Basado en Eclesiastés 7:15-18, 8:10-13 (Versión Reina Valera 1960)

 Todo esto he visto en los días de mi vanidad. Justo hay que perece por su justicia, y hay impío que por su maldad alarga sus días. No seas demasiado justo, ni seas sabio con exceso; ¿por qué habrás de destruirte? No hagas mucho mal, ni seas insensato; ¿por qué habrás de morir antes de tu tiempo? Bueno es que tomes esto, y también de aquello no apartes tu mano; porque aquel que a Dios teme, saldrá bien en todo.

Asimismo he visto a los inicuos sepultados con honra; más los que frecuentaban el lugar santo fueron luego puestos en olvido en la ciudad donde habían actuado con rectitud. Esto también es vanidad. Por cuanto no se ejecuta luego sentencia sobre la mala obra, el corazón de los hijos de los hombres está en ellos dispuesto para hacer el mal. Aunque el pecador haga mal cien veces, y prolongue sus días, con todo yo también sé que les irá bien a los que a Dios temen, los que temen ante su presencia; y que no le irá bien al impío, ni le serán prolongados los días, que son como sombra; por cuanto no teme delante de la presencia de Dios.

Creo que ha habido muchas personas que han observado que aquellos que hacen el mal no son juzgados rápidamente. Como hecho, creo que muchos se han preguntado si algo les va a pasar a aquellos que hacen maldad. A veces, parece que todo les trabaja a los que hacen el mal. Se ven felices, y son capaces de lograr sus metas casi sin esfuerzo. Parece que la vida le es mejor para aquellos que hacen el mal, que para aquellos que tratan de hacer el bien. El escritor de Eclesiastés (el rey Salomón) observa esto en el pasaje de hoy. ¿Por qué es así?

Dios es misericordioso y le da a todos una oportunidad para arrepentirse, aun aquellos que parecen ser muy malos. Dios sabe lo horrible que es el precio del pecado y les da esa oportunidad para que puedan ver la luz y volverse de sus malos caminos. Dios es amor. 

Sin embargo, por esta “aparente” injusticia, muchos pierden la esperanza en hacer lo correcto. Muchos se apartan de Dios pensando que pierden mucho en la vida al tratar de seguirle. Muchos cristianos también viven una vida comprometiendo los valores Bíblicos de Dios, escogiendo entre una y otra cosa lo que quieren hacer. Creen que la vida es un balance entre el bien y el pecado, y que pueden tener lo mejor de ambos mundos. Creen que pueden conseguir lo que quieren aquí en la tierra al evitar los inconvenientes desafíos que vienen con seguir demasiado de cerca a Dios; y a la misma vez, que Dios va a ser tan amoroso, bueno, y perdonador, y que ellos entraran al cielo de la misma manera. Esto es un problema. 

Aunque Dios es amor (Él es maravilloso e increíblemente amoroso); Dios también es Santo. Y como tal, y aunque lo primero que debemos aprender es amar a Dios con todo lo que somos, también debemos temerle a Dios. El amor y el temor van mano en mano cuando se lidia con el Todopoderoso y Eterno Dios del universo. Dios no puede olvidar quien es, especialmente cuando las personas piensan que pueden manipularlo. La Biblia enseña lo siguiente: Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios. El que viola la ley de Moisés, por el testimonio de dos o de tres testigos muere irremisiblemente. ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia? Pues conocemos al que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor. Y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo. ¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo! Hebreos 10:26-31. 

El Señor mismo nos enseñó lo siguiente: Mas os digo, amigos míos: No temáis a los que matan el cuerpo, y después nada más pueden hacer. Pero os enseñaré a quién debéis temer: Temed a aquel que después de haber quitado la vida, tiene poder de echar en el infierno; sí, os digo, a éste temed. Lucas 12:4-5. El único que tiene el poder y la potestad de matar y de echar al infierno es Dios; no Satanás. Satanás solo te puede tentar, y tratar de implantar pensamientos e ideas en tu vida para que puedes caer, pero no tiene poder ni autoridad sobre ti. Aquí es donde entra el poder de la decisión. Podemos escoger caer en las tentaciones de Satanás y ceder al pecado, o volvernos. ¡Eso es asunto tuyo! El Señor también explico lo siguiente: Respondió entonces Jesús, y les dijo: De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente. Porque el Padre ama al Hijo, y le muestra todas las cosas que él hace; y mayores obras que estas le mostrará, de modo que vosotros os maravilléis. Porque como el Padre levanta a los muertos, y les da vida, así también el Hijo a los que quiere da vida. Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo, para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió. De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, más ha pasado de muerte a vida. De cierto, de cierto os digo: Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oyeren vivirán. Porque como el Padre tiene vida en sí mismo, así también ha dado al Hijo el tener vida en sí mismo; y también le dio autoridad de hacer juicio, por cuanto es el Hijo del Hombre. No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; más los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación.Juan 5:19-29. Así que, es el Hijo del Hombre (el Señor Jesús) quien juzgará. Pablo también nos dió una clara advertencia como cristianos (él mismo incluido) de lo que sucederá en el futuro (así que, no te dejes engañar por malas enseñanzas). Porque escrito esta: Por tanto procuramos también, o ausentes o presentes, serle agradables. Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo. 2 Corintios 5:9-10. Todos daremos cuenta por lo que hicimos aquí en la tierra; tanto cristianos como incrédulos.

Así que, si le tememos a Dios, podremos “saber” cómo complacerle y escapar del presente y futuro juicio. Porque también está escrito: El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza. Proverbios 1:7. ¿Le temes a Dios? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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