Basado en Miqueas 4 (Versión Reina Valera 1960)
Acontecerá en los postreros tiempos que el monte de la casa de Jehová será establecido por cabecera de montes, y más alto que los collados, y correrán a él los pueblos. Vendrán muchas naciones, y dirán: Venid, y subamos al monte de Jehová, y a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará en sus caminos, y andaremos por sus veredas; porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová. Y él juzgará entre muchos pueblos, y corregirá a naciones poderosas hasta muy lejos; y martillarán sus espadas para azadones, y sus lanzas para hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se ensayarán más para la guerra. Y se sentará cada uno debajo de su vid y debajo de su higuera, y no habrá quien los amedrente; porque la boca de Jehová de los ejércitos lo ha hablado. Aunque todos los pueblos anden cada uno en el nombre de su dios, nosotros con todo andaremos en el nombre de Jehová nuestro Dios eternamente y para siempre. En aquel día, dice Jehová, juntaré la que cojea, y recogeré la descarriada, y a la que afligí; y pondré a la coja como remanente, y a la descarriada como nación robusta; y Jehová reinará sobre ellos en el monte de Sion desde ahora y para siempre. Y tú, oh torre del rebaño, fortaleza de la hija de Sion, hasta ti vendrá el señorío primero, el reino de la hija de Jerusalén. Ahora, ¿por qué gritas tanto? ¿No hay rey en ti? ¿Pereció tu consejero, que te ha tomado dolor como de mujer de parto? Duélete y gime, hija de Sion, como mujer que está de parto; porque ahora saldrás de la ciudad y morarás en el campo, y llegarás hasta Babilonia; allí serás librada, allí te redimirá Jehová de la mano de tus enemigos. Pero ahora se han juntado muchas naciones contra ti, y dicen: Sea profanada, y vean nuestros ojos su deseo en Sion. Mas ellos no conocieron los pensamientos de Jehová, ni entendieron su consejo; por lo cual los juntó como gavillas en la era. Levántate y trilla, hija de Sion, porque haré tu cuerno como de hierro, y tus uñas de bronce, y desmenuzarás a muchos pueblos; y consagrarás a Jehová su botín, y sus riquezas al Señor de toda la tierra.
Rick Warren dijo una vez: La transformación es un proceso; y mientras la vida ocurre, hay muchos sube y bajas; es un viaje de descubrimiento, y hay momentos de cimas y momentos en valles profundos de desesperación. Creo que a todos nos gusta recibir promesas llenas de bendiciones, y cosas buenas, y de triunfos futuros. Las promesas alimentan nuestra esperanza, especialmente cuando estamos en momentos difíciles. Siempre deseamos tener la promesa de un mañana mejor, donde todas las cosas se resolverán, y donde lo malo y lo feo quede atrás para siempre. También están las promesas de amor, de cariño, y cuidado; cuando una pareja se promete amor eterno al unirse en matrimonio. Al igual, cuando una nueva madre o un padre reciben con amor a una nueva criatura que entra al mundo; pequeño, frágil, e indefenso; prometiendo cuidarlo y criarlo con todo el esfuerzo posible. Las promesas pueden dar mucha inspiración para seguir adelante. Pero, ¿Qué es lo que hace que una promesa tenga credibilidad, o tal validez que una persona pueda poner su confianza en esa promesa? Para que una promesa tenga algún valor para alguien, hay que considerar quién es el que promete; los factores que le dan validez a la persona y a la promesa misma.
Por ejemplo, en el vínculo del matrimonio, ¿Qué es lo que se debe tomar en cuenta para poder tomar en serio la promesa de amor de la otra persona? Una de las primeras cosas que una persona debiera considerar del que promete, es su carácter. ¿Qué tipo de persona es? ¿Es una persona que realmente la ama, y si sabe amar? ¿Es una persona responsable, capaz, de buenos sentimientos, leal, fiel, etc.? ¿Es una persona de fiar o confiable? Hay muchos elementos que son realmente críticos en el carácter de una persona, especialmente para poder poner algún tipo de confianza en ellos. Y esas cualidades no se ven enseguida, sino a través de cierto tiempo. Por eso que muchas relaciones fracasan porque se pone la confianza en una persona que no tiene buen carácter, o en lo más mínimo, no tienen las características que son necesarias para poder establecer un buen matrimonio. No quiero sonar mecánico o frio, pero ni las maripositas en el estómago sirven de mucho, ni la atracción física tampoco, ni las emociones que van y vienen. En conjunto con el amor (el ingrediente principal), hay otros ingredientes o características esenciales que deben ser parte de la persona, para que se pueda poner algún tipo de confianza en ellos, para que un matrimonio pueda a lo menos tener algún chance de sobrevivir.
Lo segundo que se debe tener en cuenta es la capacidad de la persona, o sea, si puede en realidad cumplir lo que está prometiendo. Aunque hallan las mejores intenciones y características en la otra persona, hay promesas que físicamente no pueden cumplir. Por ejemplo, hay personas que prometen que siempre estarán ahí, por la otra persona. Esto es realmente imposible cumplir. Hay a veces que la persona puede y va fallar porque no puede estar siempre a tu lado, a cada momento. Hay momentos que la vida se complica y las personas quedan solas, por decir, en un momento dado física y emocionalmente. Las preocupaciones cotidianas muchas veces crean tal distracción que no se da el tiempo ni para conversar, ni para desahogarse, etc. Hay parejas que son absorbidas por esta vida y los quehaceres, que, al trascurrir los años, solo terminan siendo dos extraños durmiendo en la misma cama. Y posiblemente, puede que hallan buenas intenciones, pero solo quedaron en eso; en buenas intenciones. Somos seres muy limitados y en distintos aspectos. El proceso de esta vida muchas veces ahoga aún las mejores intenciones y sentimientos. Muchas cosas se deshacen con el tiempo. Es como el mar que azota: año tras año, ola tras ola, va erosionando aún los terrenos más firmes.
Ahora, ¿cómo concuerda todo esto con el pasaje de hoy? Bueno, las promesas de Dios se pueden tomar muy en serio al basarse en el primer punto que vimos: el carácter de Dios. Las virtudes que Dios tiene son incomparables. Dios es amor. Dios es fiel. Dios es misericordioso. Dios no miente. Dios nos ha dado muchas cosas sin merecerlas; entre ellas, la principal: la salvación eterna a través de Su Hijo Jesús. Dios no cambia; siempre ha sido, es, y será el mismo. Él es eterno. Y bueno, Dios tiene un sinfín de otras cualidades como el ser que es, que nos dá muchas razones para poder confiar en Sus promesas. El otro aspecto Dios también lo supera infinitamente: Su capacidad. Él es Dios. Es omnipresente, omnisciente, y omnipotente. O sea; puede estar en todas partes a la misma vez, todo lo sabe, y todo lo puede. Básicamente, no tiene limitaciones.
Y el último punto, en ruta a recibir esas promesas que Dios tiene para aquellos que le aman y le buscan, Dios desea llevar a cabo un proceso de transformación en cada ser humano. Y este proceso significa que vamos a pasar momentos difíciles, momentos que van a remover los cimientos de nuestra vida, pero con el fin de sacar lo que no sirve, y crear un tesoro de nuestra vida. El oro solo se limpia con el fuego. Entonces, el proceso es parte del camino para llegar a las promesas, si permanecemos en Él, dejándole completar Su obra en nosotros. Así que, ¿estás dispuesto seguir el proceso para poder recibir promesas eternas que solo Dios puede dar y cumplir? ¡Qué el Señor les bendiga! John