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Basado en Romanos 11:25-36 (Versión Reina Valera 1960)

Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles; y luego todo Israel será salvo, como está escrito: Vendrá de Sion el Libertador, que apartará de Jacob la impiedad. Y este será mi pacto con ellos, cuando yo quite sus pecados. Así que, en cuanto al evangelio, son enemigos por causa de vosotros; pero en cuanto a la elección, son amados por causa de los padres. Porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios. Pues como vosotros también en otro tiempo erais desobedientes a Dios, pero ahora habéis alcanzado misericordia por la desobediencia de ellos, así también éstos ahora han sido desobedientes, para que por la misericordia concedida a vosotros, ellos también alcancen misericordia. Porque Dios sujetó a todos en desobediencia, para tener misericordia de todos. ¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos! Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero? ¿O quién le dio a él primero, para que le fuese recompensado? Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén.

Hay algo muy importante que hay que entender a través de este pasaje (aunque se pueden ver muchas cosas), y es que, tenemos que entender que exactamente se le ha concedido al gentil, a las personas que no son judíos (al judío que se refiere aquí es aquel que ha sido perfecto en sus generaciones, tratando de guardar la ley de Moisés y no mezclándose con personas de pueblos extranjeros y paganos). La verdad es que, por nuestros ancestros paganos estábamos ajenos a las cosas de Dios, especialmente antes de Cristo. Nuestros antepasados eran lo perdido del mundo, era parte de la oscuridad, entregados totalmente a la adoración pagana, sirviendo a todo lo relacionado a Satanás, incluyendo hasta el mismo Satanás. Es triste (me afecta personalmente), pero es la verdad.

El propio Señor aclaraba aún más que las promesas y el llamamiento a la salvación era primero para el pueblo judío. El Señor no vino por causa del pueblo gentil (para comenzar), porque venia a hablarle primero a Israel. Esto se ve claro en el siguiente pasaje: Y he aquí una mujer cananea que había salido de aquella región clamaba, diciéndole: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí! Mi hija es gravemente atormentada por un demonio. Pero Jesús no le respondió palabra. Entonces acercándose sus discípulos, le rogaron, diciendo: Despídela, pues da voces tras nosotros. El respondiendo, dijo: No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Entonces ella vino y se postró ante él, diciendo: ¡Señor, socórreme! Respondiendo él, dijo: No está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos. Mateo 15:22-26. El Señor finalmente sana a la hija de la mujer cananea, pero deja bien claro que Israel era la prioridad.

¿Por qué es necesario tener esto claro, como la importancia del pueblo judío? Por dos motivos muy importantes. La primera razón es porque hay que tener claro la realidad, que la salvación que tenemos es solo posible por la falla del pueblo amado. Si Israel hubiera reconocido a Cristo como lo que es, el pueblo gentil no tendría salvación, ni siquiera a través de la cruz de Cristo. Pero, por la desobediencia de Israel es que el Evangelio llego a los gentiles. Entonces, tenemos que entender que nosotros los gentiles le debemos mucho a Israel. Por lo tanto, no solo se debe orar por él, sino también, ayudarlo y apoyarlo de cualquier manera posible. Así que, es imposible que cualquiera que se llame seguidor de Cristo pueda aborrecer al pueblo judío, porque estaría aborreciendo su propia salvación y los mandatos y designios de Dios. Porque todavía sigue vigente la promesa de Dios a Abraham y a su descendencia: ...y a los que te maldijeren maldeciré... Esto debe producir una humildad más profunda en nosotros. No hay lugar para ningún tipo de orgullo en nosotros.   

El segundo motivo crucial es que, tenemos que valorar nuestra salvación. Nuestra salvación y la gracia que Dios a derramado sobre nosotros a través de Cristo no se puede abusar. Si entendemos bien las Escrituras, no se puede inferir en ninguna parte de que se puede tomar tan livianamente la salvación que Dios nos otorga. Esto es lo que nos debe ayudar a entender la diferencia entre una doctrina santa, dirigida por la Palabra de Dios, y otras doctrinas orquestadas y creadas por falsos profetas y demonios, pregonando mentiras que llevaran a muchos a la perdición eterna, tomando por asentado cosas que son santas y puras. Porque escrito esta: Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos. Porque si la palabra dicha por medio de los ángeles fue firme, y toda transgresión y desobediencia recibió justa retribución, ¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? La cual, habiendo sido anunciada primeramente por el Señor, nos fue confirmada por los que oyeron, testificando Dios juntamente con ellos, con señales y prodigios y diversos milagros y repartimientos del Espíritu Santo según su voluntad. Hebreos 2:1-4. La Palabra también enseña esto: Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios. El que viola la ley de Moisés, por el testimonio de dos o de tres testigos muere irremisiblemente. ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia? Pues conocemos al que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor. Y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo. ¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo! Hebreos 10:26-31.

Así que, conociendo estas verdades, es imposible justificar doctrinas o evangelios (por decir) que no enseñan ni del arrepentimiento y conversión de pecados, ni del proceso de transformación y santificación que el Espíritu Santo necesita llevar acabo en cada creyente, ni de la obediencia a las cosas de Dios. No somos perfectos, pero un real seguidor de Cristo no puede vivir una vida liberal, justificando el pecado, si es que en realidad desea recibir las promesas y bendiciones que Dios desea dar. De otra manera, o nunca llegará a la gran salvación que Dios ofrece, o perderá la oportunidad otorgada por la divina gracia de Dios que solo se hizo posible a través del fallo del pueblo amado, los cuales Dios volverá a llamar hacia Él, cuando el pueblo gentil deje de escuchar y obedecer el evangelio de Dios. Porque si llegará el momento que los gentiles dejen de escuchar (lo cual esta sucediendo al presente). Entonces, ¿realmente entiendes y aprecias lo que Dios te ha dado, o quiere darte a través del Señor Jesús? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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