Basado en Gálatas 1:1-10 (Versión Reina Valera 1960)
Pablo, apóstol (no de hombres ni por hombre, sino por Jesucristo y por Dios el Padre que lo resucitó de los muertos), y todos los hermanos que están conmigo, a las iglesias de Galacia: Gracia y paz sean a vosotros, de Dios el Padre y de nuestro Señor Jesucristo, el cual se dio a sí mismo por nuestros pecados para librarnos del presente siglo malo, conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre, a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén. Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo. Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema. Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo.
Inspirado por el Espíritu Santo, el Apóstol Pablo advierte acerca de no obedecer a otro evangelio, y que hay un solo evangelio, un solo camino hacia la salvación. Y advierte de tal modo que cualquier cosa que se predique distinto, y aún, si un supuesto ángel enseñara algo distinto, que sea tomado como anatema, como algo maldito. Esa advertencia por sí misma descartaría algunas religiones y creencias muy populares que hay hoy en día. Finalmente, nada que este fuera de la Biblia, de la Palabra de Dios puede ser aceptado como parte del evangelio de Dios. Y si hay consejos o enseñanzas, deben ser directamente relacionadas y basadas en la plenitud de la Palabra de Dios, y no solamente de acuerdo con ciertos pasajes en la Biblia. Para que algo pueda ser tomado como proveniente de Dios, debe ser basado en la Palabra de Dios.
Ahora bien, ¿Qué es este evangelio del cual habla Pablo que es tan singular y exacto? El evangelio como tal, fue el que introdujo el Señor mismo como está escrito: Después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios, diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio. Marcos 1:14-15. Todo consiste primero en el arrepentimiento de los pecados, de volverse de ellos con todo el corazón. Este es el primer paso fundamental en el evangelio. Y el Señor se refiere también después de mencionar el arrepentimiento, a creer en el evangelio. La base de todo también es la fe, el creer en lo que Dios dice que hagamos. O sea, ¿qué importaría el arrepentimiento de los pecados si una persona ni siquiera esta convencida en lo que es y no es el pecado? Ese es el primer dilema que existe en nuestra sociedad hoy, y donde el error de muchos comienza, el entender y comprender lo que es pecado y también entender y comprender que hay que volverse de todo lo que es malo ante los ojos de Dios. Pero también, el creer en “el evangelio” no se trata de una doctrina nada más, sino más bien, de una Persona. Cristo es “el Evangelio”. Hay que creer en el Señor. Este mensaje de salvación o del evangelio también se enseña así en otro lugar como tal: Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio. Hechos 3:19. El arrepentimiento ya debe entenderse, y el convertirse significa volverse o cambiar de curso, y claro, debe ser un girar hacia Dios, hacia el Señor mismo, como El también dijo: …Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. Juan 14:6b. Y esto es lo que también enseña la Palabra al respecto: Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos: que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. Romanos 10:8-10. Por lo tanto, el evangelio o el comienzo de este camino empieza con esto, con el completo arrepentimiento de los pecados, y el convertirse o volverse totalmente hacia el Señor, y aceptarle como tal, literalmente.
Entonces, ¿eso es todo? Si y no, y aquí es donde muchos también yerran. Si una persona acepta a Jesús como el Señor de sus vidas, entonces, debe seguirle como tal. El Señor no solamente vino para darnos vida, sino también, para darnos un ejemplo de vida, porque si El es el Señor, entonces debemos hacer como El hizo y como El nos sigue guiando a través del Espíritu Santo. El propio Señor nos enseñó a orar así: Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. Mateo 6:9-10. El vino a hacer la voluntad del Padre. Entonces, si El vino a hacer la voluntad de Dios, ¿Qué es lo que nosotros que decimos creer y seguirle debemos hacer también? Buscar también hacer lo mismo. Esto enseña la Palabra de Dios: El que hace caso del día, lo hace para el Señor; y el que no hace caso del día, para el Señor no lo hace. El que come, para el Señor come, porque da gracias a Dios; y el que no come, para el Señor no come, y da gracias a Dios. Porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí. Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos. Porque Cristo para esto murió y resucitó, y volvió a vivir, para ser Señor así de los muertos como de los que viven. Romanos 14:6-9. Pablo mismo también dijo esto: Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo. 1 Corintios 11:1. Y esto es lo que produce el desvío más grande del verdadero evangelio, el no buscar hacer la voluntad del Padre, sino mas bien, el buscar complacerse a si mismo. Si una persona, no importa lo que profese creer, busca solamente cumplir su voluntad, no esta ya basada en el evangelio, sino que se sirve a si misma. Uno le pertenece a quien escoge servir. Esto también dicen las Escrituras: Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y estos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis. Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley. Gálatas 5:16-18. Así que, si una persona sigue los deseos de su carne, ya no está en el camino a la salvación. Puede que una persona diga que: Pero yo creo en Dios, y mi fe esta puesta en El. Y si, puede ser, pero tu señor es al que sirves. Esto también esta escrito: Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma. Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras. Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan. ¿Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta? Santiago 2:17-20.
Finalmente, nosotros somos salvos por la gracia de Dios, pero con un propósito, y si ese propósito no se cumple, la fe no sirve de nada. Uno debe buscar hacer siempre la voluntad del Padre en todas las cosas porque para eso fuimos creados. Como dice la Palabra: Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas. Efesios 2:8-10. Si no estamos sirviendo al Señor, buscando hacer Su voluntad en toda área de nuestra vida, no hay salvación. Nadie puede engañar a Dios. Así que, ¿estás siguiendo el verdadero camino de salvación que conduce hacia el Padre, hacia la vida eterna? ¡Qué el Señor les bendiga! John