Basado en Job 25-26 (Versión Reina Valera 1960)
Respondió Bildad suhita, y dijo: El señorío y el temor están con él; Él hace paz en sus alturas. ¿Tienen sus ejércitos número? ¿Sobre quién no está su luz? ¿Cómo, pues, se justificará el hombre para con Dios? ¿Y cómo será limpio el que nace de mujer? He aquí que ni aun la misma luna será resplandeciente, ni las estrellas son limpias delante de sus ojos; ¿Cuánto menos el hombre, que es un gusano, y el hijo de hombre, también gusano? Respondió Job, y dijo: ¿En qué ayudaste al que no tiene poder? ¿Cómo has amparado al brazo sin fuerza? ¿En qué aconsejaste al que no tiene ciencia, y qué plenitud de inteligencia has dado a conocer? ¿A quién has anunciado palabras, y de quién es el espíritu que de ti procede? Las sombras tiemblan en lo profundo, los mares y cuanto en ellos mora. El Seol está descubierto delante de él, y el Abadón no tiene cobertura. Él extiende el norte sobre vacío, cuelga la tierra sobre nada. Ata las aguas en sus nubes, y las nubes no se rompen debajo de ellas. Él encubre la faz de su trono, y sobre él extiende su nube. Puso límite a la superficie de las aguas, hasta el fin de la luz y las tinieblas. Las columnas del cielo tiemblan, y se espantan a su reprensión. Él agita el mar con su poder, y con su entendimiento hiere la arrogancia suya. Su espíritu adornó los cielos; Su mano creó la serpiente tortuosa. He aquí, estas cosas son solo los bordes de sus caminos; ¡Y cuán leve es el susurro que hemos oído de él! Pero el trueno de su poder, ¿quién lo puede comprender?
¿Qué tienen en común Alejandro el Grande, Ashoka el Grande, Hannibal Barca, Julio César, Qin Shi Huang, Atila, Napoleón, Gengis Khan, y Mehmed? Todas estas personas son asociadas con grandes reinos e imperios, personas que habían sido parte o directamente responsables por la grandeza que alcanzaron. Eran personas con gran poder, gran riqueza, con un dominio casi absoluto durante la época de su reinado. Se puede decir que eran casi invencibles, a lo menos, en nuestros términos. Se debe entender que eran personas ejemplares en sus tácticas, en su inteligencia, y en su liderazgo, hablando en términos militares o de poderío humano, tanto así, que son recordadas hasta el día de hoy.
Pero ¿Qué otra cosa tienen en común, aparte de sus grandezas y logros? Hay otra cosa que los une a ellos y a nosotros, algo que es tan cierto y obvio a la misma vez. Ellos eran personas. Y como las personas que eran, a pesar de su grandes logros y poderío, un día llego su fin. En un momento, eran grandes y gloriosos, temidos y respetados, ricos y poderosos, pero, en otro momento, dejaron de respirar, sus corazones dejaron de palpitar, y yacen lo que queda de sus cuerpos en alguna parte, consumidos por los elementos y seres que están presentes en la tierra, tal como le dijo Dios un día al hombre que le pasaría a todos desde que entro el pecado en el mundo: Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás. Genesis 3:19. La ciencia y la tecnología avanzan, y algunos dominios crecen y aumentan, pero sigue pasando lo mismo, que a cada persona le llega su tiempo, haga lo haga; cada uno de nosotros crecemos, nos envejecemos, y también volveremos al polvo de donde nos hizo Dios, tal como le paso a nuestros antepasados, como también le sucederá a cada persona que vendrá después de nosotros, y no hay nada que podamos hacer al respecto.
