Basado en Romanos 9:6-29 (Versión Reina Valera 1960)
No que la palabra de Dios haya fallado; porque no todos los que descienden de Israel son israelitas, ni por ser descendientes de Abraham, son todos hijos; sino: En Isaac te será llamada descendencia. Esto es: No los que son hijos según la carne son los hijos de Dios, sino que los que son hijos según la promesa son contados como descendientes. Porque la palabra de la promesa es esta: Por este tiempo vendré, y Sara tendrá un hijo. Y no solo esto, sino también cuando Rebeca concibió de uno, de Isaac nuestro padre (pues no habían aún nacido, ni habían hecho aún ni bien ni mal, para que el propósito de Dios conforme a la elección permaneciese, no por las obras sino por el que llama), se le dijo: El mayor servirá al menor. Como está escrito: A Jacob amé, más a Esaú aborrecí. ¿Qué, pues, diremos? ¿Que hay injusticia en Dios? En ninguna manera. Pues a Moisés dice: Tendré misericordia del que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que yo me compadezca. Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia. Porque la Escritura dice a Faraón: Para esto mismo te he levantado, para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado por toda la tierra. De manera que de quien quiere, tiene misericordia, y al que quiere endurecer, endurece. Pero me dirás: ¿Por qué, pues, inculpa? porque ¿quién ha resistido a su voluntad? Mas antes, oh hombre, ¿quién eres tú, para que alterques con Dios? ¿Dirá el vaso de barro al que lo formó: Por qué me has hecho así? ¿O no tiene potestad el alfarero sobre el barro, para hacer de la misma masa un vaso para honra y otro para deshonra? ¿Y qué, si Dios, queriendo mostrar su ira y hacer notorio su poder, soportó con mucha paciencia los vasos de ira preparados para destrucción, y para hacer notorias las riquezas de su gloria, las mostró para con los vasos de misericordia que él preparó de antemano para gloria, a los cuales también ha llamado, esto es, a nosotros, no solo de los judíos, sino también de los gentiles? Como también en Oseas dice: Llamaré pueblo mío al que no era mi pueblo, y a la no amada, amada. Y en el lugar donde se les dijo: Vosotros no sois pueblo mío, allí serán llamados hijos del Dios viviente. También Isaías clama tocante a Israel: Si fuere el número de los hijos de Israel como la arena del mar, tan solo el remanente será salvo; porque el Señor ejecutará su sentencia sobre la tierra en justicia y con prontitud. Y como antes dijo Isaías: Si el Señor de los ejércitos no nos hubiera dejado descendencia, como Sodoma habríamos venido a ser, y a Gomorra seríamos semejantes.
Uno de los principios más importantes que debemos entender, por nuestro propio bien es la soberanía de Dios. Dios es supremamente soberano. No hay nada ni nadie ni más alto, ni más poderoso que Dios. Y, por lo tanto, nada ni nadie puede mandarle, ni aún menos, juzgarle. Es imposible. Es muy diferente a nuestro mundo temporal e insignificante, no hay tal cosa como democracia en el universo. Dios no fue elegido. Dios no es regido ni por un pueblo, ni por un senado, ni por un parlamento, ni por nada que se le asemeje. Dios siempre ha sido, es, y será por los siglos de los siglos, Amen. El es el YO SOY. Y esto es el tema principal del pasaje, como prácticamente toda Su Palabra en Su plenitud. Todo se trata de El porque El es el Supremo de todo el universo. Es sencillamente un hecho irrefutable e inevitable. Todo comienza con El y todo terminará con El.
Ahora bien, ¿favorece este pasaje tal cosa como la predestinación, y que ya todo esta predeterminado para cada ser humano? Si se toma por sí solo, por supuesto, pero Dios no compuso Su Palabra para que sea definida por unos pocos versículos. Dios inspiro a través del Espíritu Santo otros 65 libros, y mucha otra información (por decir) dentro de este mismo libro de Romanos. Por lo tanto, para que algo tenga validez, se necesita comparar al resto de la Palabra, pero no con la mira para encontrar una contradicción, sino para tener un sentir abierto a través del Espíritu Santo para lograr entender el asunto más completamente. Nunca se debe tomar unos pocos versículos y crear toda una doctrina de ellos, porque ahí es que precisamente comienza el error, y no es Dios el que crea la contradicción, sino el hombre. Esto va mano en mano con la soberanía de Dios. No es Dios el que se tiene que acomodar al hombre, sino es el hombre el que tiene que acomodarse a Dios, y por lo tanto, esforzarse a ver la verdad de Dios en Su plenitud a través de Su Palabra. Siempre, siempre, siempre, se debe tener en mente de “Quien” se trata el asunto. Así que, si uno quiere tener un encuentro con Dios y lograr entender Su Verdad, es necesario tener la disposición correcta.
Aparte de la soberanía de Dios, ¿cuál es el otro asunto importante que está siendo expuesto? ¿Qué hay ciertas personas que Dios halla posiblemente predispuesto para la ira? No. Lo que la Palabra expone aquí es la misericordia de Dios, y como Dios dispensa de Su gracia. Y finalmente, de que todo es personal. Como establecimos, Dios no le debe nada a nadie. Pero, a pesar de eso, El bajo Su propia voluntad escoge tener misericordia, y aquí es donde se ve Su gran bondad. Es muy probable que tanto las personas quienes recibieron esta epístola para comenzar, y todo el tiempo después, hasta nosotros que la estamos leyendo hoy, estamos disfrutando de la misericordia de Dios, porque a través de esto, y tantas otras cosas, nos está dando la oportunidad de ser expuestos a Su Verdad y a lograr entenderla. Y eso es lo que nos debe importar a ti y a mí. Que si hubo otros que hayan sido predispuestos o predestinados para perdición o no, ese es asunto de ellos. Lo único lo que nos debe importar a ti y a mi es que Dios nos está mirando con misericordia en este mismo instante.
Tu salvación depende de tu decisión personal. Este mismo ejemplo vemos en la Palabra: Volviéndose Pedro, vio que les seguía el discípulo a quien amaba Jesús, el mismo que en la cena se había recostado al lado de él, y le había dicho: Señor, ¿quién es el que te ha de entregar? Cuando Pedro le vio, dijo a Jesús: Señor, ¿y qué de este? Jesús le dijo: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti? Sígueme tú. Juan 21:20-22. Esto dice la Palabra: Y alguien le dijo: Señor, ¿son pocos los que se salvan? Y él les dijo: Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán. Después que el padre de familia se haya levantado y cerrado la puerta, y estando fuera empecéis a llamar a la puerta, diciendo: Señor, Señor, ábrenos, él respondiendo os dirá: No sé de dónde sois. Lucas 13:23-25. No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Mateo 7:21. Entonces, lo que importa es lo que tú haces con la oportunidad que El te da. Tu camino no está predeterminado. El te está dando a escoger, y te dice que te esfuerces por entrar, y por hacer la voluntad del Padre. Esto dice la Palabra: El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo. Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda. Apocalipsis 21:7-8. Tu decisión y determinación es lo que dictará tu futuro eterno. Cuando cada uno de nosotros estemos parados individualmente delante del trono de Dios, no nos van a importar los demás. Se los aseguro. Por lo tanto, sé sabio y preocúpate por ti mismo, procura ser justificado delante de Dios, pero no por tu propia opinión, o por lo que tu prefieres creer, sino por lo que Dios realmente dice en toda Su Palabra. Dios es soberano y El no te va a juzgar según tu opinión. Así que, ¿estás tú realmente haciendo la voluntad del Padre? ¡Qué el Señor les bendiga! John