Basado en Gálatas 6:1-5 (Versión Reina Valera 1960)
Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado. Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo. Porque el que se cree ser algo, no siendo nada, a sí mismo se engaña. Así que, cada uno someta a prueba su propia obra, y entonces tendrá motivo de gloriarse sólo respecto de sí mismo, y no en otro; porque cada uno llevará su propia carga.
En el pasaje de hoy, vemos un claro ejemplo de cómo se debe cumplir la ley de Cristo, el cual consta de amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Y el amar a nuestro prójimo consiste en ayudarlos en maneras muy prácticas y significativas, con cosas que pueden ser tanto verdaderas necesidades físicas (no con gustos o caprichos o en avaricia), pero aún mayormente, con cosas espirituales. Tenemos que ayudarnos en toda manera posible, pero principalmente, con nuestro caminar en el Señor. Esto es parte de la verdadera voluntad de Dios. Pero ¿Cómo hacerlo?
El primer punto tiene que ver con el asunto de que si nosotros mismos estamos en condiciones para poder ayudar. Por ejemplo, un rescatista marino (alguien de quien no se habla mucho, pero cuando lo necesitas, lo necesitas lo más pronto posible) no puede ser bueno si primero no solamente sabe nadar bien para sí mismo, sino que también sea suficientemente fuerte y buen nadador para poder efectivamente ayudar a rescatar a otra persona. De otra manera, ¿Cómo puede ayudar a rescatar a alguien más si ni siquiera sabe, ni tiene la habilidad para poder salvar su propia vida? Y lo que también hay que tener en cuenta con un rescatista es que debe tener el suficiente entrenamiento y habilidad para poder salvar a alguien en una tormenta y con aguas turbulentas. Un rescatista no siempre va a tener la suerte de salvar a alguien durante un clima calmado con todo en paz. Muchas veces, los rescatistas marinos tienen que ir a salvar a personas en naufragios, en medio de tormentas, en condiciones muy peligrosas, entre gigantescas olas o grandes rocas, donde arriesgan sus vidas para ayudar a otras personas. Así que, no es llegar y ayudar a alguien, especialmente considerando los tiempos en que estamos viviendo, pero si es nuestro deber ante Dios.
Entonces, ¿cómo podemos asegurarnos de que estamos en condiciones para poder ayudar? Siempre hay que ir a lo primero: al amar a Dios con todo nuestro ser, el primer y gran mandamiento. Y la manera como eso comienza es al entregarnos al Señor, al darle nuestra vida, porque ese es el primer y más importante paso, de todos, por nuestro propio bien. Porque ¿qué ganamos en tratar de ayudar a los demás si ni siquiera sabemos que estamos haciendo, y porqué lo estamos haciendo? Primero tenemos que estar completamente claros de que estemos nosotros en un lugar seguro antes de tratar de ayudar a otro. La Biblia da este siguiente relato clave que explica este concepto: Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos. Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él. Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. Juan 3:1-7. Así que, tenemos que nacer de nuevo en Cristo, y esto consta en: nacer de agua que se refiere al bautismo de Juan, el bautismo de arrepentimiento donde una persona se arrepiente de todos sus pecados; y del Espíritu, donde una persona le entrega su corazón al Señor, dándose por completo, sin reservas a Su Señorío. El evangelio de Marcos relata el comienzo del ministerio público del Señor así: Después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios, diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio. Marcos 1:14-15. Así que, el nuevo nacimiento en Cristo es lo que comienza todo en una persona, a través del arrepentimiento y de la fe.
Ahora bien, ¿qué sucede cuando uno nace de nuevo? Dios viene literalmente a morar en nuestros corazones. El gran milagro sucede donde Dios viene a morar en templos no hecho por manos humanas. Esto es lo que sigue diciendo la Palabra al respecto: Le dijo Judas (no el Iscariote): Señor, ¿cómo es que te manifestarás a nosotros, y no al mundo? Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él. El que no me ama, no guarda mis palabras; y la palabra que habéis oído no es mía, sino del Padre que me envió. Juan 14:22-24. Y cuando viene Dios a nuestra vida, el Consolador, el Espíritu Santo también entra, y El es el que nos guiará, como también está escrito: Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho. Juan 14:26. Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar. Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir. El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber. Juan 16:12-14. Entonces, el asunto de poder crecer y entender las cosas no necesariamente consta del intelecto, sino que el Espíritu Santo es quien nos enseña e instruye, pero a través de la Palabra de Dios. Porque esto también hay que tener muy claro: Ni el Espíritu Santo enseñará algo que va en contra de la Palabra de Dios, ni la Palabra de Dios enseñara algo que vaya en contra del Espíritu Santo. Los dos concuerdan perfectamente porque tienen la misma fuente: Dios. Por eso también que es absolutamente imposible creer que hay muchos caminos a Dios y que todas las religiones llevan al mismo Dios. Hay un solo camino al verdadero Dios Todopoderoso, y ese es Jesús, y la Palabra de Dios y el Espíritu Santo concuerdan con El.
Y finalmente, no se puede solamente decir que uno cree en Dios, y que quiere ayudar a alguien, sino que uno tiene que buscar hacer la voluntad de Dios, que consta de seguir y cumplir la Palabra de Dios en su vida. Porque también escrito esta: No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad. Mateo 7:21-23. Así que, si has nacido de nuevo en Cristo, y estas siendo guiado por el Espíritu Santo y por la Palabra de Dios, buscando cumplir la voluntad de Dios en tu vida, no solamente podrás llegar a tener la salvación de Dios a través de Jesucristo, sino que también podrás ayudar a tu prójimo a poder encontrar esa misma salvación, la cual todo el mundo lo necesita. Esta es la mejor ayuda que puedes darle a cualquier persona. Entonces, ¿entiendes como poder ayudarte a ti mismo y a los demás que te rodean? ¡Qué el Señor les bendiga! John