Basado en Hechos 24:10-21 (Versión Reina Valera 1960)  

Habiéndole hecho señal el gobernador a Pablo para que hablase, este respondió: Porque sé que desde hace muchos años eres juez de esta nación, con buen ánimo haré mi defensa. Como tú puedes cerciorarte, no hace más de doce días que subí a adorar a Jerusalén; y no me hallaron disputando con ninguno, ni amotinando a la multitud; ni en el templo, ni en las sinagogas ni en la ciudad; ni te pueden probar las cosas de que ahora me acusan. Pero esto te confieso, que según el Camino que ellos llaman herejía, así sirvo al Dios de mis padres, creyendo todas las cosas que en la ley y en los profetas están escritas; teniendo esperanza en Dios, la cual ellos también abrigan, de que ha de haber resurrección de los muertos, así de justos como de injustos. Y por esto procuro tener siempre una conciencia sin ofensa ante Dios y ante los hombres. Pero pasados algunos años, vine a hacer limosnas a mi nación y presentar ofrendas. Estaba en ello, cuando unos judíos de Asia me hallaron purificado en el templo, no con multitud ni con alboroto. Ellos debieran comparecer ante ti y acusarme, si contra mí tienen algo. O digan estos mismos si hallaron en mí alguna cosa mal hecha, cuando comparecí ante el concilio, a no ser que estando entre ellos prorrumpí en alta voz: Acerca de la resurrección de los muertos soy juzgado hoy por vosotros.

¿Qué es la resurrección de los muertos? La resurrección de los muertos es cuando Dios va a levantar a todo ser humano para que comparezca ante Su gran juicio. Todos moriremos en algún momento. Esto es la ley de este mundo. Nadie vive para siempre, carnalmente hablando. Entonces, Dios va a levantar de los muertos a todos para que den cuentas de sus hechos. Esto dice la Escritura: Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio. Hebreos 9:27. No hay excepciones, tanto el incrédulo como el fiel a Dios será resucitado, al igual, el incrédulo como el fiel a Dios será juzgado.

Entonces, cuando Pablo hablaba de que era juzgado por la resurrección de los muertos, él estaba diciendo que él sufría persecución porque hacia notorios a las personas que seriamos resucitados todos para dar cuenta en ese gran juicio, y que los que creían y buscaban hacer la voluntad del Señor alcanzarían la vida eterna, pero los que no siguen a Cristo y rehúsan hacer la voluntad del Padre, serán castigados eternamente. Todo esto, seria determinado en ese gran juicio de Dios. Esto finalmente debiera ser el todo del hombre, el pensar qué sucederá con él en la eternidad. Debiera ser apremiante para cada persona pensar que sucederá con ella en el gran juicio de Dios. Porque, ¿Qué importa si una persona vive en este mundo por 70 años, o 80 años, o hasta 100 años, como desee, si van a ser condenados al castigo eterno? Esto dice la Palabra sobre el juicio: Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos. Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras. Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras. Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda. Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego. Apocalipsis 20:11-15.

Y esto nos debiera llevar a meditar sobre nuestro futuro. ¿Cómo es que uno puede pasar este gran juicio y ser encontrados por Dios (no por el hombre, ni por sus opiniones) dignos de entrar en Su reino? Y aquí tendremos que denunciar unas de las apostasías más grandes que se predica en muchos lugares hoy en día, y que gran multitud de creyentes se sujetan a ella como verdad y sana doctrina, y es que: ya hemos llegado a la meta cuando decidimos creer en Cristo, y que ya no hay nada más que hacer. Esta es una de las trampas más grandes que el diablo ha introducido en la iglesia, al no entender todo el evangelio de Dios. ¿Qué es todo el Evangelio? El Evangelio consta de tres cosas fundamentales: del completo arrepentimiento y conversión de todos los pecados (no de algunos), de aceptar y someterse a Jesús como Señor, y de buscar hacer Su voluntad (y no la nuestra). Y ¿Cuál es el problema que existe donde ha entrado el desvío? Puede que muchos lleguen a pedirle perdón al Señor por sus pecados, y puede que lleguen creer en Cristo, pero donde entra el desvío es cuando entra el asunto de vivir para el Señor, para hacer Su voluntad. ¿Cuál error ha surgido hoy? Que se enseña que cuando ya has adoptado una fe en Cristo, que ya no hay nada más que hacer, que, así como las obras no servían de nada antes de convertirnos, tampoco valen de nada después. Y esto va totalmente en contra del Evangelio y del propósito por lo cual fuimos creados, hechos, y redimidos a través de Cristo. Lo que hacemos con nuestras vidas después de creer en Cristo será tomado en cuenta en el juicio, para ver si vivimos para hacer la voluntad del Padre, o para hacer nuestra propia voluntad. A Dios sí le importa lo que hacemos con nuestras vidas. Ese es el todo del hombre. Por esto dice la Palabra: El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre. Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala. Eclesiastés 12:13-14.

Cuando venimos a Cristo, si legítimamente llegamos a Cristo (porque muchos se acercan, pero no llegan a El), es solo el comienzo de un largo y eterno camino. Por esto mismo era que se le llamaba “el Camino” como vimos hoy. Hasta el concepto de nacer de nuevo en Cristo lo explica, que es un comienzo. Y como todo comienzo, si no se prosigue, si no hay un desarrollo, no hay nada. Un bebe se tiene que convertir en adulto algún día, para que su total potencial sea realizado. Una carrera se debe correr y terminar, para que se alcance algún premio. Cada principio debe llegar a su fin. Si no se camina todo el camino, nunca se llegará al destino que se debe llegar. Esto explicó el mismo Apóstol Pablo: No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. Así que, todos los que somos perfectos, esto mismo sintamos, y si otra cosa sentís, esto también os lo revelará Dios. Filipenses 3:12-15. Entonces, si no usamos nuestro libre albedrio para someternos al Señorío de Cristo para efectivamente luchar y proseguir hacia la meta, y finalmente vivir para cumplir la voluntad de Dios en nuestras vidas, no vamos a ser salvos. Si Pablo no pensó haberlo alcanzado todavía con toda su fe en Cristo, ¿Cuánto más nosotros debiéramos sentir que todavía nos queda camino por caminar? Finalmente, si vivimos nuestra vida para hacer nuestra voluntad, entonces seremos juzgados por Dios en el juicio por nuestros hechos y no veremos el reino de Dios. Esto dijo el Señor, y hay que tomarlo muy en serio: No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Mateo 7:21. Entonces, esto debemos preguntarnos siempre, ¿vivimos de tal manera que hay tal cosa como la resurrección de los muertos, y que daremos cuenta por todos nuestros hechos delante de Dios algún día? ¡Qué el Señor les bendiga! John ¡Dios bendiga a Israel!

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