su cuerpo de ejército, con sus contados, setenta y cuatro mil seiscientos. Junto a él acamparán los de la tribu de Isacar; y el jefe de los hijos de Isacar, Natanael hijo de Zuar. Su cuerpo de ejército, con sus contados, cincuenta y cuatro mil cuatrocientos. Y la tribu de Zabulón; y el jefe de los hijos de Zabulón, Eliab hijo de Helón. Su cuerpo de ejército, con sus contados, cincuenta y siete mil cuatrocientos. Todos los contados en el campamento de Judá, ciento ochenta y seis mil cuatrocientos, por sus ejércitos, marcharán delante. La bandera del campamento de Rubén estará al sur, por sus ejércitos; y el jefe de los hijos de Rubén, Elisur hijo de Sedeur. Su cuerpo de ejército, con sus contados, cuarenta y seis mil quinientos. Acamparán junto a él los de la tribu de Simeón; y el jefe de los hijos de Simeón, Selumiel hijo de Zurisadai. Su cuerpo de ejército, con sus contados, cincuenta y nueve mil trescientos. Y la tribu de Gad; y el jefe de los hijos de Gad, Eliasaf hijo de Reuel. Su cuerpo de ejército, con sus contados, cuarenta y cinco mil seiscientos cincuenta. Todos los contados en el campamento de Rubén, ciento cincuenta y un mil cuatrocientos cincuenta, por sus ejércitos, marcharán los segundos. Luego irá el tabernáculo de reunión, con el campamento de los levitas, en medio de los campamentos en el orden en que acampan; así marchará cada uno junto a su bandera. La bandera del campamento de Efraín por sus ejércitos, al occidente; y el jefe de los hijos de Efraín, Elisama hijo de Amiud. Su cuerpo de ejército, con sus contados, cuarenta mil quinientos. Junto a él estará la tribu de Manasés; y el jefe de los hijos de Manasés, Gamaliel hijo de Pedasur. Su cuerpo de ejército, con sus contados, treinta y dos mil doscientos. Y la tribu de Benjamín; y el jefe de los hijos de Benjamín, Abidán hijo de Gedeoni. Y su cuerpo de ejército, con sus contados, treinta y cinco mil cuatrocientos. Todos los contados en el campamento de Efraín, ciento ocho mil cien, por sus ejércitos, irán los terceros. La bandera del campamento de Dan estará al norte, por sus ejércitos; y el jefe de los hijos de Dan, Ahiezer hijo de Amisadai. Su cuerpo de ejército, con sus contados, sesenta y dos mil setecientos. Junto a él acamparán los de la tribu de Aser; y el jefe de los hijos de Aser, Pagiel hijo de Ocrán. Su cuerpo de ejército, con sus contados, cuarenta y un mil quinientos. Y la tribu de Neftalí; y el jefe de los hijos de Neftalí, Ahira hijo de Enán. Su cuerpo de ejército, con sus contados, cincuenta y tres mil cuatrocientos. Todos los contados en el campamento de Dan, ciento cincuenta y siete mil seiscientos, irán los últimos tras sus banderas. Estos son los contados de los hijos de Israel, según las casas de sus padres; todos los contados por campamentos, por sus ejércitos, seiscientos tres mil quinientos cincuenta.
En este mundo, la guerra es inevitable. Por desgracia, siempre este asunto de la guerra ha existido y va a existir hasta que Dios lidie con el pecado definitivamente, porque el pecado es lo que produce la guerra en el mundo, por alguna razón o por otra. En el tiempo antiguo de Israel, Dios le enseñó a Su pueblo que había ciertas personas que debieran estar listas para la guerra, como está escrito: De veinte años arriba, todos los que pueden salir a la guerra en Israel, los contaréis tú y Aarón por sus ejércitos. Números 1:3. Así que, todos los que tenían la habilidad física de poder salir a la guerra, y de veinte años arriba, eran candidatos para el ejército. Pero, Dios estructuró a Su pueblo a que no tuviera un ejército profesional como muchas naciones tienen hoy en día, sino más bien, una milicia, los cuales son compuestos por hombres que tenían sus vidas normales, como sus empleos, sus familias, etc., pero que estuvieran listo para la guerra cuando se les necesitara.
Ahora bien, la guerra principal que ahora existe y estará vigente hasta que Dios lidie con el pecado de una vez y por todas es la guerra espiritual que tenemos hoy. Y lo que se está disputando son las almas de los hombres. Esta guerra comenzó cuando Satanás (antes conocido como Lucero) se rebelo en contra del Señor. La Biblia nos enseña cuando comenzó esto de la siguiente manera: ¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas a las naciones. Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo. Mas tú derribado eres hasta el Seol, a los lados del abismo. Isaías 14:12-15. Este es el problema que comenzó todo el mal que existe hoy en día, y la razón por lo cual existe esta guerra espiritual que tenemos. Esta guerra espiritual es la mas importante de todas porque define la eterna destinación de cada persona. Como hemos comentado antes, este mundo temporal es precisamente eso: temporal y pasajero. El mundo espiritual, o mas bien, el alma del hombre es algo eterno, es la semejanza principal que tenemos con el Altísimo, la habilidad de poder vivir para siempre o morir para siempre. Por eso que este asunto es tan importante. No hay nada tan importante como la eternidad.
¿Qué podemos sacar en limpio de este pasaje y aplicarlo a nuestra vida cotidiana? ¡Mucho! Primero, debemos obedecer la instrucción de Dios. Dios habló a Moisés y a Aarón y les dijo como tenían que ser las cosas, les dió Su orden. Si Israel quería la bendición de Dios: tenia que hacer tal como se les enseñaba. Ahí no hubo ninguna conferencia, ni votación, ni una reunión comunitaria para cuestionar las instrucciones de Dios. En conjunto, hay que confiar en que el Señor sabe porqué dice las cosas. Nadie sabe más que El. Segundo, estamos inevitablemente en guerra, y tu alma y el alma de los demás están en juego. Esto es algo que hay que tener muy claro, e inclusive, nuestro enemigo. Todas las cosas grandes del mundo ya están ordenadas, no hay nada ni nadie que cambie eso, pero, la historia de cada persona se esta escribiendo mientras va sucediendo, y así, el porvenir de cada uno depende de lo que haga. Y hay que entender que tipo de enemigo tenemos, y de lo que es capaz, y que él no descansa, ni da descanso. No existe tal cosa como pelea limpia, o que se nos dé un descanso, o vacaciones, etc. Tenemos un enemigo que es toda maldad, y capaz de toda maldad, prácticamente sin límites, y con un ejercito muy numeroso y bajo su completo dominio. Esto es lo que dice la Palabra: Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Efesios 6:12. Esta es nuestra realidad, y si tu vida no está totalmente sometida al que ya ha vencido, al Señor, no podrás vencer. No te confundas con fábulas o con creencias erradas. Cristo ha vencido todo, pero tu historia todavía esta siendo escrita, aún en este mismo momento, así que, todavía no has vencido. Esto es lo que dice la Palabra: El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo. Apocalipsis 21:7. Así que, ¿eres parte de la milicia de Dios, bajo el Señorío de Jesús, o todavía sigues siendo un triste esclavo de tu pecado, sujeto a Satanás? ¡Qué el Señor les bendiga! John