Basado en Marcos 9:14-37 (Versión Reina Valera 1960)
Cuando llegó a donde estaban los discípulos, vio una gran multitud alrededor de ellos, y escribas que disputaban con ellos. Y en seguida toda la gente, viéndole, se asombró, y corriendo a él, le saludaron. Él les preguntó: ¿Qué disputáis con ellos? Y respondiendo uno de la multitud, dijo: Maestro, traje a ti a mi hijo, que tiene un espíritu mudo, el cual, dondequiera que le toma, le sacude; y echa espumarajos, y cruje los dientes, y se va secando; y dije a tus discípulos que lo echasen fuera, y no pudieron. Y respondiendo él, les dijo: ¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os he de soportar? Traédmelo. Y se lo trajeron; y cuando el espíritu vio a Jesús, sacudió con violencia al muchacho, quien cayendo en tierra se revolcaba, echando espumarajos. Jesús preguntó al padre: ¿Cuánto tiempo hace que le sucede esto? Y él dijo: Desde niño. Y muchas veces le echa en el fuego y en el agua, para matarle; pero si puedes hacer algo, ten misericordia de nosotros, y ayúdanos. Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible. E inmediatamente el padre del muchacho clamó y dijo: Creo; ayuda mi incredulidad. Y cuando Jesús vio que la multitud se agolpaba, reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: Espíritu mudo y sordo, yo te mando, sal de él, y no entres más en él. Entonces el espíritu, clamando y sacudiéndole con violencia, salió; y él quedó como muerto, de modo que muchos decían: Está muerto. Pero Jesús, tomándole de la mano, le enderezó; y se levantó. Cuando él entró en casa, sus discípulos le preguntaron aparte: ¿Por qué nosotros no pudimos echarle fuera? Y les dijo: Este género con nada puede salir, sino con oración y ayuno. Habiendo salido de allí, caminaron por Galilea; y no quería que nadie lo supiese. Porque enseñaba a sus discípulos, y les decía: El Hijo del Hombre será entregado en manos de hombres, y le matarán; pero después de muerto, resucitará al tercer día. Pero ellos no entendían esta palabra, y tenían miedo de preguntarle. Y llegó a Capernaum; y cuando estuvo en casa, les preguntó: ¿Qué disputabais entre vosotros en el camino? Mas ellos callaron; porque en el camino habían disputado entre sí, quién había de ser el mayor. Entonces él se sentó y llamó a los doce, y les dijo: Si alguno quiere ser el primero, será el postrero de todos, y el servidor de todos. Y tomó a un niño, y lo puso en medio de ellos; y tomándole en sus brazos, les dijo: El que reciba en mi nombre a un niño como este, me recibe a mí; y el que a mí me recibe, no me recibe a mí sino al que me envió.
A través de toda instancia en la Palabra, debiéramos poder ver algo que es muy importante, y eso es: que el Señor sabe mucho más que nosotros. En este corto pasaje vemos tres instancias que demuestran esto. En la primera instancia, el Señor pregunta acerca de la disputa que había sucedido, pero El ya sabía cuál era el asunto (porque recuerden que El sabe aún nuestros pensamientos). Y El es el que libera al muchacho del espíritu inmundo. En la segunda instancia, El le habló a los discípulos acerca de Su muerte y resurrección, algo que no sabían, ni aún menos, entendían lo que iba a suceder, y la razón por lo cual iba a suceder. El sabia cosas que estaban totalmente fuera del alcance de los discípulos. Y en la tercera instancia, mientras los doce disputaban entre sí, de quien sería el primero, El les enseñó algo que va en contra de todo lo que ellos pensaban que debiera ser. En cada momento, se ve que El estuvo (y está siempre) varios pasos (por decir) más adelante de todos.
¿Cómo podemos ver que Dios sí en realidad sabe más que nosotros? Bueno, ya lo vimos que Su Palabra lo demuestra claramente. Pero también, Sus obras proclaman Su grandeza y Su inteligencia. Si solo realmente aceptara el hombre la realidad de que Dios sí lo hizo todo; el asunto de poder comprender lo más elemental, algo que hasta un niño puede entender, muchas cosas se les harían más fáciles. Todo lo creado habla de Su majestad, lo inmenso e incalculable de Su conocimiento. Como está escrito: Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Un día emite palabra a otro día, y una noche a otra noche declara sabiduría. Salmo 19:1-2. Y también escrito esta: Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. Romanos 1:20. Todo habla de la grandeza de Dios, desde lo invisible y microscópico, hasta lo más grande e infinito. Si Dios supo hacer todas esas cosas, cosas que nosotros nunca podremos ni saber, ni aun menos, hacerlas nosotros mismos, debiéramos poder entender que El sabe infinitamente mucho más que todos nosotros.
Ahora bien, ¿Qué debiera entonces hacer el hombre con este conocimiento? Muy fácil, buscar del Señor, con todo su corazón, como está escrito: Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano. Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar. Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos. Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié. Isaías 55:6-11. Todo lo que Dios dice será. No hay nada que pueda cambiar lo determinado por El. Lo que debemos siempre tener en mente es que la Palabra se puede cumplir para bien en nuestra vida, si amamos y obedecemos al Señor, o para mal, como simple consecuencia de lo que sucede cuando no se ama y no se le obedece. Hay personas que piensan que, porque una persona es expuesta a la Palabra de Dios, que eso la va a cambiar, más tarde o más temprano. Eso es lo que Dios quisiera, porque por algo la envía, con el propósito de que la persona cambie. Pero el asunto es que todo en el Señor es a través del amor, y en el amor, nunca se fuerzan las cosas. Dios provee las circunstancias con el fin de que una persona escuche y cambie, pero nunca la va a forzar. El libre albedrio nunca termina, aun cuando uno le ha dado su vida al Señor. La base de nuestra relación con el Señor siempre es el amor. Y como tal, todo está basado en la decisión, como está escrito: Porque muy cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón, para que la cumplas. Mira, yo he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la muerte y el mal. Deuteronomio 30:14-15.
En fin, él que realmente desea ser sabio, por su propio bien, debiera buscar obedecerle al Señor, porque escrito esta: ¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo? Todo aquel que viene a mí, y oye mis palabras y las hace, os indicaré a quién es semejante. Semejante es al hombre que al edificar una casa, cavó y ahondó y puso el fundamento sobre la roca; y cuando vino una inundación, el río dio con ímpetu contra aquella casa, pero no la pudo mover, porque estaba fundada sobre la roca. Mas el que oyó y no hizo, semejante es al hombre que edificó su casa sobre tierra, sin fundamento; contra la cual el río dio con ímpetu, y luego cayó, y fue grande la ruina de aquella casa. Lucas 6:46-49. Así que, ¿Entiendes, por tu bien, que el Señor sabe mucho más que tú? ¡Qué el Señor les bendiga! John