Basado en Hebreos 10:26-11:2 (Versión Reina Valera 1960)
Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios. El que viola la ley de Moisés, por el testimonio de dos o de tres testigos muere irremisiblemente. ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia? Pues conocemos al que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor. Y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo. ¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo! Pero traed a la memoria los días pasados, en los cuales, después de haber sido iluminados, sostuvisteis gran combate de padecimientos; por una parte, ciertamente, con vituperios y tribulaciones fuisteis hechos espectáculo; y por otra, llegasteis a ser compañeros de los que estaban en una situación semejante. Porque de los presos también os compadecisteis, y el despojo de vuestros bienes sufristeis con gozo, sabiendo que tenéis en vosotros una mejor y perdurable herencia en los cielos. No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón; porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa. Porque aún un poquito, y el que ha de venir vendrá, y no tardará. Mas el justo vivirá por fe; y si retrocediere, no agradará a mi alma. Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma. Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos.
En nuestra sociedad cristiana de hoy en día, hay muchas ideas de lo que supuestamente Dios desea que hagamos. Hay un sin fin de creencias y prácticas que se han creado a través del tiempo, y se enseñan como cosas que Dios manda que en realidad no son parte de la voluntad de Dios. Hay cosas que se han creado con buenas intenciones, y otras con no buenas intenciones. En fin, y como se ha dicho antes, las personas que desconocen la Verdad de Dios y están legítimamente buscando encontrar al Todopoderoso tienen una increíble tarea, por decir, porque ¿dónde empiezan, y que es en realidad es la Verdad? ¿Puede acaso haber varias verdades o formas de la verdad? Y el asunto es que es imposible que hayan distintas verdades o formas de la verdad. Si fuere así, entonces tendríamos que decir ciertas cosas de Dios, de que no es perfecto, o que es un ser que sufre de tener múltiples personalidades, o en lo más mínimo, que es un ser voluble. Bendito sea el Altísimo que no es ninguna de esas cosas, ni nada semejante a eso. Dios es uno solo, y es Perfecto, y no varía en Su parecer. Dios es Dios, y como tal, hay un solo camino hacia El. No existen múltiples versiones de la Verdad, o distintas formas de la Verdad, sino que existe una sola Verdad, y un solo Camino, y eso es todo, porque Dios es uno y no tiene variaciones, como está escrito: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Deuteronomio 6:4b.
Para poder entender entonces este asunto de tantas variaciones dentro de la fe cristiana, hay que explicar el concepto del pecado. Por definición, la palabra “pecado” es un término de artillería, que significa: errarle al blanco. Otra definición sería: el no ser perfecto, o no ser exacto. Hay una sola verdad, un solo camino, hay una línea muy recta, fina, y exacta que guía hacia Dios. Y cuando se peca, o se yerra, entonces viene el desvío de la verdad. Entonces, ¿Qué provoca tanto desvío dentro de una fe que supuestamente debiera ser tan exacta? Dios es perfecto, pero el diablo es todo lo contrario, y su trabajo, por decir, es extremadamente sencillo. Dios diseñó y expuso lo recto, lo derecho, lo exacto, y el diablo trata de provocar el desvío. Para seguir la definición del pecado y la artillería, si una persona tratara de lanzar una flecha hacia el blanco, el diablo seria o el que topa el arco, o el que produce el disturbio visual, o hasta el que te susurra despacio en el oído para que se pierda la concentración, en fin, hace todo lo posible para poder provocar el desvío. El acertar al blanco es extremadamente difícil, pero el errarle al blanco es lo más fácil del mundo.
Ahora bien, el diablo puede solamente influenciar o interferir, pero nunca puede obligar o controlar. El hombre siempre tiene libre albedrio. Entonces, ¿Por qué tanto desvío? El asunto es que el mal está dentro de nosotros, gracias a la herencia que nos dieron Adán y Eva. El pecado viene dentro de nuestro ser, es parte integral de lo que somos, como está escrito: Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron. Romanos 5:12. Y también dice la Palabra: He aquí, en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre. Salmo 51:5. Entonces, el trabajo del diablo es aún más sencillo. El solo tiene que apelar a algo que ya está dentro de nuestro ser. Esto es lo que enseña la Palabra: Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte. Santiago 1:13-15. Por eso es que existe tanto desvío aun dentro de la fe, porque aunque una persona llegue hasta rendirle su vida a Cristo, todavía tiene que luchar con lo que tiene dentro de sí mismo, y claro, con un enemigo que solo desea su perdición porque él es toda maldad. No hay nada redimible ni bueno dentro de Satanás, y como tal, su producto es toda maldad.
Entonces, ¿Qué podemos hacer para no solamente poder vencer lo que tenemos dentro de nosotros mismos, sino también, poder llegar a esa perfección a la que debemos llegar si legítimamente deseamos estar con Dios? ¿Cómo se puede ver a través de todo lo que hay para poder llegar a la verdad? Lo primero es realmente disponerse a tener un encuentro con Dios. No buscar a Dios solo para resolver problemas, o para cumplir deseos egoístas, o para tratar de manipular a Dios de alguna manera. Esto es uno de esos pecados que están más presentes en el llamado pueblo de Dios. La gran mayoría tienen motivos alternativos en vez de buscar de Dios legítimamente. Esto es una de las razones más grandes por lo cual existen tantos desvíos. Por eso que hay tanto pecado dentro del pueblo de Dios. El Señor dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. Juan 14:6b. Por lo tanto, uno no puede seguir sus propios designios o ideas o pareceres. Cristo tiene que ser el blanco, y como tal, El tiene que llegar a ser el Señor de nuestra vida. Tiene que ser el literal y verdadero Señor de nuestro ser. De otra manera, solo se promueve aún más el desvío. El comienzo del pecado voluntario que vimos al empezar es el retener a otras cosas o hasta a uno mismo como señor de nuestra vida en vez de tener a Jesús como el Señor de nuestra vida. Si una persona ya ha tenido ese conocimiento de la Verdad, de lo que Cristo tiene que ser en nuestras vidas, y escoge hacer otra cosa, no hay perdón. Y claro, si sigue esa trayectoria sin cambiar de rumbo, no vera la vida, sino que sufrirá la ira eterna de Dios. ¿Por qué? Porque conoció la Verdad y la desprecio. Entonces, lo que hace esta determinación posible en nosotros mismos es nuestra fe. Todo depende donde pones tu fe. Si pones tu fe en ti mismo, o en algo o alguien más, por mucho que digas que crees en Dios, no veras la vida. Pero, si pones legítimamente tu fe en el Señor Jesús y le tratas como tal, encontrarás la gracia de Dios. Así que, ¿está tu fe en el Señor o en tu pecado que todavía mora dentro de ti? ¡Qué el Señor les bendiga! John