Basado en Salmo 74 (Versión Reina Valera 1960)  

¿Por qué, oh Dios, nos has desechado para siempre? ¿Por qué se ha encendido tu furor contra las ovejas de tu prado? Acuérdate de tu congregación, la que adquiriste desde tiempos antiguos, la que redimiste para hacerla la tribu de tu herencia; este monte de Sion, donde has habitado. Dirige tus pasos a los asolamientos eternos, a todo el mal que el enemigo ha hecho en el santuario. Tus enemigos vociferan en medio de tus asambleas; han puesto sus divisas por señales. Se parecen a los que levantan el hacha en medio de tupido bosque. Y ahora con hachas y martillos han quebrado todas sus entalladuras. Han puesto a fuego tu santuario, han profanado el tabernáculo de tu nombre, echándolo a tierra. Dijeron en su corazón: Destruyámoslos de una vez; han quemado todas las sinagogas de Dios en la tierra. No vemos ya nuestras señales; no hay más profeta, ni entre nosotros hay quien sepa hasta cuándo. ¿Hasta cuándo, oh Dios, nos afrentará el angustiador? ¿Ha de blasfemar el enemigo perpetuamente tu nombre? ¿Por qué retraes tu mano? ¿Por qué escondes tu diestra en tu seno? Pero Dios es mi rey desde tiempo antiguo; El que obra salvación en medio de la tierra. Dividiste el mar con tu poder; quebrantaste cabezas de monstruos en las aguas. Magullaste las cabezas del leviatán, y lo diste por comida a los moradores del desierto. Abriste la fuente y el río; secaste ríos impetuosos. Tuyo es el día, tuya también es la noche; tú estableciste la luna y el sol. Tú fijaste todos los términos de la tierra; el verano y el invierno tú los formaste. Acuérdate de esto: que el enemigo ha afrentado a Jehová, y pueblo insensato ha blasfemado tu nombre. No entregues a las fieras el alma de tu tórtola, y no olvides para siempre la congregación de tus afligidos. Mira al pacto, porque los lugares tenebrosos de la tierra están llenos de habitaciones de violencia. No vuelva avergonzado el abatido; el afligido y el menesteroso alabarán tu nombre. Levántate, oh Dios, aboga tu causa; acuérdate de cómo el insensato te injuria cada día. No olvides las voces de tus enemigos; el alboroto de los que se levantan contra ti sube continuamente.

Lo que primero que pudiéramos ver es quien y cuando fue escrito este Salmo. Este Salmo no lo escribió el rey David, sino que, fue escrito por Asaf, uno de los tres músicos principales de adoración de la tribu de Levi que vivió durante el reinado del rey David. ¿Por qué es importante esto? Porque mucho de lo que escribe aquí Asaf o es de tiempos muy antiguos, o es profético. A lo que se refiere a tiempos antiguos, Asaf escribe de los monstruos marinos (o grandes serpientes marinas como lo especifican más las Escrituras en el hebreo) y del leviatán, los cuales fueron criaturas que existieron antes del diluvio. Y claro debiera ser, que Asaf no vió estas criaturas ni estos hechos en persona. La otra persona que hablo del leviatán era Job, y se cree que el libro de Job es el libro más antiguo de la Biblia, que fue escrito mucho antes que Moisés escribiera el Genesis. Y cuando Asaf cuenta de que han puesto fuego al santuario, y que las sinagogas han sido quemadas, y que no hay más profeta, es imposible que él este hablando de su presente. Durante el tiempo del Rey David, cuando Asaf vivió, nunca sucedieron tales cosas. Sino todo lo contrario. El vivió durante el tiempo del completo establecimiento del reino de Israel, y hasta de Jerusalén como su capital. Entonces, ¿Qué significa todo esto?

