Basado en 1 Pedro 2:13-25 (Versión Reina Valera 1960)
Por causa del Señor someteos a toda institución humana, ya sea al rey, como a superior, ya a los gobernadores, como por él enviados para castigo de los malhechores y alabanza de los que hacen bien. Porque esta es la voluntad de Dios: que haciendo bien, hagáis callar la ignorancia de los hombres insensatos; como libres, pero no como los que tienen la libertad como pretexto para hacer lo malo, sino como siervos de Dios. Honrad a todos. Amad a los hermanos. Temed a Dios. Honrad al rey. Criados, estad sujetos con todo respeto a vuestros amos; no solamente a los buenos y afables, sino también a los difíciles de soportar. Porque esto merece aprobación, si alguno a causa de la conciencia delante de Dios, sufre molestias padeciendo injustamente. Pues ¿qué gloria es, si pecando sois abofeteados, y lo soportáis? Mas si haciendo lo bueno sufrís, y lo soportáis, esto ciertamente es aprobado delante de Dios. Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas; el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca; quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente; quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados. Porque vosotros erais como ovejas descarriadas, pero ahora habéis vuelto al Pastor y Obispo de vuestras almas.
A Dios le importa sumamente nuestra conducta en este mundo, especialmente si una persona dice creer y seguir a Cristo. Todo el consejo de Dios en la Palabra apunta a la importancia de llevar una piadosa manera de vivir, a vivir de una forma que no solo glorifique a Dios, sino que también, procurar el mayor bien para toda persona, que es la salvación de sus almas. Esa es la plena voluntad de Dios, y así se cumple el todo de la ley tal como lo enseño el propio Señor: Amararlo a El primeramente con todo lo que tú eres, y el segundo, amarás a tu prójimo como a ti mismo. Y una de las maneras principales que todo eso se cumple es de la manera que nos comportamos dentro del sistema, como nuestro diario convivir con las autoridades que existen.
Si vemos bien la Palabra de Dios, el asunto de respetar todas las autoridades es algo de suprema importancia. En ninguna parte de la Biblia existe la incitación a la rebeldía, o a destruir lo establecido. No existe un pasaje en las Escrituras que demuestre el desafío a lo establecido, aún dentro de las circunstancias más difíciles. Por ejemplo, el pasaje que vimos hoy y los que veremos un poco más adelante, fueron escritos durante en una época muy difícil del cristianismo, donde se levantó un anticristo, Cesar Nerón, quien persiguió a la iglesia, poniendo como mandato que todo ser del reino tenía que confesar que Cesar era señor, y él que no lo hacía, o era encarcelado, o torturado, o hasta muerto, y de las maneras más macabras y horribles que pudiera ser. No obstante, el Espíritu Santo inspiró a escribir a estos hombres de Dios de respetar y someterse aún a este tipo de autoridad, no solo como un deber delante de Dios, sino que también, para que, a través de la conducta cristiana, aún lo detestable y lo malo pudiera tener la oportunidad de ser redimido y salvado por el Evangelio de Cristo (porque no hay acepción de personas para Dios), como está escrito: Recuérdales que se sujeten a los gobernantes y autoridades, que obedezcan, que estén dispuestos a toda buena obra. Que a nadie difamen, que no sean pendencieros, sino amables, mostrando toda mansedumbre para con todos los hombres. Porque nosotros también éramos en otro tiempo insensatos, rebeldes, extraviados, esclavos de concupiscencias y deleites diversos, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles, y aborreciéndonos unos a otros. Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador, para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna. Palabra fiel es esta, y en estas cosas quiero que insistas con firmeza, para que los que creen en Dios procuren ocuparse en buenas obras. Estas cosas son buenas y útiles a los hombres. Tito 3:1-8.
Sé que es difícil en muchos casos, y que uno puede tener sus propias preferencias con ciertas autoridades, o con ciertas personas, pero Dios no nos enseña a seguir preferencias subjetivas, sino a acatar lo que El finalmente ha establecido, nos guste o no. Porque también está escrito: Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos. Porque los magistrados no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo. ¿Quieres, pues, no temer la autoridad? Haz lo bueno, y tendrás alabanza de ella; porque es servidor de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, teme; porque no en vano lleva la espada, pues es servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo. Por lo cual es necesario estarle sujetos, no solamente por razón del castigo, sino también por causa de la conciencia. Pues por esto pagáis también los tributos, porque son servidores de Dios que atienden continuamente a esto mismo. Pagad a todos lo que debéis: al que tributo, tributo; al que impuesto, impuesto; al que respeto, respeto; al que honra, honra. No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley. Romanos 13:1-8. Entonces, se ve muy claro, que la persona que resiste las autoridades, sean buenas o malas, resiste finalmente a Dios. Y sí, al que resiste o se opone a la policía (o al magistrado como se nombra aquí) también está desafiando a Dios mismo. Y algunos pueden decir: Tú no sabes lo que ellos han hecho. Y sí, no sé lo que te haya ocurrido personalmente, pero, Dios si sabe, y es El quien dice (parafraseado): Respétalos, sujétate a ellos, busca la salvación de sus almas. Y esto no es una cobardía como algunos pueden tomarla, sino una obediencia a la Autoridad Suprema que un día juzgará a todo hombre y mujer según lo que haya hecho, porque sí existe un juicio final del cual nadie se puede escapar. Dios juzgará a todo ser humana, especialmente a Su pueblo, como está escrito: Por tanto procuramos también (el Apóstol Pablo se incluye en esto), o ausentes o presentes, serle agradables. Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos (Pablo se vuelve a incluir) ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo. 2 Corintios 5:9-10. Así que, el que diga que un cristiano no va a dar cuentas, se equivoca. Por eso que es tan importante vivir para Cristo, y especialmente refiriéndose a lo establecido, al sistema en el cual vivimos. Todo lo debemos hacer como para el Señor, y de tal manera que se alinee con el Espíritu Santo y con la Palabra de Dios, sin excepciones, por el bien nuestro, y por el bien de toda persona. Esto lo manda el Señor.
Entonces, ¿Estás honrando a Dios dentro del sistema en el cual vives, no solo para serle agradable a Dios, sino también, para que los que vean tu vida (buenos o no) puedan ver a Cristo, para que tengan la oportunidad de también ser salvos? ¡Qué el Señor les bendiga! John