Basado en 3 John (Versión Reina Valera 1960)

 

El anciano a Gayo, el amado, a quien amo en la verdad. Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma. Pues mucho me regocijé cuando vinieron los hermanos y dieron testimonio de tu verdad, de cómo andas en la verdad. No tengo yo mayor gozo que este, el oír que mis hijos andan en la verdad. Amado, fielmente te conduces cuando prestas algún servicio a los hermanos, especialmente a los desconocidos, los cuales han dado ante la iglesia testimonio de tu amor; y harás bien en encaminarlos como es digno de su servicio a Dios, para que continúen su viaje. Porque ellos salieron por amor del nombre de Él, sin aceptar nada de los gentiles. Nosotros, pues, debemos acoger a tales personas, para que cooperemos con la verdad. Yo he escrito a la iglesia; pero Diótrefes, al cual le gusta tener el primer lugar entre ellos, no nos recibe. Por esta causa, si yo fuere, recordaré las obras que hace parloteando con palabras malignas contra nosotros; y no contento con estas cosas, no recibe a los hermanos, y a los que quieren recibirlos se lo prohíbe, y los expulsa de la iglesia. Amado, no imites lo malo, sino lo bueno. El que hace lo bueno es de Dios; pero el que hace lo malo, no ha visto a Dios. Todos dan testimonio de Demetrio, y aun la verdad misma; y también nosotros damos testimonio, y vosotros sabéis que nuestro testimonio es verdadero. Yo tenía muchas cosas que escribirte, pero no quiero escribírtelas con tinta y pluma, porque espero verte en breve, y hablaremos cara a cara. La paz sea contigo. Los amigos te saludan. Saluda tú a los amigos, a cada uno en particular.

 

¿Qué es el bien y el mal? Yo recuerdo cuando llevaba poco tiempo en la universidad, que tome algo de filosofía. Recuerdo que nuestro profesor comenzó a desafiarnos (no de una manera atacante, para ser justo) para que nos preguntáramos de donde es que los humanos sacan la moral. El hacía preguntas muy difíciles, tratando de hacer contemplar de donde sacábamos nuestras propias ideas y por qué. Un día, él hizo una pregunta muy difícil. El pregunto: Si hubiese cinco personas distintas en una situación aislada donde tu solo puedes salvar a uno de ellos, ¿Cómo escogerías a quien salvar y por qué? Se entiende que muchos no sabían que decir. ¿Qué es el bien y el mal? Esa es una pregunta difícil en nuestra sociedad hoy. En su esencia, es muy subjetivo. Todos tiene muchas opiniones distintas, y creo que ahí comienza el desafío: en la opinión. Por supuesto, todos tienen derecho a opinar. Esa es la belleza de la libertad. El poder tener una opinión es un derecho precioso, pero no al costo de la realidad; y ahí es que una multitud de asuntos suben a la superficie. Todos tienen una opinión distinta de la realidad. Entre aquellos que se creen más científicos, su opinión descansa sobre lo que se puede probar físicamente, y así es como determinan lo bueno y lo malo. Otros estructuran su opinión sobre sus ambientes, sus circunstancias, o sus sentimientos. Por ejemplo, la opinión de una persona puede ser afectada por la manera que un ser querido es afectado; así que, asumen como correcto lo que hace el ser querido, a pesar de que esté haciendo muy mal. El mal es justificado a través del “amor”. ¿Qué está bien o mal? Para nivelar el campo, establezcamos que Dios es real; que Él es una realidad.

 

El primer punto es entender que una persona debe poder verse a sí misma lo que cree, por el modo que vive su vida. Uno de los problemas más grandes que enfrentamos como personas, es que no contemplamos nuestras acciones, y porque hacemos lo que hacemos individualmente. Parece ridículo, pero es verdad. Ese es el gran valor que adquirí con mi breve encuentro con la filosofía. No me hizo titubear en mi fe; sino me hizo pensar en el “porque”. Escuché esto una vez: El lograr entender el porque es poder. Sin tener una respuesta válida para el “porque”, una persona está viviendo, nada más, pero no hay vida en su vivir. Así que, la Palabra de Dios dice: Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego. Así que, por sus frutos los conoceréis. Mateo 7:16-20. No importa cuánto una persona diga que cree algo; lo que importa es lo que hace; sus acciones.

 

Dios desafía al hombre a entender el porque por su propio bien. Y como Dios, Él trata de traer el “porque” a la luz; para mejor o para peor. Así que el bien y el mal es una pregunta aún más profunda de lo que muchos creen que es. El Señor expuso esta verdad: No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad. Mateo 7:21-23. Las buenas y malas acciones no son el todo para Dios. Lo que Dios busca es el “intento del corazón”; el porque. Porque aún haciendo lo “correcto” se puede hacer por la razón equivocada, y eso invalida la buena acción delante de los ojos de Dios. Dios explica que el bien y el mal está más centrado en el vivir una realidad con Él; viviendo una relación genuina y personal con Él, al no solamente creer en Él (porque lo demonios creen y tiemblan ante Él; algo que muchas personas no hacen, aún aquellos que profesan creer en Dios), sino también al desear agradarle al seguir Su Palabra. Y como el Padre amante que es, lo que Él nos enseña a través de Su Palabra es para nuestro bien, para que podamos convertirnos en la pieza maestra que Él desea que seamos; y que podamos resistir cualquier cosa que nos venga. Porque escrito esta:Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina. Mateo 7:24-27.

 

Así que, el bien y el mal está centrado en amar a Dios y hacer lo que nos enseña. Y la manera de como determinar eso es, al observarte cara a cara; y observar a los demás; cara a cara. Porque escrito esta: Y en esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos. El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él; pero el que guarda su palabra, en éste verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado; por esto sabemos que estamos en él. Él que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo. 1 Juan 2:3-6. Así que, ¿Estás viviendo una fe verdadera en Cristo, realmente haciendo lo que Él enseño? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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