Basado en Efesios 5:15 - 6:9 (Versión Reina Valera 1960)  

Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor. No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu, hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Someteos unos a otros en el temor de Dios. Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador. Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo. Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha. Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia, porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos. Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne. Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia. Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido. Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra. Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor. Siervos, obedeced a vuestros amos terrenales con temor y temblor, con sencillez de vuestro corazón, como a Cristo; no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino como siervos de Cristo, de corazón haciendo la voluntad de Dios; sirviendo de buena voluntad, como al Señor y no a los hombres, sabiendo que el bien que cada uno hiciere, ese recibirá del Señor, sea siervo o sea libre. Y vosotros, amos, haced con ellos lo mismo, dejando las amenazas, sabiendo que el Señor de ellos y vuestro está en los cielos, y que para él no hay acepción de personas.

En esta vida, tenemos todos tipos de relaciones, sean relaciones personales, o relaciones de trabajo, o hasta relaciones temporales, como cuando vamos a una tienda a comprar comida, o cuando vamos al trabajo la mayoría de los días de la semana, con los que conducen alrededor de nosotros, o van caminando al lado de nosotros. Hay relaciones que durarán toda una vida, y hay relaciones que durarán minutos o hasta segundos, pero todos tenemos todo tipo de relaciones con distintas personas. Hasta en este mundo tan cibernético que vivimos hoy en día, se hacen relaciones o vínculos con personas conocidas, y con personas totalmente desconocidas a través de las redes sociales. Finalmente, el ser humano no puede evitar tener relaciones con sus semejantes, sean con muchos o con muy pocos, siempre va a haber algún tipo de relación con alguien.

En el pasaje de hoy, vemos ciertos ejemplos que nos da la Palabra para saber lidiar con algunas de estas distintas relaciones. Vemos que nos habla como debemos actuar con otros creyentes, en el matrimonio, entre padres e hijos, y con nuestras relaciones de trabajo. Vemos que, dependiendo de la relación, debe haber edificación, amor, sujeción, honra, obediencia, respeto, y trato decente. En cada situación, hay algo primordial que debe suceder. Entre hermanos o creyentes en Cristo, debe haber edificación y sometimiento. Entre un matrimonio, el hombre debe amar a su esposa, y la esposa debe someterse a su esposo. Debo aclarar, ¿el amar a una esposa consta de malcriarla? No. Dios nos ama y debemos ver en que consiste el amor a través de lo que El hace con nosotros, y no de lo que se nos ocurre hacer a nosotros. Y también, ¿El sujetarse a un esposo significa que debe hacer todo lo que le pida? Tampoco. En la sujeción no hay implicación ni de abuso, ni aún menos, seguir a otra persona en cosas que no agradan a Dios. Así que, ni en el amor del uno con el otro, ni en la sujeción del uno con el otro, hay lugar ni para el aprovechamiento, o la manipulación, o el abuso, o nada que se le asemeje. Está muy claro que el modelo para el matrimonio es Cristo y su iglesia. Entre padre e hijos, los hijos deben honrar a sus padres, lo cual no consiste tampoco en hacer cosas que van en contra del Señor, pero sí en obediencia, y también en cuidado. Y porque uno se casa no quiere decir que debe abandonar a sus padres, porque la honra es por toda la vida. El matrimonio no debe interferir en nada en cuanto a honrar a los padres como muchos tienen por costumbre hoy en día. Y claro, los padres deben criar a sus hijos como Dios también lo hace con nosotros, especialmente en consejo, y Dios no malcría, ni deja que un hijo haga como le parezca. Y ¿Qué podemos decir entre amos y siervos, o jefes y supervisores y empleados? Y el que es dueño de un negocio, si lo lleva bien, es siervo de muchos amos, porque cada cliente es su amo.

Y todo esto nos lleva a lo más importante, a la razón que debemos tener para hacer todo en esta vida, en especial, si deseamos realmente conseguir la vida eterna y las recompensas que solo Dios puede dar. Sobre cada relación, sea la que sea, debemos siempre tener en mente que Dios es el que está mirando, y que nos va a juzgar según hagamos. En eso consiste la verdadera fe: en que Dios existe, y que El es quien es, y que debemos hacer como El dice, nos cueste lo que nos cueste, porque El finalmente juzgará a cada uno de nosotros, especialmente a los que decimos creer en El. La verdadera fe no consta de nada más. Esto dice la Palabra: Por tanto procuramos también, o ausentes o presentes, serle agradables. Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo. 2 Corintios 5:9-10. Hay algo que todos debemos tener muy claro, y eso es que Dios nos hizo y nos salvó para que le sirvamos, para hacer Su voluntad. Esto dice la Palabra: No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Mateo 7:21. Algunos pensarán: Soy hijo de Dios, y eso me hace salvo. Y sí, el ser hijo de Dios nos dá la salvación, pero un hijo que no hace la voluntad del Padre no heredará la vida eterna. Si uno se considera hijo de Dios, entonces debe vivir para servir al Padre tal como Cristo lo hizo. Esto dice la Palabra: Entonces los que temían a Jehová hablaron cada uno a su compañero; y Jehová escuchó y oyó, y fue escrito libro de memoria delante de él para los que temen a Jehová, y para los que piensan en su nombre. Y serán para mí especial tesoro, ha dicho Jehová de los ejércitos, en el día en que yo actúe; y los perdonaré, como el hombre que perdona a su hijo que le sirve. Entonces os volveréis, y discerniréis la diferencia entre el justo y el malo, entre el que sirve a Dios y el que no le sirve. Malaquías 3:16-18. Nuestra fe consta de servir a Dios, de hacer Su voluntad, de dedicarnos a Sus negocios, y no a los nuestros. Dios está mirando todo y nos juzgará según nuestras obras. Así que, ¿vives atentamente tu vida consiente de que Dios te está mirando, y que te juzgará según todas tus intenciones y hechos, algún día? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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