Entonces, ¿A qué viene todo esto? Y ¿Qué se puede sacar de esto? Que la realidad es la realidad. Pero ¿qué hay que hacer al respecto? ¿Es sabio vivir la vida como muchos, que tratan de supuestamente disfrutar lo mas posible antes que les toquen sus días malos, y después dejen de ser? Esto dice la Palabra: Y he aquí gozo y alegría, matando vacas y degollando ovejas, comiendo carne y bebiendo vino, diciendo: Comamos y bebamos, porque mañana moriremos. Isaías 22:13. Esto es lo que la gran mayoría tratan de hacer. Pero, hay que siempre recordar que Dios es Dios, y que el hombre es hombre. Ese es el punto. Y ¿Qué es el hombre en comparación a Dios? Esto dice la Palabra: Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que tú formaste, digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre, para que lo visites? Salmo 8:3-4. Debemos recordar que hagamos lo que hagamos, nada somos, y esto no es una filosofía o letras de alguna canción melancólica nada más, sino una realidad, y especialmente cuando nos comparamos a la grandeza de Dios. Si reconocemos nuestra posición en el universo, no nos podemos dar el lujo de pensar de que algo somos y de que tenemos algún tipo de poder sobre lo inevitable. Pero este es el problema que existe hoy: Dice el necio en su corazón: No hay Dios. Se han corrompido, hacen obras abominables; no hay quien haga el bien. Jehová miró desde los cielos sobre los hijos de los hombres, para ver si había algún entendido, que buscara a Dios. Todos se desviaron, a una se han corrompido; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno. Salmo 14:1-3. Hay demasiada necedad, porque mucho piensan erróneamente que son algo, y aún peor, que no existe Dios, o que Dios es algo sin importancia. ¡No hay palabras para expresar el nivel de necedad que hoy existe! No sé en lo que nos estamos convirtiendo, pero algo es cierto, que hay mucha más debilidad mental, vanidad, y confusión que antes, y cada vez hay menos esperanza. Esa es la razón por lo cual el mundo está empeorando más rápidamente.
Hubo un hombre en la historia que reino prácticamente sobre el mundo, porque no había, y no habrá reino más perfecto que el que le fue dado. Todo el poder del mundo estaba en sus manos porque no existía otro reino que le podía hacer frente, y por eso que hasta Dios mismo lo califico como un reinado de oro. Pero, un día se olvido de Quien fue el responsable de todo lo que él tenía. Y esto nos dice la Palabra: …A ti se te dice, rey Nabucodonosor: El reino ha sido quitado de ti; y de entre los hombres te arrojarán, y con las bestias del campo será tu habitación, y como a los bueyes te apacentarán; y siete tiempos pasarán sobre ti, hasta que reconozcas que el Altísimo tiene el dominio en el reino de los hombres, y lo da a quien él quiere. En la misma hora se cumplió la palabra sobre Nabucodonosor, y fue echado de entre los hombres; y comía hierba como los bueyes, y su cuerpo se mojaba con el rocío del cielo, hasta que su pelo creció como plumas de águila, y sus uñas como las de las aves. Mas al fin del tiempo yo Nabucodonosor alcé mis ojos al cielo, y mi razón me fue devuelta; y bendije al Altísimo, y alabé y glorifiqué al que vive para siempre, cuyo dominio es sempiterno, y su reino por todas las edades. Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada; y él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces? En el mismo tiempo mi razón me fue devuelta, y la majestad de mi reino, mi dignidad y mi grandeza volvieron a mí, y mis gobernadores y mis consejeros me buscaron; y fui restablecido en mi reino, y mayor grandeza me fue añadida. Ahora yo Nabucodonosor alabo, engrandezco y glorifico al Rey del cielo, porque todas sus obras son verdaderas, y sus caminos justos; y él puede humillar a los que andan con soberbia. Daniel 4:31b-37. ¿Qué debe hacer el hombre por su propio bien? Recordar lo que él es, y lo que Dios es, y que contender con el Altísimo es extrema necedad donde habrá un solo perdedor, y ese es el hombre. Así que, ¿considerás la majestad de Dios y Su salvación, y lo que tú eres, para tu propio bien? ¡Qué el Señor les bendiga! John