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Basado en Esdras 6:11-22 (Versión Reina Valera 1960)

También por mí es dada orden, que cualquiera que altere este decreto, se le arranque un madero de su casa, y alzado, sea colgado en él, y su casa sea hecha muladar por esto. Y el Dios que hizo habitar allí su nombre, destruya a todo rey y pueblo que pusiere su mano para cambiar o destruir esa casa de Dios, la cual está en Jerusalén. Yo Darío he dado el decreto; sea cumplido prontamente. Entonces Tatnai gobernador del otro lado del río, y Setar-boznai y sus compañeros, hicieron puntualmente según el rey Darío había ordenado. Y los ancianos de los judíos edificaban y prosperaban, conforme a la profecía del profeta Hageo y de Zacarías hijo de Iddo. Edificaron, pues, y terminaron, por orden del Dios de Israel, y por mandato de Ciro, de Darío, y de Artajerjes rey de Persia. Esta casa fue terminada el tercer día del mes de Adar, que era el sexto año del reinado del rey Darío. Entonces los hijos de Israel, los sacerdotes, los levitas y los demás que habían venido de la cautividad, hicieron la dedicación de esta casa de Dios con gozo. Y ofrecieron en la dedicación de esta casa de Dios cien becerros, doscientos carneros y cuatrocientos corderos; y doce machos cabríos en expiación por todo Israel, conforme al número de las tribus de Israel. Y pusieron a los sacerdotes en sus turnos, y a los levitas en sus clases, para el servicio de Dios en Jerusalén, conforme a lo escrito en el libro de Moisés. También los hijos de la cautividad celebraron la pascua a los catorce días del mes primero. Porque los sacerdotes y los levitas se habían purificado a una; todos estaban limpios, y sacrificaron la pascua por todos los hijos de la cautividad, y por sus hermanos los sacerdotes, y por sí mismos. Comieron los hijos de Israel que habían vuelto del cautiverio, con todos aquellos que se habían apartado de las inmundicias de las gentes de la tierra para buscar a Jehová Dios de Israel. Y celebraron con regocijo la fiesta solemne de los panes sin levadura siete días, por cuanto Jehová los había alegrado, y había vuelto el corazón del rey de Asiria hacia ellos, para fortalecer sus manos en la obra de la casa de Dios, del Dios de Israel.

A muchos creyentes les gusta aferrarse a las promesas de Dios y a los triunfos que se ven en las Escrituras, y sienten que pueden apropiarse a todo eso para sentir que pueden lograr similares resultados en sus vidas. Y sí, de cierta manera, por supuesto, pero claro, mientras cumplan la voluntad de Dios. Todo en la Biblia, desde el Genesis hasta Apocalipsis es condicional, hasta la misma salvación de Dios que se consigue solo por la gracia del Señor (como dice la Palabra: …no por obras…). Pero, solo se consigue la salvación al seguir lo que dicen las Escrituras al respecto, de que tiene que haber un completo arrepentimiento y conversión al Señor, y que tiene que haber un aceptar, confesar, y efectivamente hacer a Jesus el Señor de tu vida para que pueda recibirse tal salvación. Y también, para poder retener esa salvación, se tiene que cumplir esa permanencia en Cristo, que una persona tiene que seguirle y hacer las cosas que Dios manda. Todo en el Señor es condicional.

Para poder ver el panorama entero en lo que respecta a la reedificación del Templo de Dios (lo cual leímos hoy), debemos preguntarnos ¿Por qué fue para empezar que Dios permitió que se destruyese? Esto es lo que la Palabra dice al respecto: Terminó, pues, Salomón la casa de Jehová, y la casa del rey; y todo lo que Salomón se propuso hacer en la casa de Jehová, y en su propia casa, fue prosperado. Y apareció Jehová a Salomón de noche, y le dijo: Yo he oído tu oración, y he elegido para mí este lugar por casa de sacrificio. Si yo cerrare los cielos para que no haya lluvia, y si mandare a la langosta que consuma la tierra, o si enviare pestilencia a mi pueblo; si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra. Ahora estarán abiertos mis ojos y atentos mis oídos a la oración en este lugar; porque ahora he elegido y santificado esta casa, para que esté en ella mi nombre para siempre; y mis ojos y mi corazón estarán ahí para siempre. Y si tú anduvieres delante de mí como anduvo David tu padre, e hicieres todas las cosas que yo te he mandado, y guardares mis estatutos y mis decretos, yo confirmaré el trono de tu reino, como pacté con David tu padre, diciendo: No te faltará varón que gobierne en Israel. Mas si vosotros os volviereis, y dejareis mis estatutos y mandamientos que he puesto delante de vosotros, y fuereis y sirviereis a dioses ajenos, y los adorareis, yo os arrancaré de mi tierra que os he dado; y esta casa que he santificado a mi nombre, yo la arrojaré de mi presencia, y la pondré por burla y escarnio de todos los pueblos. Y esta casa que es tan excelsa, será espanto a todo el que pasare, y dirá: ¿Por qué ha hecho así Jehová a esta tierra y a esta casa? Y se responderá: Por cuanto dejaron a Jehová Dios de sus padres, que los sacó de la tierra de Egipto, y han abrazado a dioses ajenos, y los adoraron y sirvieron; por eso él ha traído todo este mal sobre ellos. 2 Crónicas 7:11-22. El primer templo fue destruido porque Israel peco, y por mucho tiempo delante de Dios. Y Dios, aunque es lento para la ira y grande en misericordia, no pudo soportarlo más, y El mismo permitió que el templo fuere destruido por los gentiles para poder lidiar con todo el pecado que Su pueblo había cometido por tantos años. La Palabra se cumplió exactamente.

El asunto es que, en esta vida, nada va a ser perfecto, y también, en conjunto con esto, tenemos que hacer ciertas aclaraciones. Porque a una persona le vaya mal, no quiere decir necesariamente que este experimentando el castigo de Dios, ni tampoco porque le vaya bien, quiere decir que esta recibiendo recompensas por sus buenas acciones. Solo Dios sabe porque sucede lo que sucede. Lo único que si enseña la Palabra de Dios es que sí tenemos que vivir de una manera que complazca a Dios, porque en base a eso es que vamos a ser juzgados al final. Y, si pasamos malos momentos aquí, que los vivamos porque estábamos cumpliendo con Dios, como está escrito: Mas también si alguna cosa padecéis por causa de la justicia, bienaventurados sois. Por tanto, no os amedrentéis por temor de ellos, ni os conturbéis, sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros; teniendo buena conciencia, para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, sean avergonzados los que calumnian vuestra buena conducta en Cristo. Porque mejor es que padezcáis haciendo el bien, si la voluntad de Dios así lo quiere, que haciendo el mal.1 Pedro 3:14-17. Esto es lo que en realidad todos debemos tener en cuenta siempre, mientras estamos aquí: No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad. Mateo 7:21-23. De lo que más nos debemos preocupar es de hacer la voluntad del Padre, porque el aquí y ahora no va a importar tanto como el juicio venidero de Dios. No nos engañemos. Hay castigo y hay restauración, y todo sucederá tal como Dios dice en Su Palabra. Así que, ¿Cómo se cumplirá la Palabra de Dios en tu vida, para castigo eterno, o para restauración y vida eterna? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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