Para poder entender esto mejor, habría que comenzar por lo futuro, o sea, por los desastres que sí viviría Israel mucho después que muriera Asaf. Si una persona escuchó esta canción de Asaf en su momento, dirían algunos que estaría loco, o que sencillamente no vive una realidad. Pero, lo que Dios hace es que le revela a Asaf lo que pasaría con Israel cuando se iba a apartar de El. Ahora, uno tiene que preguntarse: ¿Por qué Dios permitiría (o permite) que los enemigos destruyan a Su pueblo? Dios permite que los enemigos hagan lo que quieran cuando el pueblo se olvida de El, cuando abandona a Dios. Esto dijo el Señor: Pero acontecerá, si no oyeres la voz de Jehová tu Dios, para procurar cumplir todos sus mandamientos y sus estatutos que yo te intimo hoy, que vendrán sobre ti todas estas maldiciones, y te alcanzarán… …Jehová te entregará derrotado delante de tus enemigos; por un camino saldrás contra ellos, y por siete caminos huirás delante de ellos; y serás vejado por todos los reinos de la tierra. Y tus cadáveres servirán de comida a toda ave del cielo y fiera de la tierra, y no habrá quien las espante. Deuteronomio 28:15, 25, 26. Así que, la gran mayoría de las veces, Dios permite que los enemigos de Su pueblo prevalezcan en contra de ellos porque sencillamente le han dado la espalda a Dios. Y esto fue lo que sucedería con Israel y los Asirios, y después con Judá y los Babilonios. Y claro, Dios permitió que Roma viniera y destruyera a Jerusalén en el año 70DC porque el pueblo de Israel no reconoció la visita de Su Mesías. En vez de exaltarle como tal, le crucificaron, y le mataron, y ni las autoridades religiosas o gubernamentales se arrepintieron de su gran mal. El Señor tenia que ser muerto, pero ay de los que se prestaron para hacerlo y no se arrepintieron.

Ahora, ¿Por qué hablar de un pasado tan lejano? Porque la fe solo se puede fortalecer al recordar los hechos de Dios en el pasado, y especialmente, al recordar cosas que superan las circunstancias del presente (o del futuro). Los enemigos que se levantarían en el futuro serian muchos, muy fuertes y poderosos, pero Dios había hecho antes grandes proezas en contra de seres mucho más horribles y gigantescos. El Señor había destruido seres que superaban exponencialmente a los enemigos que vendrían después. Esta es la razón por lo cual nunca podemos olvidar los pasados hechos del Altísimo, porque alimentan nuestra confianza en El. Hay dos cosas que tienen que ver con este aspecto, y son: Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios. Romanos 10:17. Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos. Hebreos 13:8. En la Palabra de Dios tenemos las riquezas de Sus hechos, de Sus grandes proezas, y de sus inmensas misericordias, porque Dios actúa por misericordia (no hay nada que le obligue a hacer algo). Y ¡bendito sea el Señor que El nunca cambia!

Entonces, ¿Cómo aplican estas cosas a nosotros hoy? Que debemos siempre tener en mente, especialmente a aquellos de nosotros que seguimos al Señor, que nunca nos podemos olvidar del Señor, nunca darle la espalda, porque o si no, nos sucederán grandes males. Esta es la razón por lo cual tenemos muchos de nuestros problemas hoy, porque muchos que habían conocido a Dios le han dado la espalda, se han infatuado en su pecado y rebelión en contra de Dios, y le han abandonado por cosas de mucho menos valor, y así insultando Su grandeza. Por desgracia, mucho del pueblo de Dios se vende por cosas muy pequeñas y temporales, vende su relación con Dios muy baratamente. Pero, si uno se arrepiente de toda su maldad, de su infidelidad con el Señor, Dios puede volver a tener misericordia, y puede hacer grandes cosas, El puede actuar a nuestro favor y hacer grandes proezas, tales como los que hizo antes. El Señor es Dios celoso, pero también, es misericordioso y bueno para con aquellos que buscan Su rostro y principalmente, le aman. Y el más grande enemigo que necesitamos que venza El por nosotros, es la muerte y la consecuencia eterna del pecado. El lo ha vencido en la cruz, pero nosotros tenemos que tratarle como el Señor que es para que El pueda efectivamente vencer a estos enemigos en nuestras vidas individualmente. No se trata de decirle “Señor”, sino de tratarle como Señor. Así que, ¿Necesitas que Dios lidie con tus opresores? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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