Basado en Mateo 1:18-25 (Versión Reina Valera 1960)  

El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo. José su marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente. Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es. Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados. Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, cuando dijo: He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros. Y despertando José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer. Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito; y le puso por nombre JESÚS.

En este tiempo de la Navidad debiéramos celebrar parte del gran milagro y amor de Dios. El punto de la Navidad no es ni de regalos ni de fiestas, ni de días libres, o de vacaciones, y ni siquiera de reuniones familiares o de amistades. El punto de la Navidad es de celebrar un milagro magnifico, un hecho histórico, un evento sin precedentes, que se dió solamente una vez en la historia de toda la humanidad, y que nunca jamás sucederá. Este evento de que Dios se hizo carne a través de Maria es algo humanamente incomprensible, si entendemos realmente la magnitud de lo que sucedió. Ese es realmente el increíble milagro que sucedió, y que debemos considerar la magnitud de este acontecimiento.

Para comenzar, si realmente entendemos quien era (y es) el Señor, debiéramos poder entender porque les costó tanto a los judíos creer. Desde el momento que existía la posibilidad de que fuera el Mesías, quería decir que El era Dios. Y en la mayoría de ellos debe haber existido esta pregunta: ¿Cómo podía ser que este hombre sea Dios? Pensemos en el asunto por un momento, y uso a los judíos como ejemplo porque ellos eran los únicos que tenían un pensamiento más claro de Quien era Dios. Nosotros los gentiles, sinceramente, ni idea. Nunca llegaríamos a entender quién era Dios como ellos, y como ellos le habían experimentado como pueblo. Por ejemplo, vemos esto escrito que paso en la vida de Elías: Él [Dios] le dijo: Sal fuera, y ponte en el monte delante de Jehová. Y he aquí Jehová que pasaba, y un grande y poderoso viento que rompía los montes, y quebraba las peñas delante de Jehová; pero Jehová no estaba en el viento. Y tras el viento un terremoto; pero Jehová no estaba en el terremoto. Y tras el terremoto un fuego; pero Jehová no estaba en el fuego. Y tras el fuego un silbo apacible y delicado. Y cuando lo oyó Elías, cubrió su rostro con su manto, y salió, y se puso a la puerta de la cueva. Y he aquí vino a él una voz, diciendo: ¿Qué haces aquí, Elías? 1 Reyes 19:11-13. Entonces, ¿Cómo podría este Jesús ser Dios, el mismo que con su solo pasar por un sitio produjo viento que rompían montes, que quebraban peñas, que producía terremoto y fuego? Y ¿qué podríamos decir de lo que presencio Abraham, Isaac, Jacob, Moises y el pueblo de Israel, y aún toda la nación de Egipto que vivió las grandes plagas, y Josué, y David, y todos los demás que vieron maravillas y milagros, hechos divinos y supernaturales demostrados por Dios? Entonces, ¿podríamos juzgar tan duramente a los judíos que no podían hacerse la idea de quién era (y es) este Jesús de Nazaret?

Pero, a pesar de ese racionamiento, Jesús si era y es el Mesías, el unigénito Hijo de Dios, en fin, es Dios, y, por lo tanto, aún mucho más poderoso de lo que presenciaron aquellos grandes de la antigüedad que sí creyeron en El. Esto dice la Palabra del Señor: Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten. Colosenses 1:16-17. El apóstol Juan también escribió esto: Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad. Juan dio testimonio de él, y clamó diciendo: Este es de quien yo decía: El que viene después de mí, es antes de mí; porque era primero que yo. Juan 1:14-15. Y a través de las obras que hizo en la tierra, demostró quien era El. Todo lo que hacía, como vivía, y hasta como murió y resucito habla de que El es Dios. Esto también nos cuenta la Palabra: Y al oír Juan, en la cárcel, los hechos de Cristo, le envió dos de sus discípulos, para preguntarle: ¿Eres tú aquel que había de venir, o esperaremos a otro? Respondiendo Jesús, les dijo: Id, y haced saber a Juan las cosas que oís y veis. Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio. Mateo 11:2-5.

Y, en fin, tenemos la revelación celestial y divina, lo cual describe solo en parte de Su posición en los lugares celestes. Esto dice la Palabra: Y vi en la mano derecha del que estaba sentado en el trono un libro escrito por dentro y por fuera, sellado con siete sellos. Y vi a un ángel fuerte que pregonaba a gran voz: ¿Quién es digno de abrir el libro y desatar sus sellos? Y ninguno, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el libro, ni aun mirarlo. Y lloraba yo mucho, porque no se había hallado a ninguno digno de abrir el libro, ni de leerlo, ni de mirarlo. Y uno de los ancianos me dijo: No llores. He aquí que el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos. Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra. Y vino, y tomó el libro de la mano derecha del que estaba sentado en el trono. Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos; y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra. Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono, y de los seres vivientes, y de los ancianos; y su número era millones de millones, que decían a gran voz: El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza. Y a todo lo creado que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay, oí decir: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos. Los cuatro seres vivientes decían: Amén; y los veinticuatro ancianos se postraron sobre sus rostros y adoraron al que vive por los siglos de los siglos. Apocalipsis 5. Todo esto son vistazos que se nos dan para que podamos entender y comprender quien es exactamente el Señor Jesucristo. Así que, es necesario ver más allá de nuestros sentidos y limitaciones, y aferrarnos a una fe genuina que nos dará la habilidad para creer lo que necesitamos creer y vivir. Entonces, ¿crees que Jesucristo es Dios? ¡Qué el Señor les bendiga! John. ¡Apoya a Israel! ¡Ora por Israel! ¡Dios bendecirá a los que bendicen a Israel!

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