5708695-hourglass-wallpapers.jpg

Basado en Lucas 13:1-9 (Versión Reina Valera 1960)

En este mismo tiempo estaban allí algunos que le contaban acerca de los galileos cuya sangre Pilato había mezclado con los sacrificios de ellos. Respondiendo Jesús, les dijo: ¿Pensáis que estos galileos, porque padecieron tales cosas, eran más pecadores que todos los galileos? Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente. O aquellos dieciocho sobre los cuales cayó la torre en Siloé, y los mató, ¿pensáis que eran más culpables que todos los hombres que habitan en Jerusalén? Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente. Dijo también esta parábola: Tenía un hombre una higuera plantada en su viña, y vino a buscar fruto en ella, y no lo halló. Y dijo al viñador: He aquí, hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo hallo; córtala; ¿para qué inutiliza también la tierra? Él entonces, respondiendo, le dijo: Señor, déjala todavía este año, hasta que yo cave alrededor de ella, y la abone. Y si diere fruto, bien; y si no, la cortarás después.

Muchas personas deciden o ignorar el asunto que hay un límite de tiempo para vivir en esta tierra, o pensar que tienen todo el tiempo en el mundo. Cuando las personas son jóvenes y están llenas de salud, piensan que son invencibles, y que nada los tocará por el momento. Y mientras tanto, piensan lo quieren y hacen como quieren, dirigidos por su arrogancia y orgullo. La Biblia nos enseña que hay un tiempo para todo, como está escrito: Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora. Tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado; tiempo de matar, y tiempo de curar; tiempo de destruir, y tiempo de edificar. Eclesiastés 3:1-3. Y la realidad nos enseña que ese límite de tiempo nunca se sabe (si prestamos un poco de atención a los acontecimientos). No tenemos idea de cuando algo nos puede tocar. En el pasaje de hoy, vimos dos historias que nos enseñan que tenemos límites de tiempo, y para dos cosas en específico: para el arrepentimiento y para poder dar fruto.

En la primera instancia, el Señor nos explica que cosas vistas como malas no necesariamente les suceden a personas que son más malas que otras. Y esto va en contra de lo que muchas personas piensan, porque muchos piensan que, si son buenas o que, si hacen las cosas bien, que nada malo les va a suceder. En el gran esquema de la humanidad, y por razones de nuestra carnalidad, todos somos pecadores, y eso incluye hasta las personas que han sido redimidas y perdonadas por el Señor. La única diferencia entre la persona convertida al Señor, y el inconverso, es que el convertido ha sido perdonado por el Señor, pero porque hay perdón no necesariamente implica total libertad de los efectos del pecado de la carne, y del pecado en el mundo.

La Biblia nos enseña este principio: Porque la paga del pecado es muerte… Romanos 6:23a. El pecado es lo que hace que las cosas aquí, aún nuestras vidas sean temporales. Ese es el efecto del pecado. Y sea que pequemos voluntariamente, o que ni siquiera pequemos nosotros voluntariamente, el pecado está en nuestra carne y a todo nuestro alrededor. La realidad es que vivimos en un mundo de pecado. Así que, si todo este mundo está lleno de pecado y la paga del pecado implica muerte, entonces todo lo que está aquí está bajo muerte, y tiene un límite de tiempo (es finito). Entonces, por mucho que luchemos, más tarde o más temprano, todos pereceremos físicamente, o por algún tipo de enfermedad, o por algún hecho de otra persona, o por alguna circunstancia que mencionamos nosotros como un accidente, etc., etc. Sea como sea, hagamos lo que hagamos, seamos buenos (por decir) o malos, a todos nos llegará nuestra hora. Y la lección es: que debemos estar listos para ese momento, y la persona sabia entiende que, por el simple hecho de que las cosas son inciertas en este mundo, debiera estar siempre listo.

Ahora bien, la segunda instancia, el asunto de llevar frutos. Tenemos un límite de vida en este planeta, pero también, hay un límite de tiempo que Dios nos da para dar fruto. El asunto es que somos salvos y redimidos en Cristo para buenas obras. Dios es un Dios de producción, y de vida. Entonces, Dios dió vida y espera que el fruto de Su labor sea también de vida, que haya algún resultado digno de Su inversión. Esa es parte de la semejanza que tenemos con Dios, el aspecto de que cada ser humano espera recibir algo por su trabajo, por su dedicación. Una persona trabaja para recibir pago por sus labores. Una persona estudia porque piensa que eso le dará más herramientas para ganarse el sustento mejor. Una persona ama a otra con la esperanza que esa otra persona la valore y le corresponda su amor. Una pareja tiene hijos, y los crían con el deseo de que un día esas criaturas también los amen, y los valore, de la misma manera que ellos lo hicieron. No creo que ninguna persona hace las cosas para recibir lo contrario, ¿verdad? Nadie ama para que lo desprecien. Nadie trabaja para no recibir nada. Nadie invierte con el fin de perder todo lo que invirtió. ¿Ván entendiendo?

Si nosotros esperamos recibir buenos resultados de nuestros esfuerzos y afectos, ¿Cuánto mas no debiera esperar Dios? Dios nos ha creado, nos da la habilidad de existir, permite que vivamos; cosas que se dicen muy resumida y fácilmente, pero todo lo que está envuelto con eso no se puede ni explicar, ni detallar, porque es imposible. Y si pensamos en lo que hizo a través de Su Unigénito Hijo, a través de Jesus, que lo entrego como el Sacrificio Perfecto para que todos nosotros que ni le buscábamos, ni le apreciábamos como corresponde, para que tuviéramos la oportunidad de perdón y de vida eterna. Murió el Justo y el Santo por los injustos y los pecadores. Y francamente hablando, ni merecemos Su sacrificio, ni El tiene ningún tipo de deuda con el ser humano. Lo hizo por amor. Pero aún el amor espera algo como resultado, y eso lo sabemos muy bien, porque lo vivimos diariamente.

Esto es lo que nos enseña también la Palabra: Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto. Juan 15:1-2. Y también nos dice esto: Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu. Gálatas 5:19-25. Así que, Dios nos dá un límite de tiempo para que no solo haya arrepentimiento y conversión a El, pero también, para que produzcamos las cosas que Su Espíritu nos ayuda a producir, cosas que finalmente demuestran que estamos vivos en El, para que usemos sabiamente el tiempo de vida que nos da en esta tierra. Así que, ¿entiendes los límites de tiempo que Dios te da para tu propia vida? ¡Qué el Señor les bendiga! John

Comment