Basado en Jueces 17 (Versión Reina Valera 1960)  

Hubo un hombre del monte de Efraín, que se llamaba Micaía, el cual dijo a su madre: Los mil cien siclos de plata que te fueron hurtados, acerca de los cuales maldijiste, y de los cuales me hablaste, he aquí el dinero está en mi poder; yo lo tomé. Entonces la madre dijo: Bendito seas de Jehová, hijo mío. Y él devolvió los mil cien siclos de plata a su madre; y su madre dijo: En verdad he dedicado el dinero a Jehová por mi hijo, para hacer una imagen de talla y una de fundición; ahora, pues, yo te lo devuelvo. Mas él devolvió el dinero a su madre, y tomó su madre doscientos siclos de plata y los dio al fundidor, quien hizo de ellos una imagen de talla y una de fundición, la cual fue puesta en la casa de Micaía. Y este hombre Micaía tuvo casa de dioses, e hizo efod y terafines, y consagró a uno de sus hijos para que fuera su sacerdote. En aquellos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que bien le parecía. Y había un joven de Belén de Judá, de la tribu de Judá, el cual era levita, y forastero allí. Este hombre partió de la ciudad de Belén de Judá para ir a vivir donde pudiera encontrar lugar; y llegando en su camino al monte de Efraín, vino a casa de Micaía. Y Micaía le dijo: ¿De dónde vienes? Y el levita le respondió: Soy de Belén de Judá, y voy a vivir donde pueda encontrar lugar. Entonces Micaía le dijo: Quédate en mi casa, y serás para mí padre y sacerdote; y yo te daré diez siclos de plata por año, vestidos y comida. Y el levita se quedó. Agradó, pues, al levita morar con aquel hombre, y fue para él como uno de sus hijos. Y Micaía consagró al levita, y aquel joven le servía de sacerdote, y permaneció en casa de Micaía. Y Micaía dijo: Ahora sé que Jehová me prosperará, porque tengo un levita por sacerdote.

Vemos a través de este pasaje que la historia tiene mucha tendencia a repetirse, y por desgracia, no para bien. Leemos aquí de una familia del pueblo de Israel que hacían las cosas como querían, y las hacían mal porque insultaban a Dios con sus hechos, y para peor, pensaban que Dios los prosperaría por todas las cosas que hacían mal. Esto sucede hoy en día comúnmente. La gran mayoría de nuestras iglesias siguen y enseñan cosas que no tienen nada que ver con lo que la Biblia enseña, aunque usen las Escrituras para respaldar sus malas e incompletas enseñanzas, tal como dijo la Palabra que sucedería en estos últimos tiempos. Parece como si fuere la verdad lo que enseñan, pero está lejos de la verdad. Muchos falsos profetas y maestros hoy existen en distintos lugares, enseñando como sana doctrina cosas blasfemas, pero claro, muy atractivas para las masas. Pero ¿puede eso ser algún misterio, si el propio diablo trato de tentar al Señor Jesucristo de la misma manera cuando estuvo aquí en la tierra, usando la Palabra de Dios para su maldad? ¿Cuál es el peor asunto que hoy la gran mayoría de los supuestos creyentes tienen con su doctrina? Que no creen que darán cuentas en el gran juicio de Dios. La Palabra de Dios es muy clara sobre este tema, en que tanto el incrédulo como el creyente, cada uno de nosotros dará cuentas, y seremos juzgados por nuestros hechos, sin excepción.

Otro grave error que la gran mayoría comete, es pensar que tienen el favor de Dios porque les va bien. Toman las cosas buenas que le suceden como recompensa y bendición de Dios, como que Dios premiara su desobediencia. Leímos hoy de la familia de Micaia que todo pareciera que le fuere bien, porque leemos que hasta eran ricos, gastando sumas grandes de dinero en precisamente cosas que eran abominables para Dios. Lo mismo sucede hoy. Muchos creen que tienen el favor de Dios al ver que se cumplen sus deseos, y que supuestamente, sus oraciones están siendo contestadas. Pero, el bienestar momentáneo no es ningún indicador de bienestar espiritual. Y esto nos lleva otro grave mal relacionado a este, que la gran mayoría piensan que su opinión dicta la realidad, y que Dios está sujeto a lo que ellos piensan. El universo no gira a nuestro alrededor, sino alrededor de Dios. Por lo tanto, debemos buscar genuinamente Su voluntad para estar listos para el juicio venidero.

La Palabra dice esto acerca del juicio venidero: Por tanto procuramos también, o ausentes o presentes, serle agradables. Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo. 2 Corintios 5:9-10. El que escribió esto es el Apóstol Pablo, y se incluye en tal juicio. Así que, este asunto de que nosotros los creyentes no daremos cuenta por lo bueno y lo malo que hacemos es totalmente falso. Esto también dice la Palabra acerca del juicio de Dios sobre Su pueblo: Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios. El que viola la ley de Moisés, por el testimonio de dos o de tres testigos muere irremisiblemente. ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia? Pues conocemos al que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor. Y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo. ¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo! Hebreos 10:26-31. Y ¿cuál es el estándar que Dios usará para juzgarnos? Escrito esta: No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad. Mateo 7:21-23. Si una persona no le teme a Dios, y no busca hacer la voluntad de Dios, aunque haga milagros y prodigios, no entrará en el reino de Dios. Y no solamente se trata de hacer lo bueno delante de Dios, sino también hacerlo con un corazón recto delante de Aquel que todo lo ve y todo lo sabe.

Finalmente, Dios nunca premiara al inútil, al que no hace Su voluntad, por muy hijo o hasta siervo que se crea, como está escrito: Respondiendo su señor, le dijo: Siervo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí. Por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recibido lo que es mío con los intereses. Quitadle, pues, el talento, y dadlo al que tiene diez talentos. Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes. Mateo 25:26-30. ¿Estoy diciendo que para ser salvo uno tiene que tener obras? Absolutamente que sí. Porque la fe sin obras está muerta. Y de la misma manera, no hay salvación para el ser que no busca hacer legítimamente la voluntad de Dios, sin excepción. La fe no puede salvar a la persona que no busca hacer la voluntad de Dios. Y en el juicio final Dios pesará todos nuestros hechos, sean buenos o sean malos. Nunca es tarde volverse hacia Dios, pero hazlo ya, si necesitas hacerlo. Así que, ¿Buscás hacer tu voluntad o hacer la voluntad de Dios? ¿Qué verá Dios cuando repase toda tu vida delante de Su presencia y delante de todas Sus huestes? ¡Qué el Señor les bendiga! John ¡Dios bendiga a Israel!

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