Basado en 1 Corintios 14:26-40 (Versión Reina Valera 1960)  

¿Qué hay, pues, hermanos? Cuando os reunís, cada uno de vosotros tiene salmo, tiene doctrina, tiene lengua, tiene revelación, tiene interpretación. Hágase todo para edificación. Si habla alguno en lengua extraña, sea esto por dos, o a lo más tres, y por turno; y uno interprete. Y si no hay intérprete, calle en la iglesia, y hable para sí mismo y para Dios. Asimismo, los profetas hablen dos o tres, y los demás juzguen. Y si algo le fuere revelado a otro que estuviere sentado, calle el primero. Porque podéis profetizar todos uno por uno, para que todos aprendan, y todos sean exhortados. Y los espíritus de los profetas están sujetos a los profetas; pues Dios no es Dios de confusión, sino de paz. Como en todas las iglesias de los santos, vuestras mujeres callen en las congregaciones; porque no les es permitido hablar, sino que estén sujetas, como también la ley lo dice. Y si quieren aprender algo, pregunten en casa a sus maridos; porque es indecoroso que una mujer hable en la congregación. ¿Acaso ha salido de vosotros la palabra de Dios, o solo a vosotros ha llegado? Si alguno se cree profeta, o espiritual, reconozca que lo que os escribo son mandamientos del Señor. Mas el que ignora, ignore. Así que, hermanos, procurad profetizar, y no impidáis el hablar lenguas; pero hágase todo decentemente y con orden.

Hay muchas cosas que se pueden ver en este pasaje, cosas que son muy controversiales dentro de nuestras iglesias, y hasta en la sociedad que vivimos hoy. Pero nos sujetaremos al tema principal, y especialmente al que le concierne a cada creyente en Cristo, el asunto del orden. Hoy en día, y más que nunca, hay mucho desorden en la iglesia universal de Dios, tanto a nivel congregacional como a nivel familiar y personal. Y claro debiera ser que lo que produce tal desorden es el pecado. Demasiados supuestos creyentes en Cristo tienen sus vidas en tal desorden que se han vuelto totalmente inservibles para el Señor, y eso es un grave problema. Y por desgracia, muchos de los que creen servir a Cristo son los que están en los peores problemas de desorden, y de tal manera que creen que ejercen un ministerio para el Señor, pero en realidad, el Señor lo ve con desagrado lo que se está haciendo, porque sencillamente está mal.

El primer problema que podemos ver es el asunto del desorden dentro de las cosas del ministerio. Hay muchas personas que están envueltas en un supuesto servicio para el Señor, pero no por las razones correctas. Muchos desean sobresalir humanamente, llamando la atención. Otros hacen las cosas por razones alternativas como para lucrar con las cosas de Dios, para sacar provecho, de alguna manera u otra. Hay personas que también se envuelven en las cosas de Dios para sentir que pueden ejercer dominio sobre los demás, por algún complejo de liderazgo o hambre de poder que tengan. Otros se ponen a hacer cosas que lucen espirituales hasta por entretención, para tener algo que hacer, y nada más. La gran mayoría de las personas finalmente se introducen y participan en las cosas del Señor, pero por razones totalmente ajenas a la voluntad de Dios. Y eso sencillamente no sirve de nada, sino todo lo contrario, es tropiezo para el ministerio, para los demás, y claro, ya que Dios sabe todas las cosas, también para el mal de ellos mismos, porque serán juzgados. Esto dice la Palabra: No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad. Mateo 7:21-23. El todo para Dios no consta de lo que hacemos nada más, sino por qué hacemos las cosas. Eso es lo más importante para Dios. ¿Cuál es nuestra motivación o nuestra intención? Si no se hace por las razones correctas, entonces ya hay un desorden que no conlleva a nada bueno.

El otro problema de desorden que existe es dentro de muchos de los hogares cristianos, que las cosas no están sujetas a Dios, sino más bien, la mayoría de los hogares cristianos se están sujetando a las cosas del mundo, a las influencias satánicas que a lo que Dios dice. Muchos de los padres no están siendo cabezas espirituales en sus casas. Muchas de las mujeres viven en un libertinaje y desorden moral también. Los hijos están siendo criados a la manera del mundo, sea porque los padres mismos lo están criando así, o porque dejan que el sistema del mundo crien a sus hijos en la escuela, o través de los medios, u otras cosas y personas en el ambiente del mundo. Pero por desgracia, hay muy pocas familias que observan los principios de Dios para conducir sus hogares a como Dios manda. Entonces, ¿es algún misterio porqué hay tantos divorcios, tantos hogares rotos, hijos de creyentes que hasta se suicidan, o hijos en tanto desorden? Muchos hogares se dicen ser cristianos, pero llevan sus cosas como si no existiera Dios, y como si no viniera tal juicio delante del Dios Todopoderoso donde todos daremos cuenta por nuestras acciones. En rendidas cuentas, todo desorden es producto de la influencia satánica seguida por el alimentar los deseos de la carne, el pecado.    

Ahora, ¿Por qué finalmente es importante hacer las cosas en orden? Porque Dios es Dios de orden, y si deseamos complacer a Dios, debemos vivir una vida de orden delante de Dios, para la gloria de El, y para poder servirle genuinamente, porque ese es el todo del hombre, el amar y servir a Dios por sobre todas las cosas, y el amar a nuestro prójimo como a uno mismo. Esto dijo el propio Señor: Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que estos. Marcos 12:29-31. Este debe ser el propósito de nuestro existir, y la razón por lo cual hacemos todo en la vida, tanto espiritualmente, como lo secularmente, o como lo personalmente. Y si esto no es ni la razón o el motivo por lo cual se hacen todas las cosas, entonces hay desorden, y Dios juzgará todo desorden porque es pecado.

Algunos puede que digan: ¿Cómo puedo poner mi vida en orden? Muy fácil. Trata al Señor Jesucristo como lo que es, como el Rey de reyes y Señor de señores, y busca de Su sabiduría. El tiene que ser Señor, lo cual significa que se hacen las cosas como El dice, y no como nosotros creemos. La Palabra misma nos dice esto: Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor. El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos. Santiago 1:5-8. No dudes que hay Dios, porque sí hay, un Dios Todopoderoso que juzgará todas las cosas según Su verdad, y no según nuestras opiniones, ni aún menos, según los pensamientos del mundo y del enemigo. Por lo tanto, mi consejo es que no te dejes llevar por el desorden del mundo y del diablo porque todos daremos cuenta delante de Dios, y lo único que importará en aquel momento es que Dios apruebe lo que hicimos. El Señor es Dios, y siempre lo será. Así que, ¿Tienés tu vida en orden delante de Dios? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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