bible study.jpg

Basado en Romanos 12:1-10 (Versión Reina Valera 1960)

 Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta. Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno. Porque de la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros. De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe; o si de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza; el que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con liberalidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría. El amor sea sin fingimiento. Aborreced lo malo, seguid lo bueno. Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros.

El pasaje de hoy tiene algunos consejos divinos que aplican a nuestra vida diaria. Si logramos entender y practicar lo que Dios nos comparte hoy, podríamos entender y resolver muchas cosas en nuestra vida. Nuestra vida no se nos haría necesariamente más fácil (y sé que con decir tal cosa, algunos ya se habrán desanimado, porque todo lo queremos fácil), pero lograríamos tener una dirección clara, con principios lógicos y aplicativos para prácticamente cada aspecto de nuestra vida. ¡Sean valientes! Si siguen adelante, lograran grandes cosas.

El primer punto se trata de poder usar nuestro raciocinio para las cosas de Dios, para que, de una manera muy practica podamos aprender lo necesario, y desechar lo innecesario y dañino. De esto se trata el “culto racional”, de que se debe usar el raciocinio o la razón para las cosas de Dios. Lo que Dios en realidad enseña tiene gran lógica, especialmente en el gran y eterno esquema. Si hemos aprendido cosas del mundo para poder llevar nuestra vida (y las cosas del mundo son ajenas a las cosas de Dios), tenemos que dejar o desaprender esas cosas, y aprender lo que Dios enseña. Tenemos que dejar que el Espíritu Santo nos enseñe a través de las Escrituras cuales son las cosas que realmente conviene entender, aprender, y practicar; y así, renovar nuestro entendimiento. Dios no aborrece la mente. Todo lo contrario, el corazón y el alma necesitan la mente para poder llevar a las fuerzas a hacer (cumplir con acción) aquellas cosas que Dios enseña. Recuerden que la fe sin obras es muerta, no tiene vida si no hay acción. Y muchas veces, se requiere mucha fuerza para las cosas de Dios, especialmente cuando se encuentran obstáculos.

En adición a esto, es totalmente necesario envolver la mente en las cosas de Dios. El entendimiento renovado es lo que nos ayuda a comprender cual es la buena, agradable, y perfecta voluntad de Dios. Porque de otra manera, se vuelve en nuestro peor enemigo. La mas grande lucha que un ser humano puede enfrentar es consigo mismo. Suena absurdo, pero es verdad. El corazón puede que este dispuesto. El alma anhela a Dios, pero la influencia del mundo sobre la mente de la persona siempre es el obstáculo principal en muchas personas. El Espíritu Santo te manda a hacer algo, pero tu mente humana dice: eso no tiene sentido; por lo tanto, no lo voy a hacer. Entonces, se tiene que lavar la mente con la Palabra de Dios, para que pueda ser renovada y limpiada de todo lo que va en contra de Dios.

Es segundo punto es: que debemos ser humildes. No hay nadie que se lo sepa todo, y que se lo pueda todo por sí mismo. Todos necesitamos de los demas, y aún más, los creyentes nos necesitamos los unos a los otros. El que cree que se lo puede todo solo, tiene un gran problema con la realidad y con su ego (se lo digo con todo amor en el Señor). Esto es una guerra espiritual, y para poder pelear una guerra, se necesitan soldados; muchos soldados; y cada soldado tiene su función y responsabilidad. Si no se aprende a trabajar en conjunto, no hay guerra que se pueda ganar. La única manera por lo cual el mundo creerá que Dios envió a Su Hijo Unigénito al mundo es a través de nuestra unidad; no por nuestra predica y palabrería. Porque escrito esta: para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. Juan 17:21. Así que, tenemos que aprender a llevarnos bien, si es que somos guiados por el mismo Espíritu Santo. 

Y finalmente, la motivación principal para todo en el Señor tiene que ser el amor. La Biblia nos enseña esto: Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve. El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, más se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará. 1 Corintios 13:1-8. Lo único que permanecerá siempre es el amor, porque Dios es amor. Y por si acaso, no estamos hablando del amor que habla el mundo. El verdadero amor que proviene de Dios nunca puede justificar el pecado, porque el pecado produce muerte, pero el amor de Dios siempre producirá y perpetuará la vida, porque Cristo es vida.

La Biblia también nos enseña este principio: Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor. En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados. Amados, si Dios nos ha amado así, debemos también nosotros amarnos unos a otros. 1 Juan 4:7-11.

El consejo de Dios siempre es para nuestro bien, y para el bien de los demás, aunque los demás no lo entiendan al momento. Asi que, ¿estas buscando del consejo de Dios para tu vida? ¡Qué el Señor les bendiga! John

Comment