Basado en Lucas 11:29-32 (Versión Reina Valera 1960)  

Y apiñándose las multitudes, comenzó a decir: Esta generación es mala; demanda señal, pero señal no le será dada, sino la señal de Jonás. Porque así como Jonás fue señal a los ninivitas, también lo será el Hijo del Hombre a esta generación. La reina del Sur se levantará en el juicio con los hombres de esta generación, y los condenará; porque ella vino de los fines de la tierra para oír la sabiduría de Salomón, y he aquí más que Salomón en este lugar. Los hombres de Nínive se levantarán en el juicio con esta generación, y la condenarán; porque a la predicación de Jonás se arrepintieron, y he aquí más que Jonás en este lugar.

En este pasaje, el Señor habla de la maldad y de la dureza del corazón de la multitud que le rodeaba. Les declaro abiertamente que eran una generación mala. Pero ¿Qué era lo que los hacia malos? El asunto de que demandaban señal de El. El demandar señales tenía varias implicaciones malas delante de Dios. Para comenzar, ellos demandaban que el Señor hiciera cosas para demostrarle a ellos que era Dios. Y este hecho está cargado de muchos males. Lo primero es el asunto de demandar, o sea, la multitud se sentía con el derecho de que se les debía algo. Para ellos, el Señor tenía la obligación de demostrarles ante sus demandas quién era El. Y esto nos lleva a lo segundo, que la multitud pedía señales o cosas que ellos deseaban, como si el Señor fuere una especie de mago. Y lo tercero que se puede ver era el asunto de que ellos no valoraban en lo absoluto lo que El ya había hecho, todos los distintos milagros, inclusive resurrecciones, y lo más importante, la verdad que El les estaba enseñando. Podríamos ver más males si tuviéramos el tiempo.

Puede que una persona pregunte: ¿Qué tiene de malo estas cosas? Si solo vemos las tres cosas que mencionamos, entenderíamos lo mal que estaban, basándose en un solo hecho, que el asunto es que el Señor era (y es) Dios. Y eso es lo que debiera poner las cosas en orden. ¿Tiene algún derecho el hombre sobre Dios? No, imposible. ¿Dios le debe algo al hombre? No, nada. ¿Dios existe para servir al hombre? No. El Señor no venía a hacer Su voluntad, sino la voluntad del Padre. Y a pesar de que todo lo que El hizo era de servicio para el hombre, eso no quería decir que Su posición era de ser siervo del hombre. O sea, nunca se debe tomar la bondad y la gracia de Dios como algo que Dios nos debe. Ni Dios Padre nos debe algo, ni aún menos, el Señor Jesucristo nos debe algo. Así que, el asunto de que ellos se sentían con el derecho de demandar, y de que Dios hiciera lo que a ellos se les antojaba, y que no valoraban en lo más mínimo las obras que El ya había hecho, demostrando conclusivamente que era (y es) Dios, esa multitud era solamente dignos de condenación con su falta de respeto y dureza de corazón.

