Basado en Juan 14:1-12 (Versión Reina Valera 1960)
No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis. Y sabéis a dónde voy, y sabéis el camino. Le dijo Tomás: Señor, no sabemos a dónde vas; ¿cómo, pues, podemos saber el camino? Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le habéis visto. Felipe le dijo: Señor, muéstranos el Padre, y nos basta. Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre? ¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras. Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí; de otra manera, creedme por las mismas obras. De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aún mayores hará, porque yo voy al Padre.
Billy Graham escribió esto: Cuando miramos hacia atrás a nuestras experiencias en la jornada de la vida, tal vez lamentemos las decisiones que tomamos, pero recuerde, que eso fue entonces, esto es ahora. Podemos recordar las ocasiones cuando fallamos a nuestras familias, pero eso fue entonces, esto es ahora. Alguien que este leyendo este libro tal vez diga: Pero yo rechace a Cristo toda mi vida. Es demasiado tarde para mí. Le digo, amigo mío, que eso fue entonces, esto es ahora. Las promesas de la Biblia fueron ciertas entonces, son ciertas ahora, y serán ciertas para siempre. Uno de los problemas más grandes probablemente que tenemos hoy es el asunto de prestar atención, especialmente para aquellos que se llaman ser cristianos. Como hizo hincapié el predicador, llamando a la observación de la vida, ¿Nos dámos cuenta en realidad de lo que hemos hecho? ¿Reflexionámos en nuestras decisiones y hechos que hicimos durante nuestra vida?
En el pasaje de hoy que vimos en Juan, leímos que, a pesar de haber convivido con el Señor, Felipe todavía no veía las cosas claras. No se daba cuenta, o le puso poco valor al que estaba delante de sus ojos, tomo por asentado los increíbles hechos de Dios mismo. Ya que en aquel entonces el Señor había hecho incontables milagros, y prodigios, y hasta resurrecciones, y como que todavía no le bastaba. ¿Cuándo en la historia del hombre había sucedido todo lo que el Señor hizo? Ni aún los grandes profetas como Moisés y Elías habían hecho las cosas que hizo el Señor. Pero, no obstante, pareciera que a Felipe todavía no le bastaba, o que merecía tener más. Pero no juzgo a Felipe, sino a través del Espíritu, trato de traer conciencia a lo que se hace hoy en día. ¿Qué tenemos hoy que Felipe todavía no había visto hasta ese momento? El conocimiento de que el Señor murió por nuestros pecados, y fue sepultado, y al tercer día, Dios Padre le levanto de los muertos, y ascendió al cielo, tomando Su lugar a la diestra del trono de Dios. Y ¿Qué más tenemos hoy? Tenemos el Espíritu Santo a plenitud actuando en el mundo entero y la completa revelación de Dios al hombre, Su Santa Palabra, desde el Genesis hasta el Apocalipsis, y como tal, se estima que ha sido completamente traducido a por lo menos 756 lenguajes. Y si tenemos todo esto, ¿Por qué vivimos en general los cristianos como si solo tuviéremos este mundo y nada más? ¿Por qué vivimos vidas centradas tanto en el presente, con muy poca mira hacia el reino de Dios? Tenemos hoy muchas cosas más que lo que pudiera haber hasta soñado Felipe, y los demás discípulos en aquel entonces. Y ellos que tuvieron menos, eso sí, no escatimarón ni aún en entregar sus propias vidas por su fe en Cristo. Tenemos hoy el conocimiento más grande de las cosas de Dios que jamás el hombre allá tenido.
¿Qué es lo que debiera pasar con el cristiano, con el que dice creer en Cristo? ¿No debiera ir cambiando a través del tiempo su enfoque, de las cosas del mundo a las cosas de Dios? ¿No debemos erguirnos aún más en lo que sabemos y creemos, y hacer obras que demuestren tal fe? Esto dijo el Apóstol Pablo: Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día. Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria. 2 Corintios 4:16-17. Este es una de las más grandes dadivas de la fe, de que, aunque nuestras habilidades humanas van decayendo con el tiempo (a todos nos vendrá la vejez y moriremos en algún momento), el vigor de nuestra alma debe sobrepasar este mundo pasajero. Cuando un cristiano envejece o se enferma, no debe decaer su ánimo, sino que debe ver aún más cerca la esperanza que aguardamos. Esto dice la Palabra: ¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es Jehová, el cual creó los confines de la tierra? No desfallece, ni se fatiga con cansancio, y su entendimiento no hay quien lo alcance. Él da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas. Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán. Isaías 40:28-31. Claro que pesa el cuerpo, y las tribulaciones de este mundo, y la enfermedad, y los golpes de la vida, por decir, pero con Cristo en nuestra vida, y con la esperanza que tenemos en la vida eterna, debemos aumentar en fuerzas internas, y en el vigor de nuestra fe. El es nuestra fuerza, nuestro poder, nuestra gloria, y nuestra esperanza, y El es Dios, el Dios Omnipotente, el Creador de los cielos y la tierra, el que ha vencido hasta el sepulcro y la muerte, y el que reina por los siglos de siglos. Si nuestra vista está en El, debiéramos aumentar en Su poder mientras va transcurriendo el tiempo. Esto dice la Palabra: Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Hebreos 12:1-2.
Pero como dijo el predicador, si has vivido antes otro tipo de vida, que no haya demostrado el poder de Dios, si has vivido más bien para el mundo y para sus deleites y afanes, eso fue entonces, y esto es ahora. Ahora es el momento para desechar el pasado y dejar atrás el pecado, y poner nuestros ojos en el Señor, en el cual tenemos todo el poder de lo más grande en todo el universo, y especialmente sabiendo que daremos cuentas por todo lo que hemos hecho, sea bueno o sea malo. Dios nos va a preguntar, ¿Qué hiciste con el Evangelio? ¿Qué hiciste con el conocimiento del sacrificio de Mi Hijo? Esto dice la Palabra: Porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí. Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos. Porque Cristo para esto murió y resucitó, y volvió a vivir, para ser Señor así de los muertos como de los que viven. Romanos 14:7-9. Mientras se acerca ese momento donde todos daremos cuentas, debes pensar por tu propio bien, ¿Qué he hecho con mi vida? ¿Estoy listo para encontrarme con el Dios y Juez de todo el universo? ¡Qué el Señor les bendiga! John ¡Dios bendiga a Israel!