Basado en Colosenses 1:9-18 (Versión Reina Valera 1960)
Por lo cual también nosotros, desde el día que lo oímos, no cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual, para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios; fortalecidos con todo poder, conforme a la potencia de su gloria, para toda paciencia y longanimidad; con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz; el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados. Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten; y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia;
¿De qué consiste la salvación en Cristo? ¿Solo consta de creer en Cristo y nada más? ¿Debe haber algo más allá que una sencilla oración confesando una fe? ¿La salvación tiene más propósito que solo escapar del infierno para llegar al cielo? Mi esperanza en Cristo es que hallan muchas personas haciéndose estas preguntas, porque parece que se buscan y se aceptan respuestas demasiado sencillas. Vivimos en una era donde el egocentrismo y el egoísmo reinan. La gran mayoría de las personas solo buscan lo que temporalmente les conviene. Y si se le dan respuestas afines con ese sentir, están más que conformes. La mayoría se satisfacen con cosas que finalmente le acomoden sus metas.
Lo primero que pudiéramos decir es que no hay nada malo en hacerle preguntas genuinas a Dios. Pero el asunto es que deben hacerse preguntas que en realidad valgan la pena. Y para que eso suceda, una persona tiene que sacar el enfoque de sobre sí mismo y abrirse a un panorama más grande. La realidad del universo no consiste de lo que vamos a comer hoy, o de los zapatos que me voy a comprar en algunos días, o de que, si me voy a casar o no, o de que, si los intereses suben o bajan, o de quien va a ser el próximo mandatario, etc. Para poder llegar a por lo menos a hacerle preguntas a Dios que valgan la pena, el enfoque no puede ser ni lo superficial, ni la vanidad, ni el mundo pasajero, porque absolutamente todo lo que vemos algún día pasara. El dinero, el poder, la fama, la comodidad, y hasta nuestras relaciones personales terminarán algún día. Todo este mundo físico y visible cesará de existir algún día para ti y para mí, como para toda la humanidad. Puede que nuestros ojos no lo vean, pero todo esto terminará algún día. Y si es así, ¿debemos preocuparnos tanto por esto? No es que no importe, porque nos afecta, pero ¿debe nuestra atención estar tan enfocada en todo esto? Y la respuesta debiera ser: No. Esto dice la Palabra, lo cual nos debiera ayudar a enfocarnos en lo que realmente importa: Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará. Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma? Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras. Mateo 16:25-27.
Veamos por un momento el enfoque del Apóstol Pablo. Dice la Palabra: …que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual… Entonces, ¿Qué podemos ver aquí? Desde el momento que habla de lo espiritual, ya no está tratando directamente con lo físico o lo carnal, sino con otro reino, con otro dominio, que por supuesto afecta el aquí y el ahora también. O sea, para saber lidiar con el aquí y el ahora, de tal manera que encaje con lo futuro, él está enfocado en el más allá, en lo permanente. El mundo invisible y espiritual es inconmovible. Siempre se debiera poner lo inconmovible primero para después saber lidiar con lo temporal, pero nunca al revés. Si una persona siempre está enfocada en lo carnal o lo temporal, jamás va a entender, y peor, acertarle a lo eterno. Siempre va a errar, y recuerden que el significado de la palabra “pecado” es “errar”. Ese es el problema del pecado, el asunto de no comprender, y aún menos, de hacer cosas que están plenamente acertadas con Dios. Si hay error o pecado, tan sencillamente no se ha llegado a la meta, al centro de todo. Es por eso que el Espíritu Santo a través Pablo nos guía a que lo espiritual debe siempre ser lo principal, para no pecar, y acertarle a lo preciso. Las cosas de Dios tienen una exactitud increíble. No es tan general como lo ponen muchos. Por ejemplo, este asunto de que todas las creencias llevan al mismo Dios es un absurdo. Porque si fuera así, sería un dios loco y esquizofrénico. No puede ser que el mismo dios le diga a un grupo: ama a tu prójimo, y ama a tu enemigo, y al otro decirle: mata a los infieles. Y también, que un mismo dios te diga que hay una vida eterna después de todo esto, y que el mismo dios le diga a otro que las vidas se reciclan, y que una persona vive muchas vidas, y que solo cambia de forma entre una vida y otra. Debe haber algo de sentido común, aunque por desgracia, el sentido común no es muy común hoy en día. Tristemente veo que mientras más “inteligente” y “desarrollada” se cree nuestra civilización, más necia y decadente se vuelve, autodestruyendo aún su propia naturaleza.
Ahora bien, veamos las preguntas que se hicieron al comienzo. La salvación consiste en muchas cosas, pero de un solo enfoque. Sabemos a través de las Escrituras que debe haber primero un completo arrepentimiento de todo pecado, y una conversión sin reservas al Señor. Eso debe venir antes de que una persona le pida al Señor a que entre en su corazón. Y hay algo muy práctico en esto. Para poder legítimamente comenzar de nuevo en Cristo, debe entonces dejarse todo atrás, un volverse de todo lo que produjo la muerte espiritual en una persona, porque la paga del pecado es muerte. Y también, el otro lado practico es, para que Cristo venga a reinar en una vida como Señor, debe haber un completo rendimiento, y eso es lo que lo produce un real arrepentimiento y conversión de todos los pecados. Y segundo, sí, debe haber tal fe de aceptar a Jesús, pero no solamente como Salvador, sino aún más importante, como Señor, porque un salvador te hace un servicio, por decir, pero el Señor te guía a hacer lo que tienes que hacer e ir adonde tienes que ir. Todo es muy práctico cuando se entiende. Y este nuevo nacimiento es solo el comienzo. La salvación consta no solo de un comienzo, sino también, de un proseguir, de un camino eterno, sin fin. Y en una trayectoria así, hay muchas cosas que deben suceder. Hay demasiado por hacer, por toda una eternidad. Por eso que se nos enseña en este pasaje que debemos ser llenos del conocimiento de Su voluntad, para que andemos como es digno del Señor, y no solamente para aquí y ahora, sino por toda una eternidad. Y, ¿qué es lo preciso en todo esto? Que el principio, el presente, y el fin es Cristo. Tenemos que pensar a Quién le pertenecemos y a Quién debemos servir. Y una persona nunca va a llegar a nada en la eternidad si solo está pensando en sí misma, y en cumplir su voluntad, en vez de tener los ojos puestos en Cristo, y en buscar comprender, entender, pero, sobre todo, hacer Su voluntad. Así que, ¿estás buscando llenarte de Su conocimiento para poder hacer cosas que son dignas de El, por tu propio bien, y para la gloria de El? ¡Qué el Señor les bendiga! John