Basado en Hebreos 3:7 – 4:2 (Versión Reina Valera 1960)
Por lo cual, como dice el Espíritu Santo: Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones, como en la provocación, en el día de la tentación en el desierto, donde me tentaron vuestros padres; me probaron, y vieron mis obras cuarenta años. A causa de lo cual me disgusté contra esa generación, y dije: Siempre andan vagando en su corazón, y no han conocido mis caminos. Por tanto, juré en mi ira: No entrarán en mi reposo. Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo; antes exhortaos los unos a los otros cada día, entre tanto que se dice: Hoy; para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado. Porque somos hechos participantes de Cristo, con tal que retengamos firme hasta el fin nuestra confianza del principio, entre tanto que se dice: Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones, como en la provocación. ¿Quiénes fueron los que, habiendo oído, le provocaron? ¿No fueron todos los que salieron de Egipto por mano de Moisés? ¿Y con quiénes estuvo él disgustado cuarenta años? ¿No fue con los que pecaron, cuyos cuerpos cayeron en el desierto? ¿Y a quiénes juró que no entrarían en su reposo, sino a aquellos que desobedecieron? Y vemos que no pudieron entrar a causa de incredulidad. Temamos, pues, no sea que permaneciendo aún la promesa de entrar en su reposo, alguno de vosotros parezca no haberlo alcanzado. Porque también a nosotros se nos ha anunciado la buena nueva como a ellos; pero no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron.
Hay una sola cosa que importa en esta vida, y esta es: si realmente creemos en el Señor o no. No hay nada más que importe porque todo es dictado por lo que creemos. Esa es la raíz de todas las cosas en nuestra vida, lo que determina lo que hacemos aquí, y si finalmente entraremos en el reino de Dios. Hay mucha confusión sobre esto porque sencillamente, de alguna manera u otra, la gran mayoría no viven una fe verdadera. Temo decir que, dentro de nuestras iglesias, y en el ministerio, y hasta adentro de escuelas de Biblia y seminarios, no hay casi nada de la fe de la cual enseña la Biblia, de la que finalmente hace que una persona pueda llegar a obtener la vida eterna y las recompensas que Dios desea dar. Hay cosas que suenan como la verdad, que lucen como si conllevaran al camino de la vida, pero no la pura y santa verdad de Dios. Hay muchas ilusiones, vanidades, semejanzas, pero en la gran mayoría de las partes, no hay una aceptación de la verdad de Dios. La gran mayoría de las personas, hasta los que se creen muy doctos y conocedores de las cosas de Dios, sufren de incredulidad, y por lo tanto, no tendrán vida eterna.
Puede que digan muchos: ¿Cómo puede ser eso? Muchos dicen creer, y confiesan una fe, pero casi siempre hay dudas, y se puede ver esas dudas por la manera que viven su vida. ¿Cuál fue el problema de Israel en el desierto? Y esto lo debemos tomar todos en cuenta, especialmente los que decimos ser pueblo de Dios, porque Israel era el pueblo de Dios. Tenemos que recordar que la fe en Cristo añade a los gentiles (los que no somos de Israel) al pueblo de Israel, así que debemos prestarle atención a este asunto porque nos incumbe y afecta directamente. La gran mayoría del pueblo de Israel siempre dudó de Dios, dependiendo de las circunstancias, y si Dios les estaba complaciendo o no. Si las cosas les iban como ellos querían, ellos daban gloria a Dios. Pero si las cosas cambiaban un poco, ya Dios no servía para ellos. Y sus corazones siempre estaban vagando entre Dios y los ídolos que dejaron atrás en Egipto, como el becerro de oro que se hicieron cuando pensaron que ya Moisés no estaba vivo. No había ningún tipo de estabilidad en sus vidas. Y esto canso a Dios, y Dios los hizo vagar por 40 años en el desierto, un camino que le debiera haber tomado 11 días de acuerdo con algunos eruditos. Tanto fue su dureza de corazón que Dios los hizo dar vueltas y vueltas hasta que pereció la generación que salió de Egipto, excepto Josué y Caleb.
Este mismo mal sigue hoy, y probablemente más fuerte que nunca. Hay mucha duda, mucho doble ánimo, mucha incredulidad, y se busca a Dios por conveniencia en vez de por fe. Y aún peor, la gran mayoría tratan a Dios como siervo y a ellos mismo como dios y señor. Ese es el grave problema que existe, que se trata a Dios dependiendo de la manera que ellos ven que le sirva. Y claro, el diablo toma ocasión para tentar para que no crean en Dios, para poner en duda, para hacerlo aparentar como algo que no vale la pena, y que lo único que importa es que cumplan sus deseos y que puedan vivir sus vidas como quieran. Esta es la tentación que siempre trata el diablo de emplear, y esto será siempre, hasta el día que tomes tu último aliento, de dejar a Dios, de dudar de El, de finalmente no tratarle como Señor. Pero esto dice la Palabra: Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman. Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte. Amados hermanos míos, no erréis. Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación. Santiago 1:12-17. El diablo tienta a través de nuestra propia concupiscencia, y apela a nuestros malos deseos. El no tiene que buscar más allá. El mal está dentro de nosotros mismos, y el libre albedrio nos da la potestad, o de escoger ceder al mal que está dentro de nosotros, o de razonar y adoptar una verdadera fe en el Señor basado en todo lo que Dios es y hace por nosotros. Finalmente, la fe está plenamente basada en el raciocinio del hombre. Una persona puede tratar de espiritualizar las cosas todo lo que quieran, pero en rendidas cuentas, Dios nos hizo con raciocinio, y ese raciocinio es lo que interpreta la Verdad de Dios y la mentira del diablo, y decide a que hacerle caso. Por eso que existe un juicio. Pero la Palabra dice: Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros. Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones. Santiago 4:7-8. Todo lo que dicen estos versos están plenamente basados en la decisión. Si una persona tiene algún tipo de raciocinio, y creyera que Dios es Dios, le trataría como tal, y haría como El dice porque la razón da sentido a buscar nuestro propio bien, y estar de parte del Ser más poderoso del universo. Es ilógico y necedad hacer otra cosa.
Y esto nos lleva al punto final. ¿de qué finalmente se trata la fe? De amar a Dios. Si vemos, entendemos, y aceptamos Quien es Dios, y todo lo que El ha hecho y hace por nosotros día a día, pero lo principal, la vida eterna que gratuitamente dá a través de Su Hijo Jesucristo, esto nos “debiera” llevar a amar a Dios. El amor es la única manera lógica de corresponder al amor de Dios. El amor debiera producir amor, no el odio, o la duda, o el egoísmo, o la obstinación. Esto es el fin que Dios busca: Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Deuteronomio 6:4-5. Si uno realmente cree en Dios, aprendería a amarle, y finalmente haría como El manda, pase lo que pase, porque entendería Quien es El y todo lo que realmente tiene valor: la eternidad. Si no se ama a Dios, y no se busca obedecerle y seguirle, tan sencillamente, no hay tal fe, sino incredulidad. Así que, ¿Amas al Señor para vida eterna, o sigues perdido en la incredulidad, buscando hacer tu propia voluntad? ¡Qué el Señor les bendiga! John