Basado en 1 Corintios 1:10-13 (Versión Reina Valera 1960)  

Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer. Porque he sido informado acerca de vosotros, hermanos míos, por los de Cloé, que hay entre vosotros contiendas. Quiero decir, que cada uno de vosotros dice: Yo soy de Pablo; y yo de Apolos; y yo de Cefas; y yo de Cristo. ¿Acaso está dividido Cristo? ¿Fue crucificado Pablo por vosotros? ¿O fuisteis bautizados en el nombre de Pablo?

¿Cuál era el verdadero problema que estaba pasando con estos Corintios? El más grave asunto era que ya muchos habían dejado de poner los ojos en el Señor. Esto es lo que causa la división no solamente en una iglesia, sino en todas partes, el asunto de que no hay muchos con los ojos puestos en el Señor. Esto es un grave problema que se debe corregir en una persona, si realmente desea llegar a todo lo que Dios da. De otra manera, si una persona no tiene puestos los ojos en el Señor, si El no es el foco de todo en la vida de uno, sencillamente no solamente se seguirán produciendo divisiones, sino que aún peor, no habrá salvación. Este problema de tener el foco en otras cosas o en otras personas es crítico y desgraciadamente, muy común.

La Palabra de Dios es muy clara sobre este asunto, y esto es precisamente lo que hace difícil a muchos llegar a Dios, el asunto de no mantenerse enfocado en el Señor. Muchos dicen creer en Dios, pero, o han puesto la mira sobre otra persona, o sobre otras cosas, o e inclusive, ponen la mira sobre un Dios genérico, por decir. El punto es que una persona debe tener definida la identidad de Dios para sí, especialmente para salvación y vida eterna. Esto es lo primero. Creyendo en un Dios genérico no salva a una persona. Y debiera ser muy claro que poner la vista en otros seres humanos iguales a nosotros, por muy especiales que sean o que hayan sido, tampoco pueden salvar a una persona. De acuerdo a la Palabra, hay un punto exacto, o una Persona exacta donde se debe poner los ojos, en el Señor Jesucristo. Esto dice la Palabra: Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo. Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos. Hechos 4:11-12. La Palabra de Dios también dice esto: Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Hebreos 12:1-2.

Para aclarar el asunto, podríamos comenzar por el mismo apóstol Pablo sobre este asunto de seguir o tener los ojos puestos solamente en el Señor, donde dijo: Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo. 1 Corintios 11:1. Y es por eso mismo que Pablo amonesta a la iglesia, porque él mismo aclara que él ni fue crucificado por ellos, ni fueron bautizados en su nombre. Aunque los Corintios le debían respeto a Pablo, el cual fue quien les llevo el evangelio, finalmente no podían poner los ojos en él (aunque irónica y tristemente leemos que esta iglesia si se desvío del Señor y fue muy malagradecida con Pablo, y hasta le juzgaron). La otra persona que dijo muy claramente que se hiciera como el Señor mandara era Maria. Aunque ella si fue escogida por Dios para ser parte del milagro de concebir al Señor Jesucristo, ella también aclaro que nuestra atención debiera estar sobre el Señor, y no sobre ella, como está escrito: Al tercer día se hicieron unas bodas en Caná de Galilea; y estaba allí la madre de Jesús. Y fueron también invitados a las bodas Jesús y sus discípulos. Y faltando el vino, la madre de Jesús le dijo: No tienen vino. Jesús le dijo: ¿Qué tienes conmigo, mujer? Aún no ha venido mi hora. Su madre dijo a los que servían: Haced todo lo que os dijere. Juan 2:1-5. Y finalmente, y el más culminativo de todo es el propio testimonio de Dios Padre. Esto atestiguan las Escrituras: Aconteció como ocho días después de estas palabras, que tomó a Pedro, a Juan y a Jacobo, y subió al monte a orar. Y entre tanto que oraba, la apariencia de su rostro se hizo otra, y su vestido blanco y resplandeciente. Y he aquí dos varones que hablaban con él, los cuales eran Moisés y Elías; quienes aparecieron rodeados de gloria, y hablaban de su partida, que iba Jesús a cumplir en Jerusalén. Y Pedro y los que estaban con él estaban rendidos de sueño; mas permaneciendo despiertos, vieron la gloria de Jesús, y a los dos varones que estaban con él. Y sucedió que apartándose ellos de él, Pedro dijo a Jesús: Maestro, bueno es para nosotros que estemos aquí; y hagamos tres enramadas, una para ti, una para Moisés, y una para Elías; no sabiendo lo que decía. Mientras él decía esto, vino una nube que los cubrió; y tuvieron temor al entrar en la nube. Y vino una voz desde la nube, que decía: Este es mi Hijo amado; a él oíd. Y cuando cesó la voz, Jesús fue hallado solo; y ellos callaron, y por aquellos días no dijeron nada a nadie de lo que habían visto. Lucas 9:28-36. Aunque Moisés y Elías estuvieron presentes, y son muy especiales, Dios Padre dijo desde los cielos que, a Su Hijo, Jesucristo, es al que debemos escuchar. Y Moisés y Elías les fueron quitados en ese momento, y el Señor fue hallado solo, para que no hubiera absolutamente ninguna confusión o duda. El Señor Jesucristo debe ser al cual seguimos. El debe ser donde nosotros ponemos nuestro foco.

Y finalmente, este es el enfoque celestial en el reino de Dios, como está escrito: Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos; y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra. Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono, y de los seres vivientes, y de los ancianos; y su número era millones de millones, que decían a gran voz: El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza. Y a todo lo creado que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay, oí decir: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos. Los cuatro seres vivientes decían: Amén; y los veinticuatro ancianos se postraron sobre sus rostros y adoraron al que vive por los siglos de los siglos. Apocalipsis 5:8-14. Por eso que el propio Señor dijo esto: …Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. Juan 14:6b. No hay otro camino. No hay otro lugar o persona donde debemos tener puestos nuestros ojos, donde debe posar toda la atención de nuestro ser. El Señor Jesucristo debe ser el enfoque de nuestra existencia. Así que, ¿Dónde está tu enfoque? ¡Qué el Señor les bendiga! John. ¡Apoya a Israel! ¡Ora por Israel! ¡Dios bendecirá a los que bendicen a Israel!

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