Segaras lo que Siembras
Basado en Juan 12:20-26 (Versión Reina Valera 1960)
Había ciertos griegos entre los que habían subido a adorar en la fiesta. Estos, pues, se acercaron a Felipe, que era de Betsaida de Galilea, y le rogaron, diciendo: Señor, quisiéramos ver a Jesús. Felipe fue y se lo dijo a Andrés; entonces Andrés y Felipe se lo dijeron a Jesús. Jesús les respondió diciendo: Ha llegado la hora para que el Hijo del Hombre sea glorificado. De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto. El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará. Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará.
Todo ser humano lucha por algo o por algunas cosas en la vida. Desde el momento que nacemos, luchamos por el aliento de vida. Y después, usamos nuestros instintos para luchar por el comer al llorar. Después, si tenemos la posibilidad de movilidad, luchamos por ir de un lado a otro, primero gateando, y después tratando de pararnos y de caminar, y así sucesivamente.
Como parte de ese instinto de luchar, el ser humano comienza a establecerse metas, ya sean metas de estudio, o de trabajo, o hasta de conseguir lo que necesita, o quiere de cualquier forma. Hay seres que buscan el sustento por las buenas y otros no por buenos medios, pero, en fin, todo es trabajo. Y claro, dentro de toda esa lucha, hay un precio que pagar. Todo tiene un precio. Así que, toda lucha tiene un precio. El niño cuando quiere caminar, en su inquietud, paga el precio de no estar en los brazos de sus seres queridos. El joven, al dedicarse al estudio, paga el precio en tiempo y en esfuerzo, y en separación de su hogar. Los que se casan pagan el precio de separación de sus otros seres queridos y de perder su libertad (si en realidad desean que su matrimonio trabaje, porque si no hay una convivencia mutua y de pasar tiempo juntos, sino que una lucha de poder y de autosuficiencia; se prepararan para un divorcio, porque eso viene en camino). El que trabaja, paga el precio de sacrificar tiempo y esfuerzo, y la separación de sus seres queridos.
Ahora bien, si todo tiene lucha, y todo tiene un precio, la lógica dicta que todo debe tener algún tipo de recompensa. Si no hay recompensa, entonces para que hacerlo, ¿verdad? Por ejemplo, si un niño lucha por caminar, y sacrifica el calor de los brazos de su madre, es porque dentro de si ve como recompensa el lograr caminar, ve la independencia que ha logrado como recompensa. El que estudia, así sacrificando tiempo, esfuerzo, dinero y tiempo con sus seres queridos, vé como recompensa el poder graduarse y el haber conseguido más herramientas para lograr lo que necesita o desea. El que trabaja, también sacrificando algo similar como él que estudia (excepto dinero), ve como recompensa su pago por su trabajo. Hasta el que roba o hace cosas ilícitas también sacrifica, porque si lo piensas bien, toma más sacrificio y corre mas riesgo el que hace el mal que el que hace el bien, porque el que rompe la ley arriesga sacrificar su libertad y hasta su vida con lo que hace. El precio que pudiera pagar el delincuente es mucho mas alto que el que sacrifica legalmente. Y bueno, los que se casan ven la recompensa de sus sacrificios el poder lograr una compañía y apoyo de años, o lo que sea lo que están buscando obtener, porque hoy en día, muchas personas no se casan por amor. Desgraciadamente, hay muchas personas que tiene planes o metas alternativas que son más bien egoístas o hasta destructivas para el matrimonio (ven el matrimonio como un vehículo para poder conseguir otras cosas que desean, y a veces, son hasta metas criminales). Muchos de los seres humanos hoy en día tienen intenciones muy malas y oscuras. Pero, en fin, todo ser anhela recibir algún tipo de recompensa por su sacrificio.
Entonces, hay que pensar, ¿Por qué vale la pena vivir? Si lo vemos bien, la gran mayoría de las cosas por las cuales se lucha hoy en día tienen recompensas, dependiendo si todo va bien, pero son recompensas temporales. O sea, la lucha envuelve cosas que pueden cambiar en cualquier momento, o la recompensa tiene un valor muy limitado. Por ejemplo, gracias le doy a Dios por mi salud y el poder moverme libre con mi cuerpo, pero si convierto mi vida en luchar desmedidamente para tener un cuerpo escultural, pasando horas y horas en un gimnasio, y algún día, ni Dios lo permita, tengo un accidente, ¿Qué entonces? Y si lucho por una carrera o por un trabajo de tal modo que consume todo mi tiempo, y pierdo ese trabajo o las facultades de participar en esa carrera, ¿Qué me queda? Y si mi único foco es lograr tener un matrimonio o niños, de tal modo que eso se convierte en el centro de mi vida, y eso falla o termina algún día (porque los matrimonios se rompen, y los hijos se van, y hasta abandonan a sus padres en los momentos de más necesidad), ¿Qué me queda? ¿Son cosas malas entonces el poder cuidar el cuerpo, lucir bien, tener una carrera, o un negocio, o un empleo, o una familia? Nada de esto es malo dentro de sí mismo, pero hay que pensar en su duración, si es que todo va bien. Porque si hay algo muy cierto en esta vida, y es que cada uno de nosotros tenemos el tiempo contado, y algunos tienen ese tiempo más corto que otros (tu nunca sabes quién, porque todo es incierto). Y con el simple hecho de envejecer (un proceso muy normal para todos), se pierde la movilidad, se pierden las facultades, termina la vitalidad, y las personas se van, o por las buenas o por las malas. Y bueno, si sucede un imprevisto, un accidente o una enfermedad, todo también cambia en un momento. Y entonces, ¿Qué de todo esto por lo que lucha el hombre?
La Biblia nos enseña esto: No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; más el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna. No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos. Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe. Gálatas 6:7-10. Se tiene que luchar por absolutamente todo en la vida, pero hay que pensar por lo que se esta luchando, y cual es la recompensa. Estoy hablando de algo tan sencillo que elude a muchas personas, especialmente a los intelectuales: la razón de la vida. El Señor nos habla en el pasaje de hoy de este concepto, y que, si luchamos vivir la vida para nosotros mismos y nuestras metas, esta vida terminará algún día, y ¿Qué después? Pero, si El se convierte en la razón de nuestro existir, en la meta de nuestras vidas, aunque esta vida se vaya, viviremos para siempre, y todo lo que hacemos para El vendrá con nosotros. Nada en este mundo te puede dar un mayor propósito para vivir que Dios, porque nada en este mundo es para siempre. Dios si es eterno, y nosotros también podemos ser eternos, y las recompensas que El nos puede dar son eternas, y nadie las puede quitar. Aquí, todo termina y todos se van, pero Dios puede estar para siempre con nosotros. Entonces, ¿para que vives? Y ¿Qué segarás en la eternidad si solo siembras para lo temporal? ¡Qué el Señor les bendiga! John