Ahora, el Señor dió dos ejemplos. El primer ejemplo que podemos ver es la de la reina de Saba. Esto dice la Palabra de ella: Oyendo la reina de Sabá la fama que Salomón había alcanzado por el nombre de Jehová, vino a probarle con preguntas difíciles. Y vino a Jerusalén con un séquito muy grande, con camellos cargados de especias, y oro en gran abundancia, y piedras preciosas; y cuando vino a Salomón, le expuso todo lo que en su corazón tenía. Y Salomón le contestó todas sus preguntas, y nada hubo que el rey no le contestase. Y cuando la reina de Sabá vio toda la sabiduría de Salomón, y la casa que había edificado, asimismo la comida de su mesa, las habitaciones de sus oficiales, el estado y los vestidos de los que le servían, sus maestresalas, y sus holocaustos que ofrecía en la casa de Jehová, se quedó asombrada. Y dijo al rey: Verdad es lo que oí en mi tierra de tus cosas y de tu sabiduría; pero yo no lo creía, hasta que he venido, y mis ojos han visto que ni aun se me dijo la mitad; es mayor tu sabiduría y bien, que la fama que yo había oído. Bienaventurados tus hombres, dichosos estos tus siervos, que están continuamente delante de ti, y oyen tu sabiduría. Jehová tu Dios sea bendito, que se agradó de ti para ponerte en el trono de Israel; porque Jehová ha amado siempre a Israel, te ha puesto por rey, para que hagas derecho y justicia. Y dio ella al rey ciento veinte talentos de oro, y mucha especiería, y piedras preciosas; nunca vino tan gran cantidad de especias, como la reina de Sabá dio al rey Salomón. 1 Reyes 10:1-10. La reina ya iba lista para dar lo que tenía por el sencillo hecho de lo que había escuchado de terceras personas. Pero hay un detalle más profundo, la reina valoró la obra de Dios en Salomón, como está escrito: Oyendo la reina de Sabá la fama que Salomón había alcanzado por el nombre de Jehová Ella fue en busca de la obra del nombre de Jehová, y por eso que viajó de tierras muy lejanas, y traía ya consigo ofrendas por lo mismo.

El segundo ejemplo es de Nínive, y esto dice la Palabra: Vino palabra de Jehová por segunda vez a Jonás, diciendo: Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad, y proclama en ella el mensaje que yo te diré. Y se levantó Jonás, y fue a Nínive conforme a la palabra de Jehová. Y era Nínive ciudad grande en extremo, de tres días de camino. Y comenzó Jonás a entrar por la ciudad, camino de un día, y predicaba diciendo: De aquí a cuarenta días Nínive será destruida. Y los hombres de Nínive creyeron a Dios, y proclamaron ayuno, y se vistieron de cilicio desde el mayor hasta el menor de ellos. Y llegó la noticia hasta el rey de Nínive, y se levantó de su silla, se despojó de su vestido, y se cubrió de cilicio y se sentó sobre ceniza. E hizo proclamar y anunciar en Nínive, por mandato del rey y de sus grandes, diciendo: Hombres y animales, bueyes y ovejas, no gusten cosa alguna; no se les dé alimento, ni beban agua; sino cúbranse de cilicio hombres y animales, y clamen a Dios fuertemente; y conviértase cada uno de su mal camino, de la rapiña que hay en sus manos. ¿Quién sabe si se volverá y se arrepentirá Dios, y se apartará del ardor de su ira, y no pereceremos? Y vio Dios lo que hicieron, que se convirtieron de su mal camino; y se arrepintió del mal que había dicho que les haría, y no lo hizo. Jonás 3. El mensaje que el rey y todo el pueblo de Nínive valoró fue en realidad corto: De aquí a cuarenta días Nínive será destruida. No se dijo nada más. No hubo gran explicación o disertación teológica, ni aún de como hallar gracia ante Dios. Solo fue una declaración de destrucción. Pero el pueblo dedujo por sí mismo que este mensaje venia departe de Dios, a pesar de que eran paganos, totalmente aparte del pueblo de Israel y de sus creencias. Y el rey pensó por sí mismo como obtener la misericordia de Dios, con el arrepentimiento de la nación.

Ahora bien, ¿Qué tenemos ahora nosotros para poder creer en Dios? Tenemos lo más grande de Dios: la vida, la muerte, y la resurrección del Hijo de Dios, del Señor, y que si nos arrepentimos de todos nuestros pecados y le recibimos en nuestro corazón como lo que El es, el Señor y Dios Todopoderoso, tendremos la vida eterna. No hay señal más grande, no solo del poder de Dios, sino también de Su amor por nosotros. Pero él que no sepa respetar y adoptar tal fe, se condenará merecidamente por toda la eternidad, porque no hay desprecio más grande que ese. El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él. Juan 3:36. Así que, ¿sigues buscando señales de Dios para tu propia perdición? ¡Qué el Señor les bendiga! John ¡Dios bendiga a Israel!

Comment