Basado en Juan 3:31-36 (Versión Reina Valera 1960)
El que de arriba viene, es sobre todos; el que es de la tierra, es terrenal, y cosas terrenales habla; el que viene del cielo, es sobre todos. Y lo que vio y oyó, esto testifica; y nadie recibe su testimonio. El que recibe su testimonio, éste atestigua que Dios es veraz. Porque el que Dios envió, las palabras de Dios habla; pues Dios no da el Espíritu por medida. El Padre ama al Hijo, y todas las cosas ha entregado en su mano. El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él.
Creo que a la mayoría de las personas no les cuesta creer que hay “un algo” (por decir) más allá de nosotros los humanos. Y con personas que creen que hay un dios, creen un poco más que un agnóstico en realidad, porque para ellos, ese dios puede ser cualquier cosa o ser, no necesariamente el Dios Todopoderoso de la Biblia. Así que, la mayoría de las personas creen en algo o en alguien. Y los que tienen un poco más de fe, logran creer en un Dios, pero hasta ahí nada más. El grave problema de la fe en la mayoría de las personas, inclusive en los que dicen creer en Dios, es lograr creer y aceptar a Jesús como Dios. Eso es un problema para muchos, y muchas veces hasta para los que dicen ser cristianos. Todos los problemas comienzan a la hora de hablar de Jesús, y se convierte en un punto de contención. Muchos aceptan que les hables de Dios, pero no necesariamente de Jesús.
El problema se centra en la manera que se vé al Señor. No les cabe en la cabeza que el Todopoderoso allá podido concentrarse en un ser terrestre, en un hombre. Lo irónico (o más bien, lo injusto) es que penalizan a Dios por haberse humillado de tal manera, que tomo nuestra forma para poder rendir el servicio más grande que la humanidad necesitaba; ser salvado de sus propios pecados y de la muerte eterna. Y el asunto es que no se pesa lo que hizo mientras estaba en la tierra, ni se vé el increíble cumplimiento profético en la vida del Señor, del Mesías que tanto esperaba Israel. Tampoco no les es posible creer que haya sido levantado de entre los muertos. Y bueno, a las personas les cuesta creer en general en Jesús.
Ahora, hay que ver claramente que no es problema de no poder tener fe, porque el ser humano exhibe fe a cada momento. Para muchos, es más fácil creer en cosas o personas que creer en Jesús. Se justifican muchas veces su incredulidad con la idea de que no pueden verlo, o que no estuvieron presente durante el tiempo del Señor. Dicen desconfiar también de las Escrituras, si son creíbles o no. Hay muchas otras excusas, porque eso es lo que en realidad son: excusas.
Piensa por un momento, ¿En qué cree la mayoría de la gente? Creen en el dinero, en otras personas que son tan falibles y limitadas como ellos, en objetos sin alma o vida, en dioses hecho de metal, de madera, o de cualquier otro material, en la naturaleza, etc., etc. Creen más en el plato de comida que se comen en un restaurant donde ni saben de donde vino la comida (si es orgánico o no, si creció con pesticidas e insecticidas), como se hizo, lo que en realidad contiene, y si al mozo no se le habrá caído al piso la comida y del piso la recogió y la puso de nuevo en el plato. Pudieran decir, ¿Cómo puedes decir eso? Fácil, porque pasa. Y hay otras muchas cosas más que pasan con la comida antes que llegue a la mesa, toda adornada y apetecible. Prefieren confiar más en algo así, hasta el punto de metérselo en la boca, sin hacer ningún tipo de pregunta, que escoger creer en alguien como Jesús.
Así que, si se puede tener tanta fe y confianza en tantas otras cosas y personas, ¿Cuál es el problema de creer en Jesús? El problema es decidirse en creer en El, nada más. Porque la persona que no quiere creer, no va a creer, haga lo que haga Cristo por ellos. Unos dicen que creerían en el Señor si se mostrara en Su poder y gloria. El lo hizo antes de venir a la tierra, conocido antes como Jehová para los judíos. Pero le estimaron duro, inflexible, que solo buscaba destruir y castigar (lo cual es mentira). Y bueno, Jesús también mostro Su poder con milagros con la comida, sanando a los enfermos, echando fuera demonios, y hasta levantando a algunos de entre de los muertos. Pero, parece que no fue suficiente. Y aún más, ven los milagros que hace todos los días; el universo, el sustento de la vida, las estaciones, la luz del día, el agua, y tantas otras cosas que solo pueden subsistir a través de El. Pero, tampoco es suficiente. Mostro Su amor y entrega por nosotros, al morir en la cruz por nosotros, por nuestros pecados, pero tampoco es suficiente. Fue levantado de entre de los muertos y visto por sus discípulos, por cientos, pero tampoco no es suficiente. El nos espera con los brazos abiertos, pero se le da la espalda y se le menosprecia, porque, aunque es Dios, es humilde para llamarnos. Entonces, la respuesta de que no se cree, porque no se quiere creer, es muy lógica, porque al Señor no le queda nada más por hacer.
El problema en no querer creer, o más bien, en rehusar creer, es que todo tiene consecuencias. Y a pesar de Su gran amor por nosotros, si se rehúsa creer en El como Dios, como Señor, entonces la salvación no es posible, porque están despreciando al único que los puede salvar. Por eso que no es necesariamente castigo, sino consecuencia natural. El único que puede quitar la ira de Dios de sobre nuestras cabezas es Jesús. Porque escrito esta: Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre. 1 Timoteo 2:5. El dinero no puede hacerlo. Tu familia no puede hacerlo. Tu carrera o tus logros no lo pueden hacer. Otros falsos dioses y ídolos no pueden hacerlo. No hay nada ni nadie más que pueda quitar la ira de Dios de sobre nosotros.
Así que, es muy sencillo; o quieres creer, o no quieres creer. Si rehúsas creer, nada se puede hacer por ti. Pero, si decides no solamente creer, sino más bien, aceptar a Jesús como Dios (como lo que El es), y le haces el Señor de tu vida, no solo la ira de Dios se apartará de ti, sino que también veras la gloria de Dios. Porque escrito esta: Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios? Juan 11:40. Así que, ¿está tu fe centrada en Jesús, como el Dios y Señor de tu vida? ¡Qué el Señor les bendiga! John