Basado en Romanos 1:1-7 (Versión Reina Valera 1960)

Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado para el evangelio de Dios, que él había prometido antes por sus profetas en las santas Escrituras, acerca de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que era del linaje de David según la carne, que fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos, y por quien recibimos la gracia y el apostolado, para la obediencia a la fe en todas las naciones por amor de su nombre; entre las cuales estáis también vosotros, llamados a ser de Jesucristo; a todos los que estáis en Roma, amados de Dios, llamados a ser santos: Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.

Watchman Nee una vez dijo: Tratando de seguirle (a Dios) sin negarse a sí mismo es la raíz de todos los fracasos. Para poder entender el libro de Romanos aún mejor, hay que entender quién es el escritor (aunque toda Escritura fue inspirada por Dios). El Apóstol Pablo no fue siempre, el Apóstol Pablo. E inclusive, antes de convertirse al Señor, él era Saulo de Tarso. Él era posiblemente el enemigo más grande que tenía la cristiandad en ese tiempo. Pablo cuenta un poco de cómo era en el siguiente pasaje: Yo ciertamente había creído mi deber hacer muchas cosas contra el nombre de Jesús de Nazaret; lo cual también hice en Jerusalén. Yo encerré en cárceles a muchos de los santos, habiendo recibido poderes de los principales sacerdotes; y cuando los mataron, yo di mi voto. Y muchas veces, castigándolos en todas las sinagogas, los forcé a blasfemar; y enfurecido sobremanera contra ellos, los perseguí hasta en las ciudades extranjeras. Hechos 26:9-11. Él no hacía por maldad lo que había hecho con la Iglesia. Si no más bien, él pensaba que servía al Dios de sus padres al perseguir algo que era visto como pagano y blasfemo, algo que iba en contra de su Dios.

La Biblia da el recuento de la conversión de Pablo de esta manera: Saulo, respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor, vino al sumo sacerdote, y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, a fin de que si hallase algunos hombres o mujeres de este Camino, los trajese presos a Jerusalén. Mas yendo por el camino, aconteció que al llegar cerca de Damasco, repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo; y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Él dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón. El, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer. Y los hombres que iban con Saulo se pararon atónitos, oyendo a la verdad la voz, mas sin ver a nadie. Entonces Saulo se levantó de tierra, y abriendo los ojos, no veía a nadie; así que, llevándole por la mano, le metieron en Damasco, donde estuvo tres días sin ver, y no comió ni bebió. Hechos 9:1-9.

¿Qué sucedió? Pablo tuvo un encuentro con Dios. Pero no solamente eso, algo paso en el corazón de Pablo que cambio completamente el rumbo de su vida. Él supo reconocer y respetar al que había salido a encontrarse con él. Supo reconocer a Dios como Dios tiene que ser reconocido; como Señor. Y no solamente le llamo Señor, sino que le obedeció como tal. No hubo preguntas. No hubo discusión. Pablo no expreso su opinión en ningún momento. No hubo un: déjame primero meditar lo que me estas pidiendo, y si me parece, lo haré. A pesar que era un hombre grandemente reverenciado en su sociedad, una autoridad religiosa y política, un hombre de poder, y posiblemente, hasta de cierta riqueza, él tuvo la capacidad de respetar la visión y saber que era Alguien que tenía la autoridad suprema. Que no era solo una luz radiante, sino más bien, era Jesús, el unigénito Hijo de Dios. Y esto fue suficiente para cambiar el completo rumbo de su vida. En un momento clave, se rindió totalmente al señorío del Señor.

Esto es uno de los más grandes problemas que tiene la cristiandad hoy en día, a lo menos, el cristianismo en los países desarrollados. Los llamados creyentes no ven a Dios como Dios. Ha ocurrido un fenómeno, que ha minimizado a Dios en la fe de muchos. Se ve al Señor como un salvador, como un siervo, como un ser casi igual a nosotros. No se le ve como Señor, como Dios, como el que está sentado a Diestra del Trono de Dios, y como Su real título: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES. No se respeta al Señor. Se predica a un Dios que se sujeta a las malacrianzas de las personas, que se debe sujetar a las opiniones nuestras, que el obedecerle es una opción, y que Su Palabra es un libro de sugerencias. He escuchado personalmente a llamados creyentes decir cuando se le ha compartido una verdad Bíblica: ¡No lo acepto! Y bueno, puede que muchos no lo digan, pero con sus hechos lo gritan; y peor de todo, se lo gritan a Dios. Pero, para desgracia de muchos, la obstinación y la opinión de los seres humanos no dictan ni el rumbo del universo, ni aun menos, poner a Dios como su siervo.

Jesús es nuestro Salvador. Para eso vino al mundo. Pero, para que allá salvación, no puede ser reconocido como Salvador solamente; tiene que ser reconocido y aceptado como Señor. Porque escrito esta: Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos: que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Romanos 10:8-9. Cuando le aceptas como el Señor de tu vida, es Él el que debe tener el dominio y la autoridad en tu vida. Tú te tienes que rendir a Él completamente, el 100%, para que puedas pertenecerle. De otra manera, estas solo siguiendo una triste y mal estructurada religión que no te llevara a ningún lado, por mucho que te laves el cerebro. ¡Dios no es el esclavo de nadie! Y, no se puede confundir la inmensa misericordia de Dios por tolerancia, o menos que nada, por aprobación.

La otra verdad es que el rendir tu vida a Cristo es una obediencia (porque el reconocerlo como Señor es sencillamente una realidad, no un favor). Porque escrito esta: Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu… 1 Pedro 1:22ª. La obediencia a Dios sin reservas es primordial y esencial para que Dios pueda obrar en nuestras vidas. Como también está escrito: Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros. Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación. 1 Samuel 15:22-23ª. Y finalmente, el mejor consejo que Maria, la madre carnal del Señor dejo plasmado en las Escrituras refiriéndose al Señor: Su madre dijo a los que servían: Haced todo lo que os dijere. Juan 2:5.

La transformación de una persona solo puede venir a través de la obediencia total al Señor. Sin obediencia, no hay salvación, no hay transformación, no hay promesas; en fin, no hay nada. Así que, ¿le estas obedeciendo a Dios, siendo transformado diariamente? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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