Basado en Filemón 1:1-21 (Versión Reina Valera 1960)  

Pablo, prisionero de Jesucristo, y el hermano Timoteo, al amado Filemón, colaborador nuestro, y a la amada hermana Apia, y a Arquipo nuestro compañero de milicia, y a la iglesia que está en tu casa: Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo. Doy gracias a mi Dios, haciendo siempre memoria de ti en mis oraciones, porque oigo del amor y de la fe que tienes hacia el Señor Jesús, y para con todos los santos; para que la participación de tu fe sea eficaz en el conocimiento de todo el bien que está en vosotros por Cristo Jesús. Pues tenemos gran gozo y consolación en tu amor, porque por ti, oh hermano, han sido confortados los corazones de los santos. Por lo cual, aunque tengo mucha libertad en Cristo para mandarte lo que conviene, más bien te ruego por amor, siendo como soy, Pablo ya anciano, y ahora, además, prisionero de Jesucristo; te ruego por mi hijo Onésimo, a quien engendré en mis prisiones, el cual en otro tiempo te fue inútil, pero ahora a ti y a mí nos es útil, el cual vuelvo a enviarte; tú, pues, recíbele como a mí mismo. Yo quisiera retenerle conmigo, para que en lugar tuyo me sirviese en mis prisiones por el evangelio; pero nada quise hacer sin tu consentimiento, para que tu favor no fuese como de necesidad, sino voluntario. Porque quizá para esto se apartó de ti por algún tiempo, para que le recibieses para siempre; no ya como esclavo, sino como más que esclavo, como hermano amado, mayormente para mí, pero cuánto más para ti, tanto en la carne como en el Señor. Así que, si me tienes por compañero, recíbele como a mí mismo. Y si en algo te dañó, o te debe, ponlo a mi cuenta. Yo Pablo lo escribo de mi mano, yo lo pagaré; por no decirte que aun tú mismo te me debes también. Sí, hermano, tenga yo algún provecho de ti en el Señor; conforta mi corazón en el Señor. Te he escrito confiando en tu obediencia, sabiendo que harás aun más de lo que te digo.

¿Cuál era el asunto que tenía Filemón con Onésimo? Para entender más claro el asunto, hay que ver el trasfondo de ambas personas. De acuerdo a la tradición, y el entendimiento de algunos eruditos, Filemón era un cristiano en Asia Menor, uno de los tantos que se había convertido con el Apóstol Pablo, y el cofundador de la primera iglesia en Colosas, y también el obispo de tal iglesia que hospedaba en su casa. El era una persona de bien. Y Onésimo se cree que fue esclavo de Filemón. Onésimo también se convirtió al cristianismo a través del Apóstol Pablo en uno de sus encarcelamientos, cuando precisamente Onésimo estaba prófugo de Filemón. En ese tiempo que Onésimo estuvo prófugo, no solamente se convirtió, pero también se cree que fue uno de los fundadores de la iglesia en Éfeso junto con Pablo, y se cree que fue un obispo en la iglesia. El mal que se cree que Onésimo hizo fue que le robo una suma grande de dinero a Filemón y huyo de la propiedad para viajar a Roma. Ese fue el asunto que se cree que hubo entre los dos, de robo y de abandono.

Entonces, ¿Por qué Pablo enviaba de vuelta a Onésimo a Filemón? El propósito de Pablo, guiado por sus propias enseñanzas y doctrina, era que ya consideraba que era tiempo que Onésimo volviese adonde el pertenecía, y que devolviere el mal que habia hecho, y que lo hiciera sirviendo al Señor al lado de su amo Filemón. El deseo del Señor a través de Pablo era que estos dos hombres se reconciliaran en el Señor y que tuvieran una relación restaurada, pero a través de la misma fe que tenían, y que trabajaran juntos en la obra. Como más trasfondo histórico de lo que sucedió con estas dos personas, Filemón sí acepto a Onésimo de vuelta, y ambos sirvieron al Señor juntos. Y tal fue su unidad y fidelidad al Señor, que ambos dieron la vida por el Evangelio. Hay escritos que mencionan que Filemón, en compañía de Apia (esposa de Filemón), Arquipo, y Onésimo habían sido mártires en Colosas durante la primera persecución general en el reinado de Cesar Nerón. Ambos hombres dieron sus vidas por su fe en Cristo, y lo hicieron juntos. Y esto nos lleva al punto.

El Onésimo que salió del lado de Filemón no volvió siendo el mismo. Filemón no recibió a la misma persona de vuelta, y esto es lo que atestigua el Apóstol Pablo. Pablo da testimonio de su conversión, de su cambio de vida, y de su fidelidad al evangelio y hasta a él mismo, que este Onésimo se había convertido como un hijo para él. Y como lo habíamos mencionado antes, este Onésimo hasta ayudo a Pablo a fundar la iglesia en Éfeso, y ejerció hasta como obispo en tal lugar. Veamos por un momento los requisitos de un obispo, lo cual describirá el carácter de este Onésimo: Palabra fiel: Si alguno anhela obispado, buena obra desea. Pero es necesario que el obispo sea irreprensible, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, decoroso, hospedador, apto para enseñar; no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas, sino amable, apacible, no avaro; que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad (pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?); no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. También es necesario que tenga buen testimonio de los de afuera, para que no caiga en descrédito y en lazo del diablo.1 Timoteo 3:1-7. Así que, si estos son los requisitos para ser un obispo, y Onésimo sirvió como tal, entonces se había convertido no solamente en un creyente, pero aún más, en un hombre excepcional delante de Dios y de los hombres. Onésimo realmente fue una persona totalmente transformada y renovada a través de la obra del Espíritu Santo, pero claro, bajo su propia voluntad, al dejar a Dios obrar en su vida de tal manera.  

Entonces, ¿qué debemos poder ver muy claramente a través de todo esto? Que, si una persona se convierte legitimante al Señor, y se sujeta a El, Dios puede hacer grandes cosas. El propósito de Dios es hacer todo en nuestras vidas nuevo, distinto, renovado, y transformado. Dios desea traer un cambio de vida total en cada uno de nosotros, a través de la obra del Espíritu Santo y de Su Palabra. Esto establecen las propias Escrituras de sí mismas: Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra. 2 Timoteo 3:16-17. El Señor Jesucristo murió en la cruz y Dios imparte Su gracia para que podamos ser personas con nuevos comienzos, dejando atrás las cosas que solo producen muerte y destrucción, dejando atrás el pecado, y haciendo aquello que produce vida y luz. Y lo otro que Dios desea que suceda es que, a través de nuestro arrepentimiento y conversión, que restauremos a las personas que hemos dañado en nuestros antiguos malos caminos. El propósito de Dios es que se arregle y se repare lo dañado, que hagamos el bien a los que afectamos en otro tiempo. Y claro debiera estar, si una persona ha tenido tal cambio en su vida como este Onésimo, ¿Cómo Filemón no pudiera aceptar tal persona de vuelta en su vida? Para que Pablo diera tal testimonio de este Onésimo, era porque realmente había cambiado, y porque le iba ahora ser de gran bien y de bendición a su amo Filemón. Dios puede restaurar todo si una persona realmente se arrepiente de todos sus pecados, y trata de rehacer el daño que hizo, restaurando el mal que cometió. ¡Todo sería muy distinto si todo creyente buscare realmente hacer la voluntad de Dios! Así que, ¿estás viviendo una fe verdadera, que le demuestra a Dios y a todos alrededor tuyo que eres una nueva persona, haciéndole el bien a aquellos que dañaste antes? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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