Basado en Deuteronomio 2:26-36 (Versión Reina Valera 1960)
Y envié mensajeros desde el desierto de Cademot a Sehón rey de Hesbón con palabras de paz, diciendo: Pasaré por tu tierra por el camino; por el camino iré, sin apartarme ni a diestra ni a siniestra. La comida me venderás por dinero, y comeré; el agua también me darás por dinero, y beberé; solamente pasaré a pie, como lo hicieron conmigo los hijos de Esaú que habitaban en Seir, y los moabitas que habitaban en Ar; hasta que cruce el Jordán a la tierra que nos da Jehová nuestro Dios. Mas Sehón rey de Hesbón no quiso que pasásemos por el territorio suyo; porque Jehová tu Dios había endurecido su espíritu, y obstinado su corazón para entregarlo en tu mano, como hasta hoy. Y me dijo Jehová: He aquí yo he comenzado a entregar delante de ti a Sehón y a su tierra; comienza a tomar posesión de ella para que la heredes. Y nos salió Sehón al encuentro, él y todo su pueblo, para pelear en Jahaza. Mas Jehová nuestro Dios lo entregó delante de nosotros; y lo derrotamos a él y a sus hijos, y a todo su pueblo. Tomamos entonces todas sus ciudades, y destruimos todas las ciudades, hombres, mujeres y niños; no dejamos ninguno. Solamente tomamos para nosotros los ganados, y los despojos de las ciudades que habíamos tomado. Desde Aroer, que está junto a la ribera del arroyo de Arnón, y la ciudad que está en el valle, hasta Galaad, no hubo ciudad que escapase de nosotros; todas las entregó Jehová nuestro Dios en nuestro poder.
Hay algo que no se entiende muy bien hoy en día, y lo que lo hace aún más difícil de entender es que muchas personas en el mundo están escogiendo perder el concepto de autoridad. Hay un sentido de rebeldía que va empeorando. Muchas personas se están subscribiendo a la idea de que hay que romper la estructura, desde lo más sencillo y fundamental como el núcleo y orden familiar, hasta lo gubernamental y nacional. Y bueno, cada uno es libre de hacer como quiere, porque esta es la gran potestad que Dios mismo nos ha dado, el poder tener libre albedrio. Pero, todo lo que se hace tiene consecuencias. Ahora bien, una cosa es rebelarse en contra del hombre y de lo establecido en la tierra (lo cual va en contra de los principios de Dios), pero otra cosa es rebelarse al Dios Todopoderoso directamente, y de ahí es donde en realidad emana todo este sentimiento de rebelión. Puede que muchas personas no estén quemando negocios o destruyendo estatuas, pero, tienen dentro de si este sentir de rebelión en contra de Dios, y piensan que pueden tratar a Dios como a un hombre. Y aún más, toman la gran misericordia y la bondad de Dios como señal de debilidad, o que sencillamente no existe. Muchos piensan así hoy: Si Dios no se pronuncia (a lo menos al parecer de ellos), entonces no debe existir, ¿verdad? Pero, lo quieran creer o no, o aceptar o no, Dios si existe, y es real, y si es capaz de un gran amor, pero también es soberano, y nada de lo que escoja hacer el hombre cambiará eso.
Como vimos en el pasaje de hoy, leímos que Dios había endurecido el espíritu de Sehón, y hasta obstinado su corazón, para llevarlo a su destrucción. Cualquiera que desconoce las Escrituras y el proceder de Dios diría: Esto parece muy injusto de parte de Dios, ¿cómo puede un Dios que dice ser amor y bueno llegar a hacer algo así, y más encima, permitir la destrucción total de un pueblo con hombres, mujeres, y hasta niños? Y la respuesta está en Su Palabra. Dios nunca hace las cosas sin una buena razón, aunque no necesita tenerla tampoco. Cada persona, o ya ha tomado decisiones, o llevan dentro de sí cosas que solo Dios y ellos saben. Nadie debe juzgar a Dios por lo que hace si ni siquiera sabe, ni tiene idea lo que está sucediendo en el trasfondo o dentro de otro ser humano. Una cosa si sabemos, y es que Dios da oportunidad día a día a todo ser humano para que venga a conocerle. Cada día que el sol sale y se pone, Dios da diversas e innumerables oportunidades para saber Quién es El y que hay que buscarle. El problema es que muchos están tan ensimismados y enfocados en sus propias cosas, que escogen ignorar el mundo y todo lo que les rodea, y todo lo que existe y subsiste a su alrededor, y hasta su propia persona. La grandeza de Dios se ve por todos lados, desde las cosas grandes e inmedibles como los planetas y los astros, y el espacio, y todo lo que en él hay, hasta lo más diminuto que ni siquiera se puede ver con el ojo humano por sí solo. Todo habla de Dios. Y esto es lo que la Palabra dice al respecto: Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad; porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles. Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos, ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén. Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza, y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío. Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen; estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades; murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia; quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican. Romanos 1:18-32.
Dios conocía el corazón de Sehón y del todo su pueblo, y ellos ya habían mantenido la decisión de despreciar a Dios por mucho tiempo, y los que venían ya también tenían ese mal ya engendrados en ellos, por el exceso de rebelión de sus padres. Hay cosas qué, sí se heredan, y por virtud de la decisión de los que los engendran. Esta verdad dice la Palabra de Dios: Clemente y misericordioso es Jehová, lento para la ira, y grande en misericordia. Bueno es Jehová para con todos, y sus misericordias sobre todas sus obras. Salmo 145:8-9. El Señor si es clemente y misericordioso, y muy bueno para con todos, pero también es soberano, y porque es lento para la ira, no quiere decir que nunca vendrá si se sigue persistiendo en tal maldad y pecado delante de El. Nadie puede hacer nada en contra de Dios, porque El finalmente es Dios, y el hombre es sencillamente hombre, y quiera o no el hombre, está sujeto a todo lo que Dios ha creado, lo visible y lo invisible. Y un día, cada ser humano dará cuentas delante de El. Así que, la pregunta es: ¿Te aferrarás a la soberanía de Dios para el eterno bien tuyo, o escogerás desafiarle y darte cuenta un día que solo has ocasionado tu propia destrucción aquí en la tierra, pero aún peor, tu destrucción eterna? ¡Qué el Señor les bendiga! John