Basado en Hechos 14:1-23 (Versión Reina Valera 1960)
Aconteció en Iconio que entraron juntos en la sinagoga de los judíos, y hablaron de tal manera que creyó una gran multitud de judíos, y asimismo de griegos. Más los judíos que no creían excitaron y corrompieron los ánimos de los gentiles contra los hermanos. Por tanto, se detuvieron allí mucho tiempo, hablando con denuedo, confiados en el Señor, el cual daba testimonio a la palabra de su gracia, concediendo que se hiciesen por las manos de ellos señales y prodigios. Y la gente de la ciudad estaba dividida: unos estaban con los judíos, y otros con los apóstoles. Pero cuando los judíos y los gentiles, juntamente con sus gobernantes, se lanzaron a afrentarlos y apedrearlos, habiéndolo sabido, huyeron a Listra y Derbe, ciudades de Licaonia, y a toda la región circunvecina, y allí predicaban el evangelio. Y cierto hombre de Listra estaba sentado, imposibilitado de los pies, cojo de nacimiento, que jamás había andado. Este oyó hablar a Pablo, el cual, fijando en él sus ojos, y viendo que tenía fe para ser sanado, dijo a gran voz: Levántate derecho sobre tus pies. Y él saltó, y anduvo. Entonces la gente, visto lo que Pablo había hecho, alzó la voz, diciendo en lengua licaónica: Dioses bajo la semejanza de hombres han descendido a nosotros. Y a Bernabé llamaban Júpiter, y a Pablo, Mercurio, porque éste era el que llevaba la palabra. Y el sacerdote de Júpiter, cuyo templo estaba frente a la ciudad, trajo toros y guirnaldas delante de las puertas, y juntamente con la muchedumbre quería ofrecer sacrificios. Cuando lo oyeron los apóstoles Bernabé y Pablo, rasgaron sus ropas, y se lanzaron entre la multitud, dando voces y diciendo: Varones, ¿por qué hacéis esto? Nosotros también somos hombres semejantes a vosotros, que os anunciamos que de estas vanidades os convirtáis al Dios vivo, que hizo el cielo y la tierra, el mar, y todo lo que en ellos hay. En las edades pasadas él ha dejado a todas las gentes andar en sus propios caminos; si bien no se dejó a sí mismo sin testimonio, haciendo bien, dándonos lluvias del cielo y tiempos fructíferos, llenando de sustento y de alegría nuestros corazones. Y diciendo estas cosas, difícilmente lograron impedir que la multitud les ofreciese sacrificio. Entonces vinieron unos judíos de Antioquía y de Iconio, que persuadieron a la multitud, y habiendo apedreado a Pablo, le arrastraron fuera de la ciudad, pensando que estaba muerto. Pero rodeándole los discípulos, se levantó y entró en la ciudad; y al día siguiente salió con Bernabé para Derbe. Y después de anunciar el evangelio a aquella ciudad y de hacer muchos discípulos, volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía, confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándoles a que permaneciesen en la fe, y diciéndoles: Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios. Y constituyeron ancianos en cada iglesia, y habiendo orado con ayunos, los encomendaron al Señor en quien habían creído.
Marco Tulio Cicerón dijo: La función de la sabiduría es poder discriminar entre el bien y el mal. Si nos guiamos por lo que dijo Cicerón, no se vio mucha sabiduría en el público que estuvo presente en nuestro pasaje de hoy. ¿Cuál fue el problema? ¿Cómo pudo haber tantas distintas reacciones, cambios de ánimo, y aparentes malos entendidos? Por lo menos, no luce que haya habido un problema de lenguaje. Entonces, ¿Qué fue? El grave problema que hubo, y que todavía hay hoy en día es la disposición del hombre. La disposición del hombre es conducida por algo que solo le pertenece a él. Dentro del gran espectro del poder y dominio de Dios en el cual todo lo que Dios ha establecido está sujeto al gran diseño cósmico, existe la medida de libertad a lo cual muchos se refieren como al libre albedrio. Y el libre albedrio está bajo del dominio del pensamiento y el raciocinio del hombre. Dios hizo a las personas con la capacidad de pensar, de sentir, de poder interpretar lo que desea interpretar y como interpretarlo. Desgraciadamente, este raciocinio es muchas veces guiado por la concupiscencia o a la afinidad al pecado que cada ser humano posee dentro de su ser. En vez de escuchar el anhelo del alma que desea desesperadamente ser redimida del castigo del pecado, cede más bien a la maldad de sus pensamientos y al pecado dentro de sus miembros. O sea, es guiado por el querer satisfacer los malos designios contenidos dentro de su ser, los cuales solo pueden ser entretenidos temporalmente a través de los cinco sentidos físicos.
Podemos ver los designios de los distintos grupos envuelto en la historia de esta manera. Habían judíos que sencillamente se rebelaban a creer, hicieran lo que hicieran los apóstoles. Había una envidia o rabia muy interna en ellos, lo cual se extendía desde aquellos que fueron instrumentales en la muerte del Señor (aunque todos somos responsables, pero estos en particular envidiaban a Cristo), y su maldad se trasmitía de la misma manera a otros como ellos. Estaban otras personas que estaban consumidas con la idolatría y toda la vanidad que venía con aquello. Entre la idolatría, existía mucho la exploración de los placeres, incluyendo los placeres desviados del sexo y las sustancias. Muchos de los ritos consistían de orgias, borracheras, exploración de sustancias estupefacientes, glotonerías, desenfreno, etc. Y bueno, entre el desvarió moral y espiritual, la maldad y envidia de los judíos, todo se fue en: de adorarlos como a dioses hasta llegar a matar a Pablo (era una multitud muy mercurial), el cual fue resucitado en esta ocasión. Y en su minoría, hubo algunos que sí pudieron entender lo que Pablo y Bernabé predicaban, y lograron no solo creer en Cristo, pero también ser sanados (como en el hombre cojo, donde comenzó el problema por decir).
Hoy en día sucede el mismo problema. Hay una gran tupición espiritual porque hay muchas personas que tienen la disposición de su corazón solo enfocados en la maldad, en el complacer sus malos deseos, y en rebeldía en contra de Dios. Vemos esta aclaración en la Escrituras: Entonces, acercándose los discípulos, le dijeron: ¿Por qué les hablas por parábolas? El respondiendo, les dijo: Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos; mas a ellos no les es dado. Porque a cualquiera que tiene, se le dará, y tendrá más; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. Por eso les hablo por parábolas: porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden. De manera que se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dijo: De oído oiréis, y no entenderéis; y viendo veréis, y no percibiréis. Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, y con los oídos oyen pesadamente, y han cerrado sus ojos; para que no vean con los ojos, y oigan con los oídos, y con el corazón entiendan, y se conviertan, y yo los sane. Mateo 13:10-15. En fin, hay muchos que no tienen ningún problema con el lenguaje, ni con el entendimiento, ni con el poder hacer un cambio; sino sencillamente, tienen el corazón engrosado en su pecado, con muy poca disposición de escuchar las razones del Todopoderoso. Y con esto entendemos que, aunque Dios es amor, también tiene un límite con la rebelión constante. Pero, Dios sigue llamando al arrepentimiento porque desea el bien para el hombre, y no el castigo eterno.
La pregunta de hoy es: ¿Dónde está la disposición de tu corazón, en Dios o en algo más? ¡Qué el Señor les bendiga! John