Basado en Hechos 1:15-22 (Versión Reina Valera 1960)

En aquellos días Pedro se levantó en medio de los hermanos (y los reunidos eran como ciento veinte en número), y dijo: Varones hermanos, era necesario que se cumpliese la Escritura en que el Espíritu Santo habló antes por boca de David acerca de Judas, que fue guía de los que prendieron a Jesús, y era contado con nosotros, y tenía parte en este ministerio. Este, pues, con el salario de su iniquidad adquirió un campo, y cayendo de cabeza, se reventó por la mitad, y todas sus entrañas se derramaron. Y fue notorio a todos los habitantes de Jerusalén, de tal manera que aquel campo se llama en su propia lengua, Acéldama, que quiere decir, Campo de sangre. Porque está escrito en el libro de los Salmos: Sea hecha desierta su habitación, y no haya quien more en ella; y: Tome otro su oficio. Es necesario, pues, que de estos hombres que han estado juntos con nosotros todo el tiempo que el Señor Jesús entraba y salía entre nosotros, comenzando desde el bautismo de Juan hasta el día en que de entre nosotros fue recibido arriba, uno sea hecho testigo con nosotros, de su resurrección.

¿Qué fue lo que paso con Judas Iscariote? ¿Fue él elegido para hacer lo que hizo, o tuvo elección para hacer algo distinto? Hay muchos que creen que ya todo esta predestinado, y que nadie tiene ningún tipo ni de control, ni de opción, ni de potestad sobre su persona, que ya todo será lo que será, que somos sencillamente el producto o la realización de un plan maestro. Ese es un argumento. Pero, si vemos la Palabra en Su plenitud, y no solo unas pocas partes de la Palabra, nos daríamos cuenta de que las cosas no son así. Desde que Dios hizo al hombre, desde Adán y Eva, Dios le dió potestad al hombre para escoger obedecer, para poder determinar su propio camino, bajo su propio raciocinio. Porque si todo estuviera predeterminado como muchos piensan, entonces todo el esfuerzo que Dios ha invertido en darnos Su consejo, Su Palabra, y todo lo que El nos enseña sería, porque si nada más. Por lo tanto, no insultaremos a un Dios perfectamente inteligente y justo con el pensamiento de que hace o dice las cosas para perder Su tiempo, porque no tiene nada mejor que hacer. Aún más, no debiéramos poner los sentimientos de Dios de ser tan crueles de mandar a Su propio Hijo a morir por nada; porque si todo estuviera predestinado en nuestras vidas, entonces, ¿Por qué no dejar que las cosas tomen Su curso, y guardar de todo mal a lo que El más ama? Una doctrina es sana cuando concuerda con toda la Palabra.

Si vemos la Palabra como mismo lo dejo escrito el Señor, vemos que todo es elección. Una de las partes más claves de la Palabra es la parábola del sembrador. Esto es lo que dice la Palabra: Juntándose una gran multitud, y los que de cada ciudad venían a él, les dijo por parábola: El sembrador salió a sembrar su semilla; y mientras sembraba, una parte cayó junto al camino, y fue hollada, y las aves del cielo la comieron. Otra parte cayó sobre la piedra; y nacida, se secó, porque no tenía humedad. Otra parte cayó entre espinos, y los espinos que nacieron juntamente con ella, la ahogaron. Y otra parte cayó en buena tierra, y nació y llevó fruto a ciento por uno. Hablando estas cosas, decía a gran voz: El que tiene oídos para oír, oiga… …Esta es, pues, la parábola: La semilla es la palabra de Dios. Y los de junto al camino son los que oyen, y luego viene el diablo y quita de su corazón la palabra, para que no crean y se salven. Los de sobre la piedra son los que habiendo oído, reciben la palabra con gozo; pero estos no tienen raíces; creen por algún tiempo, y en el tiempo de la prueba se apartan. La que cayó entre espinos, estos son los que oyen, pero yéndose, son ahogados por los afanes y las riquezas y los placeres de la vida, y no llevan fruto. Mas la que cayó en buena tierra, estos son los que con corazón bueno y recto retienen la palabra oída, y dan fruto con perseverancia. Lucas 8:4-8, 11-15. Así que, la persona es la que determina que hace con la Palabra de Dios, cuando la escucha. El Sembrador (Dios a través de los hombres) les da la oportunidad a todos a escuchar Su Palabra. Todo lo creado inclusive habla de Quien es Dios, y la Palabra misma dice que no tienen excusa. ¿Por qué? Por qué Dios es un Dios de oportunidades, de darle a cada persona la oportunidad de saber Quien es El a través de Sus obras, y de ser expuestos a Su Palabra para poder darle la oportunidad de ser salva. Esa es la bondad de Dios.

Entonces, ¿Qué fue lo que sucedió con Judas Iscariote? El Señor le dio la oportunidad más grande que un ser humano pueda tener. Judas convivió con el Señor (Dios) por tres años. El vió todos los milagros y escucho todos los mensajes y las enseñanzas del Señor personalmente. Fue testigo de todo. ¿Pero qué decidió hacer Judas con su oportunidad? Menosprecio a Dios, a pesar de todo lo que presenció, por tener los bienes de este mundo, y por los placeres que este mundo ofrece. Vendió no solo al Hijo unigénito de Dios, sino que hasta su propia alma por 30 piezas de plata. Había otros once discípulos que también pudieran haberlo hecho, pero él decidió hacer lo que hizo, bajo su propia voluntad. El Señor decidió morir por nosotros, pero los que se prestaron para hacerlo posible, lo hicieron bajo su propia voluntad, porque se dejaron llevar más por su pecado que por el Dios que tenían delante de ellos.

Este es otro dilema que muchos tienen, si una persona puede perder su salvación, y esto viene a colación porque si argumentamos que Judas Iscariote sí tuvo la libertad de escoger, entonces cada persona también tiene esa misma potestad. Porque, si Judas hubiera decidido no vender al Señor, y a permanecer en su fe como lo hicieron los demás, ¿sería salvo? ¡Por supuesto! Pero esto es lo que el mismo Señor nos enseñó, y por lo cual podemos afirmar lo que paso con Judas: No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad. Mateo 7:21-23. Judas participó con los discípulos en todo lo que hacían, pero lo que salva realmente a una persona es el hacer la voluntad del Padre. ¿Se puede perder Cristo? Por supuesto que no. Pero ¿puede una persona escoger soltar la fe que le salva, al dejar de hacer la voluntad del Padre? En ese sentido, desgraciadamente el libre albedrio nunca deja de ser, porque Dios sujeto todo al amor, y en el amor siempre hay elección. Esto es lo que también vemos: Ciertamente, si habiéndose ellos escapado de las contaminaciones del mundo, por el conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo, enredándose otra vez en ellas son vencidos, su postrer estado viene a ser peor que el primero. Porque mejor les hubiera sido no haber conocido el camino de la justicia, que después de haberlo conocido, volverse atrás del santo mandamiento que les fue dado. 2 Pedro 2:20-21. Este es el problema. Por desgracia, no hay solamente un Judas Iscariote, sino que puede haber muchos, al despreciar el conocimiento del Señor por el mundo y por sus placeres. Porque también está escrito: ¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios. Santiago 4:4. Este fue el problema de Judas, y este es el problema de muchos hoy, que aman más al mundo y el hacer su propia voluntad que a Dios. La salvación es una oportunidad que Dios nos dá, y no una obligación o un derecho. Es un don. El Señor no nos debe nada. Así que, ¿Qué estás decidiendo hacer con la oportunidad que Dios te ha dado a través del Señor Jesús? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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