Basado en Juan 3:22-30 (Versión Reina Valera 1960)
Después de esto, vino Jesús con sus discípulos a la tierra de Judea, y estuvo allí con ellos, y bautizaba. Juan bautizaba también en Enón, junto a Salim, porque había allí muchas aguas; y venían, y eran bautizados. Porque Juan no había sido aún encarcelado. Entonces hubo discusión entre los discípulos de Juan y los judíos acerca de la purificación. Y vinieron a Juan y le dijeron: Rabí, mira que el que estaba contigo al otro lado del Jordán, de quien tú diste testimonio, bautiza, y todos vienen a él. Respondió Juan y dijo: No puede el hombre recibir nada, si no le fuere dado del cielo. Vosotros mismos me sois testigos de que dije: Yo no soy el Cristo, sino que soy enviado delante de él. El que tiene la esposa, es el esposo; mas el amigo del esposo, que está a su lado y le oye, se goza grandemente de la voz del esposo; así pues, este mi gozo está cumplido. Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe.
Charles Spurgeon dijo esto una vez: La humildad es, hacerse un estimado correcto de si mismo. ¿Qué en realidad somos? ¿Tenemos algo de que jactarnos? ¿Somos tan grandes y fuertes y poderosos como pensamos? ¿Valemos tanto por nosotros mismos que no necesitamos cambiar o ser transformados por Dios? Creo que uno de los grandes problemas que existen con el ser humano y con su aceptación de Dios, es que se cree mas que Dios, que no necesita de Dios porque esta tanto o mejor sin Dios en su vida. Y adjunto con este pensamiento, detesta la idea de perder su identidad y voluntad. Veamos un poco más el asunto y nuestras preguntas anteriores.
Tengo que advertirles que el pensamiento de hoy no tiene un comienzo muy feliz, humanamente hablando, porque va totalmente en contra de nuestro orgullo: la raíz de muchos de nuestros males. La realidad es que nada somos sin Dios. El hombre no se creo a si mismo. Ni tuvo nada que ver en la creación del mundo. Mucho fantasearon Charles Darwin y muchos otros seres que se creían o se creen inteligentes, con la idea de que no existe Dios y que somos un accidente cósmico. Pero, crean que haya sido accidente o no, el hombre no tuvo nada que ver con el hecho. El hombre es extremadamente limitado. Nada pudimos crear ni hacer. El poder y el control es solo una ilusión.
Ahora, mirándolo espiritualmente, si no somos nada como seres humanos, menos somos por nosotros mismos sin Dios. Nada puede hacer el hombre por si mismo espiritualmente. Ningún hombre se puede salvar a si mismo. Sin Dios, todos estamos perdidos en nuestros pecados, apartados de todo lo bueno. Porque escrito esta: Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios. Romanos 3:23. La Palabra también nos enseña esto: Por tanto, acordaos de que en otro tiempo vosotros, los gentiles en cuanto a la carne, erais llamados incircuncisión por la llamada circuncisión hecha con mano en la carne. En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo. Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo. Efesios 2:11-13. La única manera que tenemos para acercarnos a Dios y ser salvos es solo a través de Jesús. Porque fuera de El, nada podemos hacer, y nada somos.
A través del Señor, todo puede cambiar, especialmente si nos damos cuenta que le necesitamos infinitamente, dejando a un lado nuestro absurdo orgullo. La Biblia nos enseña que: De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. 2 Corintios 5:17. A través del completo arrepentimiento y conversión de nuestros pecados, y al aceptar a Jesús como el Señor de nuestras vidas, podemos ser transformados. No es que perdamos nuestra identidad, sino mas bien, Dios a través de Su Espíritu Santo regenera lo perdido, haciendo una nueva creación en nosotros. Siendo los mismos, pero a través de Cristo, somos un ser nuevo, regenerado, listo para que Dios pueda obrar a plenitud en cada uno. Claro, que cuando nos entregamos a El, es solo el comienzo del proceso. Por eso que también Su Palabra nos enseña esto: Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta. Romanos 12:1-2. A través del tiempo, mientras nos seguimos sometiendo, rindiéndonos a El, es que la transformación comienza y sigue hasta ser hecho conforme a la imagen de nuestro Señor.
Ahora, volviendo a nuestro pasaje de hoy, lo que paso con Juan también debe pasar con nosotros, que es necesario que El crezca y que nosotros mengüemos. De nuevo, no quiere decir que desaparezcamos, sino más bien, Cristo y Sus virtudes tienen que brillar en nuestras vidas para que los maravillosos propósitos de Dios se cumplan. Dios quiere obrar a través de nosotros, a través de nuestra persona. Cuando entendemos que es Dios él que tiene que crecer en nosotros, entonces entenderemos lo que necesita suceder en nuestras vidas, para el bien nuestro, y para el bien de los que nos rodea.
En fin, y lo que debemos considerar. Si somos en realidad nada sin Dios, entonces ¿Cuál es el temor de dejar de ser algo que no nos ayuda en nada? Y aún considerando más, si lo podemos alcanzar todo a través de Cristo, al dejar que el crezca en nosotros, entonces, ¿no vale la pena tomar una mejor y mas significativa identidad a través de El? ¿Entiendes que tu identidad por si solo no se compara a lo que te puede dar una nueva y mas grandiosa identidad en el Señor? ¡Qué el Señor les bendiga! John