Basado en Romanos 12:9-21 (Versión Reina Valera 1960)  

El amor sea sin fingimiento. Aborreced lo malo, seguid lo bueno. Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros. En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor; gozosos en la esperanza; sufridos en la tribulación; constantes en la oración; compartiendo para las necesidades de los santos; practicando la hospitalidad. Bendecid a los que os persiguen; bendecid, y no maldigáis. Gozaos con los que se gozan; llorad con los que lloran. Unánimes entre vosotros; no altivos, sino asociándoos con los humildes. No seáis sabios en vuestra propia opinión. No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los hombres. Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres. No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor. Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza. No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal.

Lo que produce vida en nosotros individualmente, no solo es la vida eterna, sino también, una vida distinta mientras estemos en este mundo, cumpliendo la Palabra de Dios. Como el propio Señor lo dijo: …No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. Mateo 4:4b. Absolutamente todo, hasta nuestra existencia diaria depende de la Palabra de Dios. En nada más hay vida. Todo lo demás es solo una ilusión. Pero, en conjunto con la Palabra de Dios, tiene que estar la guía del Espíritu Santo. Esto debe suceder en toda persona creyente, que realmente desea que su vida eterna comience aquí y prosiga, debe estar tanto la Palabra de Dios como la guía del Espíritu Santo. Y ambas son interdependiente. La Palabra de Dios es el conocimiento de la verdad, pero el Espíritu Santo es el que debe guiar la aplicación de tal verdad.

La Palabra de Dios, lo que nos da el conocimiento que necesitamos, habla del Espíritu Santo, el cual es la tercera Persona de la Santa Trinidad, como está escrito: Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno. 1 Juan 5:7. Así que, debemos obtener la guía de El, como también nos muestra Su fiel ejemplo el propio Señor: Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu… Mateo 4:1a. Por eso que el Apóstol Pablo, inspirado por el Espíritu enseño esto: Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y estos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis. Gálatas 5:16-17.

Así que, lo que leímos al principio, es obviamente la Palabra de Dios, y debemos aplicarla a nuestra vida, pero sujeto a lo que guie el Espíritu Santo. El Espíritu Santo es el que tiene que decirnos como y cuando, y que aplica en cada situación, y no nuestra carne. ¿Por qué? Porque, aunque una persona haya entregado su vida al Señor, el pecado todavía mora en su carne, y está sujeta a nuestros sentidos. Esa conexión del mundo visible a nuestra carne a través de los sentidos es lo que todavía nos asedia, y no nos ayuda a ver las cosas claras. Ese es el lado práctico del asunto, y por eso es que el Apóstol Pablo nos aconseja a que no nos dejemos llevar por la carne. Es parte de nuestra naturaleza buscar lo que es agradable y atrayente al momento, dejándose llevar por los placeres y malos deseos. Los sentidos y la carne no saben lo que es espiritual, lo que permanece para siempre, sino solo lo terrenal, lo temporal, finalmente, lo carnal. Si deseamos lo eterno, lo inconmovible, entonces debemos dejarnos guiar más bien por aquello. Hay una sola cosa, o más bien, una sola Persona que es inconmovible y eterna, y ese es Dios, y aún más exactamente, el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo, tres personas, pero un solo Dios, tal como leímos antes.

Entonces, habiendo dicho esto, ¿Qué es lo que debe guiarnos para comenzar a tener de este Espíritu Santo, y que El nos guie efectivamente? Esto dice la Palabra: El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza. Proverbios 1:7. Debemos tomar a Dios en cuenta en todo, y con toda reverencia (lo que significa: temor), comenzando hasta con las cosas más básicas. ¿Qué piensa Dios de mí? ¿Cómo puedo llegar a hallar gracia delante de este Dios que es inconmovible? Si deseamos pertenecerle a Dios, debemos pedirle a que sea nuestro Señor. Esto dice la Palabra: Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos: que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. Romanos 10:8-10. Entonces, si aceptas a Jesús como Señor, lo debes tratar como tal. Si El es el dueño, entonces solo Su voluntad debe ser hecha. Después de todo, si nosotros ni conocemos, ni aún menos entendemos las cosas eternas de Dios, ¿Cómo pensamos que podremos llegar por nosotros mismos, y por nuestra propia opinión? Por lo tanto, debemos pedirle al Señor que nos muestre Su camino, y claro está, que muchas veces va a ir totalmente en contra de lo que pensamos y sentimos, por el pecado que todavía tenemos. Entonces, debemos dejarnos llevar por El, y que Su voluntad sea hecha. Porque escrito esta: No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Mateo 7:21.

¿Qué ejemplo podemos ver de esto? Al Apóstol Pablo. Este es su testimonio: Saulo, respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor, vino al sumo sacerdote, y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, a fin de que si hallase algunos hombres o mujeres de este Camino, los trajese presos a Jerusalén. Mas yendo por el camino, aconteció que al llegar cerca de Damasco, repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo; y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Él dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón. Él, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer. Hechos 9:1-6. Pablo hizo lo más sabio de su vida, cambio de rumbo, y se humillo ante Dios y le trato como el Señor que es. Por eso que el también escribió: Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor. Filipenses 2:12. Y ¿Por qué con temor y temblor? Por tanto procuramos también, o ausentes o presentes, serle agradables. Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo. 2 Corintios 5:9-10. Por lo tanto, si deseas el bien para ti, aférrate a la Palabra de Dios y busca la guía del Espíritu Santo. Así que, ¿Qué está guiando tu vida? ¡Qué el Señor les bendiga! John. ¡Apoya a Israel! ¡Ora por Israel! ¡Dios bendecirá a los que bendicen a Israel!

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