Basado en Mateo 5:1-12 (Versión Reina Valera 1960)
Viendo la multitud, subió al monte; y sentándose, vinieron a él sus discípulos. Y abriendo su boca les enseñaba, diciendo: Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación. Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros.
En lo que leímos hoy, pudiéramos pasar toda una vida entera tratando de entenderlo, y ese sí es parte del propósito porque son cosas que se deben no solamente entender, sino también, se deben prácticar diariamente de todas las distintas maneras posible. Todo en la Palabra es completamente aplicativo a nuestras vidas, de una manera u otra. Si se toma la Biblia solo como un libro de conocimiento y no se practica de la manera que el Espíritu Santo guía, es mas preferible que una persona jamás allá tenido acceso a ella, porque lo único que se está ocasionando es más juicio. En fin, la Palabra de Dios se debe vivir para que se pueda cosechar lo eterno, y así cumplir los designios de Dios en nuestras vidas.
Se pudiera ver este pasaje, línea por línea, lo cual es lo que se debe hacer cuando se estudia la Palabra, pero veremos el punto principal en su plenitud, y es: El Señor estaba enseñando cosas que se deben prácticar en vida para poder lograr las distintas recompensas en el futuro eterno. Es verdad que no nacemos con estos atributos o maneras de ser naturalmente, y por eso que es necesario nacer de nuevo en Cristo, arrepintiéndonos y convirtiéndonos de todos nuestros pecados, dejando atrás nuestra vana manera de vivir, sometiéndonos al Señorío del Jesús, y así, comenzar a cultivar las características de Cristo. También hay que considerar de que conocemos a través de las Biblia que Dios es un Dios condicional, y que, para poder recibir las cosas de Dios, hay que hacer como El manda. Sencillamente, es imposible que la vida cristiana conste de supuestamente de recibir a Cristo y de quedarse con los brazos cruzados (por decir) o de permanecer enfocado en lo temporal. Todo de lo cual habló aquí el Señor, como ejemplo, no se recibirá ni una sola cosa a no ser que una persona sea lo El dijo que tenia que ser. O sea, si uno ni es pobre de espíritu, ni llora, ni es manso, ni tiene hambre y sed de justicia, etc., no va a recibir ninguna de las bienaventuranzas, ni de las recompensas mencionadas. Todo lo que El mencionó se manifiesta a través de las obras. Por eso que entendemos que todo en Cristo se cumple en nuestras vidas cuando se hacen, cuando hay acciones que demuestren nuestra fe, porque por nuestros frutos nos conocerá tanto Dios como los hombres.
Por lo tanto, y si entendemos en el tiempo que el Señor se refería, vemos que las bienaventuranzas y las recompensas vienen en la eternidad principalmente, y no antes. Todo lo mencionado se habla con referencia al futuro, y el único futuro que conocemos en Cristo esta en la vida eterna. Así que, todo lo que se debe vivir y ser no es con la mira para el presente, sino para el futuro, y esto solo es posible a través de la fe, porque la fe esta basada en creer cosas invisibles, pero creer que sí están. Esto es lo que enseño el Señor: No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón. Mateo 6:19-21. Todo lo que debemos vivir en la Palabra de Dios debe ser con la mira hacia adelante, hacia la eternidad. El cristiano debe vivir con el enfoque siempre hacia Dios, con la esperanza de encontrarse con Dios en un futuro no muy lejano. Por eso que la Palabra de Dios también nos insta con lo siguiente: Porque sabemos que si nuestra morada terrestre, este tabernáculo, se deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos. Y por esto también gemimos, deseando ser revestidos de aquella nuestra habitación celestial; pues así seremos hallados vestidos, y no desnudos. Porque asimismo los que estamos en este tabernáculo gemimos con angustia; porque no quisiéramos ser desnudados, sino revestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida. Mas el que nos hizo para esto mismo es Dios, quien nos ha dado las arras del Espíritu. Así que vivimos confiados siempre, y sabiendo que entre tanto que estamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor (porque por fe andamos, no por vista); pero confiamos, y más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor. Por tanto procuramos también, o ausentes o presentes, serle agradables. Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo. 2 Corintios 5:1-10. Así que, cada uno que dice ser seguidor de Cristo debe tener siempre muy en cuenta que este cuerpo se va deshaciendo día a día, y los que somos de mas edad sabemos que es así porque se siente. Y también debe vivir con el deseo de ser revestido y que esto mortal sea absorbido por la vida, y que para esto mismo nos hizo Dios. El Señor no nos hizo con el fin de que este cuerpo nunca perezca, sino que lo hizo como un vehículo temporal para nuestra alma, para que cada alma tenga la opción de decidir seguirle o no por su propia voluntad, y para que no solamente le sigamos, sino también, para que cada alma sea transformada y preparada para cosas aún más grandes. La preparación solo sucede a través del ejercicio y la presión espiritual. Si no podemos ser fieles en lo poco, es imposible que seamos fieles en lo mucho.
Entonces, ¿Cómo es que debemos vivir? Haciendo lo mismo que hizo El Señor a través del poder del Espíritu Santo, vencer la tentación. Esto leemos: Otra vez le llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares. Entonces Jesús le dijo: Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás. Mateo 4:8-10. El diablo siempre va a tratar de hacer al cristiano desistir en su fe, y de distintas maneras, tal como trato de hacerlo con el Señor. El diablo siempre va a tratar de que te canses de ser, por ejemplo, pobre de espíritu, de ser manso, y así sucesivamente. Los desvíos comienzan cuando una persona deja a un lado los propósitos de Dios. Por eso que la Palabra también enseña esto: Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman. Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Santiago 1:12-14. A través de Cristo, tenemos que vencer el mal que vive dentro de nosotros mismos, y vivir haciendo como El manda, hasta el fin, para poder recibir lo que tanto debemos esperar, no lo temporal, sino lo perfecto que Dios ha preparado para aquellos que sí le aman. Así que, ¿estás viviendo para el presente, o para un futuro eterno donde Dios será el que te recompense? ¡Qué el Señor les bendiga! John