Basado en Eclesiastés 8:10-9:3 (Versión Reina Valera 1960)
Asimismo he visto a los inicuos sepultados con honra; mas los que frecuentaban el lugar santo fueron luego puestos en olvido en la ciudad donde habían actuado con rectitud. Esto también es vanidad. Por cuanto no se ejecuta luego sentencia sobre la mala obra, el corazón de los hijos de los hombres está en ellos dispuesto para hacer el mal. Aunque el pecador haga mal cien veces, y prolongue sus días, con todo yo también sé que les irá bien a los que a Dios temen, los que temen ante su presencia; y que no le irá bien al impío, ni le serán prolongados los días, que son como sombra; por cuanto no teme delante de la presencia de Dios. Hay vanidad que se hace sobre la tierra: que hay justos a quienes sucede como si hicieran obras de impíos, y hay impíos a quienes acontece como si hicieran obras de justos. Digo que esto también es vanidad. Por tanto, alabé yo la alegría; que no tiene el hombre bien debajo del sol, sino que coma y beba y se alegre; y que esto le quede de su trabajo los días de su vida que Dios le concede debajo del sol. Yo, pues, dediqué mi corazón a conocer sabiduría, y a ver la faena que se hace sobre la tierra (porque hay quien ni de noche ni de día ve sueño en sus ojos); y he visto todas las obras de Dios, que el hombre no puede alcanzar la obra que debajo del sol se hace; por mucho que trabaje el hombre buscándola, no la hallará; aunque diga el sabio que la conoce, no por eso podrá alcanzarla. Ciertamente he dado mi corazón a todas estas cosas, para declarar todo esto: que los justos y los sabios, y sus obras, están en la mano de Dios; que sea amor o que sea odio, no lo saben los hombres; todo está delante de ellos. Todo acontece de la misma manera a todos; un mismo suceso ocurre al justo y al impío; al bueno, al limpio y al no limpio; al que sacrifica, y al que no sacrifica; como al bueno, así al que peca; al que jura, como al que teme el juramento. Este mal hay entre todo lo que se hace debajo del sol, que un mismo suceso acontece a todos, y también que el corazón de los hijos de los hombres está lleno de mal y de insensatez en su corazón durante su vida; y después de esto se van a los muertos.
Hoy en día, la gran mayoría de las personas solo piensan en el aquí y ahora, y por desgracia, muchos del llamado pueblo de Dios también andan por el mismo camino. Es más, mucho del pueblo de Dios cae en malas doctrinas, las que sutilmente se enseñan para complacer a las masas por ganancia, porque están más enfocados en lo que desean alcanzar aquí en la tierra que en la eternidad. Hay mucha mentira que suena como verdad, porque los que siguen las doctrinas de demonios usan la Biblia para justificar las obras de la carne, las vanidades, en fin, distintas cosas que llevan a la muerte eterna. Y ¿Es alguna maravilla que esto suceda si Satanás mismo trató de tentar al propio Hijo de Dios, al Verbo, con la Palabra de Dios (manipulada para mal, por supuesto) para llevarlo a ser cosas que no glorifican a Dios? Por eso que la sutil distorsión y la destreza para manipular la Palabra de Dios es nada más que la obra de Satanás a través de sus esclavos. Y por eso, es que hay que siempre tener el fin en mente, y un celo único por la Verdad de Dios, que solo se encuentra al ver la plenitud de las Escrituras, y no solamente ciertas partes. Porque hay algo que es cierto e inevitable, que cada uno de nosotros morirá algún día y todos, sin excepción, tendremos que dar cuentas de lo que hemos hecho en esta vida, tanto el incrédulo como también nosotros los que hemos venido a Cristo. Este es una de las verdades más irrefutables de la Palabra, y también, una de las cosas donde Satanás más ha disturbado la Verdad dentro de la Iglesia, que ya no tendremos que dar cuentas. Cada persona morirá algún día, y cada persona dará cuentas de lo que hizo en este cuerpo.
Dios nos hizo con un propósito en mente, desde el principio. Nada ha cambiado desde la creación del hombre, y eso es, que el hombre (Su creación) fue hecho para que le sirva. Como todas las cosas tanto como en esta vida, como en la eternidad, si algo no sirve, si no cumple su función, es desechada. Dios no mando a Su Hijo unigénito a la cruz para que le pertenezcamos solamente, sino para que tengamos la oportunidad de volver a nuestro propósito para existir. Si el Hijo y el Espíritu Santo existen para hacer la voluntad del Padre, ¿Qué queda para nosotros? Y si dudan, veamos lo que dice la Palabra: Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas. Efesios 2:8-10. Así que, el que enseñe otra cosa, que ya no hay que preocuparse de hacer nada más porque somos salvos por gracia, no está escuchando algo que proviene de Dios, sino de otro lado. A través de la fe y de Su don en Cristo Jesús, El nos da la oportunidad de poder hacer las buenas obras para las cuales fuimos creados, para la voluntad del Padre.
La Palabra es muy clara: vamos a dar cuentas de todo. Todo lo que hacemos estando en el conocimiento de Cristo, o cuenta a favor de nosotros o en contra de nosotros, dependiendo si es bueno o es malo. Esto dice la Palabra: El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre. Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala. Eclesiastés 12:13-14. Y si dudan porque este pasaje está en el Antiguo Testamento (como ciertos apostatas proponen), veamos lo siguiente: Por tanto procuramos también, o ausentes o presentes, serle agradables. Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo. 2 Corintios 5:9-10. Esto fue inspirado por el Espíritu Santo y escrito para la Iglesia. Lo que hacemos después de recibir la salvación de Cristo cuenta, y es imprescindible como parte del camino a la salvación. Esto también está escrito: No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Mateo 7:21. No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna. Gálatas 6:7-8.
Y esto también está escrito y aplica a todos lo que profesan tener fe en Cristo: Escribe al ángel de la iglesia en Sardis: El que tiene los siete espíritus de Dios, y las siete estrellas, dice esto: Yo conozco tus obras, que tienes nombre de que vives, y estás muerto. Sé vigilante, y afirma las otras cosas que están para morir; porque no he hallado tus obras perfectas delante de Dios. Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; y guárdalo, y arrepiéntete. Pues si no velas, vendré sobre ti como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti. Pero tienes unas pocas personas en Sardis que no han manchado sus vestiduras; y andarán conmigo en vestiduras blancas, porque son dignas. El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Apocalipsis 3:1-6. Así que, ¿importa mucho si le va bien o mal a una persona en esta vida? No, y especialmente en comparación a lo que sí más importa: la eternidad y lo que dirá Dios de nosotros en el juicio. La pregunta es: ¿Nuestro nombre seguirá escrito en el libro de la vida después del juicio? ¡Qué el Señor les bendiga! John