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Basado en 1 Tesalonicenses 4:1-12 (Versión Reina Valera 1960)

Por lo demás, hermanos, os rogamos y exhortamos en el Señor Jesús, que de la manera que aprendisteis de nosotros cómo os conviene conduciros y agradar a Dios, así abundéis más y más. Porque ya sabéis qué instrucciones os dimos por el Señor Jesús; pues la voluntad de Dios es vuestra santificación; que os apartéis de fornicación; que cada uno de vosotros sepa tener su propia esposa en santidad y honor; no en pasión de concupiscencia, como los gentiles que no conocen a Dios; que ninguno agravie ni engañe en nada a su hermano; porque el Señor es vengador de todo esto, como ya os hemos dicho y testificado. Pues no nos ha llamado Dios a inmundicia, sino a santificación. Así que, el que desecha esto, no desecha a hombre, sino a Dios, que también nos dio su Espíritu Santo. Pero acerca del amor fraternal no tenéis necesidad de que os escriba, porque vosotros mismos habéis aprendido de Dios que os améis unos a otros; y también lo hacéis así con todos los hermanos que están por toda Macedonia. Pero os rogamos, hermanos, que abundéis en ello más y más; y que procuréis tener tranquilidad, y ocuparos en vuestros negocios, y trabajar con vuestras manos de la manera que os hemos mandado, a fin de que os conduzcáis honradamente para con los de afuera, y no tengáis necesidad de nada.

La Palabra de Dios no es muy compleja, porque el poder entender la voluntad de Dios es realmente sencillo, tan sencillo que un niño lo puede entender. No se necesita ni tener una gran educación, ni títulos universitarios. En realidad, el propio Dios dijo que era necesario que nos hiciéramos como niños, como está escrito: Y llamando Jesús a un niño, lo puso en medio de ellos, y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Así que, cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos. Mateo 18:2-4. Así que, no solamente es necesario hacernos como niños para entrar en el reino de los cielos, sino que, si nos humillamos con un niño, seriamos los mayores en el reino de los cielos. Entonces, ¿qué es lo que lo que lo hace tan difícil?, porque el estado de las cosas lo hace verse como que es algo muy difícil, por todo lo que está mal no solo en el mundo, sino mas bien, por lo mal que anda todo en lo que se dice ser cristiano, o de Dios.

Esto creo que se puede definir generalmente con una sola palabra: necedad. Cuando se vuelve algo tan sencillo que un niño lo puede entender, en algo difícil y complejo, es porque esta reinando la necedad. No hay otra explicación. Pongamos las cosas en términos cotidianos para que se pueda entender. ¿Tiene sentido pagar $100 por algo que se puede comprar tranquilamente por $5? ¿Tiene algún sentido en hacer demorar algo 2 horas cuando solo debiera tomar 5 minutos? ¿Tiene algún sentido contratar a 4 empleados para un trabajo que lo puede cumplir 1 solo? Si estas cosas no tienen ningún sentido, ni ninguna justificación, ¿Qué de bueno entonces tiene complicar las cosas de Dios, cosas que un niño no solo las puede entender, sino aún más, cumplir? ¿Entienden la necedad? Y ¿entienden la necedad aún más grande de todas, de que, si no se cumplen las cosas de Dios como Dios manda, que no hay ni vida eterna, ni recompensas en el cielo?   

En el pasaje de hoy, leemos de instrucciones que son muy sencillas, que debemos, por nuestro propio bien, buscar agradar a Dios, buscar la santificación, que nos apartemos de la fornicación (de lo que tiene que ver con el tener relaciones íntimas con personas sin estar casados, o con otras personas fuera del matrimonio), de tratar como es debido a la esposa o al esposo, de no agraviar en nada a nuestro hermano o hermana en Cristo, de no dedicarnos a la inmundicia, de amarnos los unos a los otros, de procurar tener tranquilidad, de ocuparnos en nuestros negocios, o sea, de nuestras responsabilidades, de no ser ociosos, sino trabajadores, y de finalmente conducirnos honradamente. Nada de esto es difícil de entender. En fin, es tan fácil que hay que ser casi inútil para no poder hacerlo, porque sencillamente consta de seguir instrucciones. Porque esto también está escrito: ¿Acaso da gracias al siervo porque hizo lo que se le había mandado? Pienso que no. Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os ha sido ordenado, decid: Siervos inútiles somos, pues lo que debíamos hacer, hicimos. Lucas 17:9-10.

Exploremos aún más la necedad. Si la Palabra de Dios dice: Porque la paga del pecado es muerte… (Romanos 6:23) y: No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna. No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos. Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe (Gálatas 6:7-10), entonces ¿cómo pensamos que nada malo va a suceder o que todo estará bien si nos dedicamos a pecar y a sembrar en la carne, o si nos cansamos de hacer el bien? ¿Qué se piensa? ¿Qué Dios se equivocó en lo que dijo? O, si Dios dice que no hagamos ciertas cosas, ¿qué El en realidad lo va a pasar por alto de todas formas? ¿Cómo se puede pensar algo distinto, o justificar algo, si se nos está diciendo muy claramente lo que se debe o no se debe hacer? Por algo Dios dice que debemos buscar Su verdad, para poder saber que hacer y no hacer. Es algo tan sencillo como seguir Sus indicaciones.

Tratemos de hacer las cosas aún más sencillas, tal como lo dijo el Señor: Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas. Mateo 7:12. Ahora, usemos este concepto tan sencillo para poder poner en perspectiva lo que vimos hoy. El pecado no solo te provoca tu propio mal, sino también, ofende a Dios, porque Dios es vida (lo opuesto de la muerte). ¿Te gusta que te ofendan? ¿Te gusta la idea de que tú estés totalmente enamorado o enamorada de una persona, y que esa persona te use solamente, como una pieza útil, como un objeto que te toma y te deja a gusto? ¿Te agrada que te agravien, especialmente si tú no le has hecho ningún daño a esa persona que te agravia, o aún peor, que te agravie una persona que tu solamente te has concentrado en hacerle el bien? ¿Si te has esmerado en limpiar algo, te gustaría que alguien te lo ensucie, y que se burle de tu esfuerzo en tratar de tenerlo limpio? ¿Te agrada que te aborrezcan, que te maltraten, o que te devuelvan mal por bien? ¿Te gusta que los demás se metan en tus cosas solo para desordenártelas, que se metan sin ni siquiera ni entender, ni importarle lo que es tuyo? ¿Te agrada que los demás vivan bien, sin ni siquiera tratar de trabajar a cuesta de tu esfuerzo y duro trabajo? ¿Te gusta que te roben, que te mientan, y que te engañen? Todas estas cosas se pueden ver en este pasaje, y posiblemente muchas más, si lo vemos a través de los lentes (por decir) de la ley y los profetas, de hacer con los demás lo que tu deseas que hagan contigo.

Así que, y como fin, nosotros fuimos creados a imagen y semejanza de Dios. Y como tal, tenemos sentimientos muy similares. Entonces, la ley y los profetas no solo se deben cumplir en el trato con tu semejante, sino aún más, se deben cumplir principalmente para con Dios: trata a Dios como tu quisieras que te traten a ti. Habiendo dicho todo esto: ¿tú conducta honra a Dios y beneficia a tu prójimo? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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