Basado en 1 Pedro 3:13-18 (Versión Reina Valera 1960)
¿Y quién es aquel que os podrá hacer daño, si vosotros seguís el bien? Mas también si alguna cosa padecéis por causa de la justicia, bienaventurados sois. Por tanto, no os amedrentéis por temor de ellos, ni os conturbéis, sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros; teniendo buena conciencia, para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, sean avergonzados los que calumnian vuestra buena conducta en Cristo. Porque mejor es que padezcáis haciendo el bien, si la voluntad de Dios así lo quiere, que haciendo el mal. Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu;
Nick Vujicic (uno de mis héroes en la fe) dijo: Muchas veces me preguntan cómo puedo mantenerme contento a pesar de no tener brazos y piernas; la respuesta rápida es que tengo una elección, puedo escoger tener rabia por no tener extremidades, o puedo sentir agradecimiento que tenga un propósito; escojo sentir agradecimiento. Muchas veces, las personas les cuesta mantener su fe en Dios porque algo salió mal, o porque ciertas oraciones no fueron contestadas, o porque se cansan de hacer lo bueno y no ven recompensa.
He escuchado a muchos que no pueden llegar a creer en Dios porque algo trágico paso en sus vidas. Puede que envuelva la muerte inesperada o fuera de tiempo de algún ser querido; y sintieron que Dios debiera haber intervenido de alguna manera. He escuchado historias como: Yo perdí a un padre por enfermedad cuando era joven, y Dios no escucho mi oración para sanarlo. Otros juzgan a Dios con las ocurrencias globales como el hambre, la enfermedad, las guerras, etc. Y preguntan: Si Dios existe, y Él es supuestamente bueno, ¿Por qué permite que estas tragedias ocurran? Recuerdo hablar con un compañero de trabajo de origen hebreo que me dijo: ¿Dónde estaba Dios en el Holocausto? Y ¿Cómo Él pudo permitir que millones, incluyendo a mujeres y niños, fueran torturados y muertos por los Nazis? Los creyentes luchan con su fe en Dios también cuando no todo va bien. A veces las oraciones quedan sin contestar. Las oraciones no son escuchadas, y mucho sufrimiento ocurre por la falta de respuesta. Y por supuesto, sienten que sus oraciones debieran haber sido contestadas, porque pidieron por cosas necesarias. Los creyentes juzgan a Dios porque “Él dejo” que alguien muriera, o “Él no proveyó” para la necesidad, o “Él no ayudo” a tiempo. Le atribuyen a Dios la falla. Otros se rinden en tener una fe ferviente porque no ven la recompensa. Algunos levantan las manos después de un tiempo y dicen: ¡Me rindo! Piensan: ¿Qué he ganado con vivir de una manera distinta, tratando de agradar a Dios, si estoy peor que los demás, y no tengo lo que necesito? Así que, seden con ciertas cosas pensando que el transigir les permitirá tener lo que necesitan. Como ejemplo, algunos creyentes se casan con incrédulos o practican el pecado, pensando que lograran lo que quieren. Se justifican basados en que Dios no les proveyó, y que tuvieron que arreglar el asunto con sus propias manos.
Creo que, si hicieran una encuesta del desempeño de Dios, no creo que vaya muy bien. Creo que muchos dirían que Su desempeño es en lo más mínimo, por debajo del estándar; que Él claramente no es todo lo que debiera ser. Unos de los asuntos que causan este modo de pensar es: lo que consideramos éxito. El éxito es basado en poder tener todo lo que una persona debería tener en esta vida, aquí y ahora. El éxito se ve en que todo vaya bien: en la familia, la salud, las riquezas y posesiones, el poder, la carrera, la fama, en el poder hacer lo que quieres, conseguir lo que quieras o necesites, etc. Y si no logras tener una “buena cantidad” de cualquiera de esas cosas, entonces no eres considerado ser exitoso. Y por supuesto, cualquier dios es juzgado sobre los méritos de cómo te ayudo alcanzar cierto nivel de éxito. Así que, las personas usan este estándar no mencionado, pero muy real con Dios: Si Tu (Dios) no me puedes ayudar lograr lo que yo creo que es el éxito, entonces no seré tan devoto o no tendré ninguna devoción a ti. Hay muchas cosas que no se dicen; pero los hechos articulan muy bien las intenciones del corazón.
Y ahora, donde nuestro pasaje de hoy se refiera más claramente (pero enlaza con lo previo), ¿Qué pasaría si sufrimos por hacer el bien? Esto va más allá de que le cueste creer en Dios, tener dificultad en seguir a Dios porque Él no hace lo que necesitas, o no ser tan fiel con Él porque al hacer el bien no se logró un resultado esperado. Este pasaje tiene que ver con un seguidor que le es fiel a Dios, y ser castigado o perseguido por hacer el bien. Básicamente, ser castigado por hacer el bien. ¿Qué entonces? ¿Esto no es aún más traumatizante, de ser tratado como un criminal por tratar de llevar a otros a Cristo, o sufrir el mal por hacer lo que le place a Dios?
La respuesta para todos debiera rondar alrededor de una cosa: el amor. Aparte de todas las cosas que pueden salir mal, cosas que remecen tu fe, preguntas que quedan sin respuestas, o el sufrir por hacer el bien; el amor de Dios a través de Jesucristo debiera ser el solo hecho que nos ayuda a entender lo que realmente importa. Dios existe. Establezcamos eso por lo menos. Y la historia nos dice que hubo un Jesús de Nazaret que hizo increíbles milagros, pero aún más importante, que murió por la humanidad, para que pudiéramos ser salvos. El no murió en la cruz para que tuvieramos éxito a nivel humano aquí en la tierra, sino más bien, para que pudiéramos vivir eternamente, salvos de nuestros pecados. Y lo hizo mientras tenía la opción de no hacerlo. El Señor pudiera haber desistido y no pasar el horrendo sacrificio de la cruz. Y sin eso, lo único que te quedaría es este mundo muy temporal y realmente imperfecto, lleno de todas las cosas que hace la vida desagradable. Y después de todo, ir al infierno, a un lugar eternamente separado de Dios. Pero gloria a Dios que Cristo siguió hacia la cruz. Así que, nos animan de esta manera: Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar. Hebreos 12:1-3.
Así que, cuando las cosas se ponen duras, recuerda lo que Cristo hizo por ti. No te rindas, porque Él no se rindió por ti. A través de Su sacrificio, Él te dio mucho más de lo que pensarías que necesitabas. ¿No es el amor de Dios mucho más que suficiente para seguir adelante; un amor que abrió la puerta para la eternidad para ti y para mí? ¡Qué el Señor les bendiga! John