Basado en 2 Timoteo 4:6-22 (Versión Reina Valera 1960)

Porque yo ya estoy para ser sacrificado, y el tiempo de mi partida está cercano. He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no solo a mí, sino también a todos los que aman su venida. Procura venir pronto a verme, porque Demas me ha desamparado, amando este mundo, y se ha ido a Tesalónica. Crescente fue a Galacia, y Tito a Dalmacia. Solo Lucas está conmigo. Toma a Marcos y tráele contigo, porque me es útil para el ministerio. A Tíquico lo envié a Éfeso. Trae, cuando vengas, el capote que dejé en Troas en casa de Carpo, y los libros, mayormente los pergaminos. Alejandro el calderero me ha causado muchos males; el Señor le pague conforme a sus hechos. Guárdate tú también de él, pues en gran manera se ha opuesto a nuestras palabras. En mi primera defensa ninguno estuvo a mi lado, sino que todos me desampararon; no les sea tomado en cuenta. Pero el Señor estuvo a mi lado, y me dio fuerzas, para que por mí fuese cumplida la predicación, y que todos los gentiles oyesen. Así fui librado de la boca del león. Y el Señor me librará de toda obra mala, y me preservará para su reino celestial. A él sea gloria por los siglos de los siglos. Amén. Saluda a Prisca y a Aquila, y a la casa de Onesíforo. Erasto se quedó en Corinto, y a Trófimo dejé en Mileto enfermo. Procura venir antes del invierno. Eubulo te saluda, y Pudente, Lino, Claudia y todos los hermanos. El Señor Jesucristo esté con tu espíritu. La gracia sea con vosotros. Amén.

Vemos en el pasaje que el Apóstol Pablo vivió cierta soledad, tanto ministerialmente como también personalmente, acercándose a su final. Y vemos que el señala a personas que antes estaban con él, que ya no están, y que no han permanecido fieles a su lado. Pero vemos que hace un hincapié en el asunto, al señalar un detalle el porqué le abandonaron. El relaciona el amor al mundo como razón por lo cual le abandonaron.

Para comenzar a explicar, y especialmente relacionándolo a nuestros tiempos (porque la Palabra siempre es aplicativa al presente), hoy más que nunca vemos un enfriamiento universal que está sucediendo dentro de la iglesia en general. Puede que hayan cosas que lucen como cariño o cuidado de las personas, pero por desgracia, sabemos que no es así. Nuestras iglesias se han convertido más bien en reuniones o círculos sociales donde las personas se ven porque tienen una afinidad personal o secular, o hasta un interés de negocio, en vez de una relación espiritual como lo manda el Señor. Muchas veces, pueden entrar visitas, personas que están buscando ayuda, y pueden pasar totalmente desapercibidas porque la iglesia está más bien preocupada por sus propias cosas. Tristemente, lo tengo que decir porque cuando no se nos conoce de inmediato, porque muchas veces ni siquiera hay ni un saludo. Pienso: Si me lo hacen a mí, ¿Cuánta indiferencia o hasta desprecio recibirá una persona desconocida o hasta visiblemente pobre? Pero, por desgracia (por lo difícil lo digo), esto mismo que vemos escrito se está cumpliendo en general hoy en la iglesia: También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a estos evita. 2 Timoteo 3:1-5. Esto es lo que hay hoy en muchas de nuestras iglesias, y para más mal, dentro del mismo ministerio. Por desgracia, ahí comienza tal mal.

¿Por qué sucede esto? Se sabe que la Palabra se tiene que cumplir, pero cada persona escoge de qué lado está del cumplimiento. El mayor problema que el mismo apóstol señala es precisamente el amor al mundo. Hay un ambiente donde el enfoque de la iglesia es más bien el bienestar y las relaciones del mundo que hacer la voluntad del Padre. Se predica más de las cosas del mundo, y hasta como encajar con el mundo, que ver la voluntad de Dios. La oración del propio Señor se ha cambiado, en vez de: …Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra…, es esta la actitud de hoy: Que no venga Tu reino, y haz Tu nuestra voluntad en la tierra y en el cielo. Suena horrible, pero eso es lo que se ve. Y, ¿Por qué sucede esto? Porque la llamada iglesia quiere ser amiga del mundo en vez de ser amiga de Dios. Y esto dice la Palabra acerca de eso: ¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios. Santiago 4:4.

Ahora bien, puede que una persona pregunte: ¿Cómo debemos vivir en el mundo? Lo que debe terminar: Es la tibieza, o sea, este asunto de tratar de estar bien con Dios y el mundo (o el diablo). Uno de los atropellos más grandes que hay en contra del Evangelio es esta doctrina que enseña que el arrepentirse ya no importa, y que una persona solo debe creer solamente en Cristo para ser salva. Cuando uno viene a Cristo, debe haber un completo arrepentimiento y conversión de todos los pecados. Si eso no sucede, no hay salvación. De eso se trató el ministerio de Juan el Bautista, y de lo que prepara el camino del Señor. Pero sin preparación, sin conversión, es imposible que entre Cristo. Pero, ya que eso se admite y hasta se enseña (para atraer a las masas), entonces, no hay convertidos. El mundo entra en la iglesia, y claro, comienza a reinar dentro de la iglesia. Sencillamente, se adopta una religión en vez de una realidad en Cristo. Y esto dice la Palabra: Os he escrito por carta, que no os juntéis con los fornicarios; no absolutamente con los fornicarios de este mundo, o con los avaros, o con los ladrones, o con los idólatras; pues en tal caso os sería necesario salir del mundo. Más bien os escribí que no os juntéis con ninguno que, llamándose hermano, fuere fornicario, o avaro, o idólatra, o maldiciente, o borracho, o ladrón; con el tal ni aun comáis. Porque ¿qué razón tendría yo para juzgar a los que están fuera? ¿No juzgáis vosotros a los que están dentro? 1 Corintios 5:9-12. El problema es cuando se admite, se acepta, y hasta se apoya el pecado en la iglesia. El mundo es mundo, y si desconoce la Verdad, hay que darle la oportunidad de conocer a Cristo. Pero, el que confiesa ser del Señor debe dejar el mundo atrás. Y si no lo deja, la iglesia tiene que ayudarlo a tomar una decisión, o se termina por convertir, o que se vaya, pero que tome una decisión. Y de la misma manera, si los llamados creyentes desean formar sus relaciones íntimas con el mundo, entonces, bien, que se vayan al mundo si esa es la intimidad que prefieren. Pero esa tibieza y esa intimidad con el mundo es lo que contamina la iglesia, y claro, ahí se verá la infidelidad a Dios y a los que realmente le sirven. Por eso que la Palabra misma dice: Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis reprobados? 2 Corintios 13:5. Esto es la voluntad de Dios: Por tanto, así dijo Jehová: Si te convirtieres, yo te restauraré, y delante de mí estarás; y si entresacares lo precioso de lo vil, serás como mi boca. Conviértanse ellos a ti, y tú no te conviertas a ellos. Jeremías 15:19. Esto determina la salvación: No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Mateo 7:21. Así que, ¿amás al mundo, o amás a Dios? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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