Basado en Salmo 136 (Versión Reina Valera 1960)
Alabad a Jehová, porque él es bueno, porque para siempre es su misericordia. Alabad al Dios de los dioses, porque para siempre es su misericordia. Alabad al Señor de los señores, porque para siempre es su misericordia. Al único que hace grandes maravillas, porque para siempre es su misericordia. Al que hizo los cielos con entendimiento, porque para siempre es su misericordia. Al que extendió la tierra sobre las aguas, porque para siempre es su misericordia. Al que hizo las grandes lumbreras, porque para siempre es su misericordia. El sol para que señorease en el día, porque para siempre es su misericordia. La luna y las estrellas para que señoreasen en la noche, porque para siempre es su misericordia. Al que hirió a Egipto en sus primogénitos, porque para siempre es su misericordia. Al que sacó a Israel de en medio de ellos, porque para siempre es su misericordia. Con mano fuerte, y brazo extendido, porque para siempre es su misericordia. Al que dividió el Mar Rojo en partes, porque para siempre es su misericordia; e hizo pasar a Israel por en medio de él, porque para siempre es su misericordia; y arrojó a Faraón y a su ejército en el Mar Rojo, porque para siempre es su misericordia. Al que pastoreó a su pueblo por el desierto, porque para siempre es su misericordia. Al que hirió a grandes reyes, porque para siempre es su misericordia; y mató a reyes poderosos, porque para siempre es su misericordia; a Sehón rey amorreo, porque para siempre es su misericordia; y a Og rey de Basán, porque para siempre es su misericordia; y dio la tierra de ellos en heredad, porque para siempre es su misericordia; en heredad a Israel su siervo, porque para siempre es su misericordia. Él es el que en nuestro abatimiento se acordó de nosotros, porque para siempre es su misericordia; y nos rescató de nuestros enemigos, porque para siempre es su misericordia. El que da alimento a todo ser viviente, porque para siempre es su misericordia. Alabad al Dios de los cielos, porque para siempre es su misericordia.
Vemos por todo este pasaje la palabra misericordia mencionada muchas veces. ¿Qué significa esta palabra? La palabra “misericordia” la podemos definir con otros sinónimos como: compasión, benevolencia, y bondad. Podemos explicar aún más su significado como, cuando haces algo por alguien sin tener por qué. También es sinónimo de la gracia. En la misericordia, no existe la obligación. Cuando se demuestra misericordia a alguien, es porque no tiene derecho a ella el que la recibe, o aún menos, algo que se pueda tomar por asentado. Y esta misericordia es precisamente lo que Dios tiene con cada uno de nosotros. Le debemos absolutamente todo a El, por Su misericordia.
Hay algo que es crucial y esencial que debemos entender, si es que en realidad deseamos alcanzar la salvación de Dios, el perdón de nuestros pecados, en fin, la vida eterna y todo lo que Dios da la oportunidad de poder obtener a través del Señor Jesucristo. Es necesario entender Su misericordia para con nosotros. ¿Tiene Dios algún tipo de obligación o deuda con el hombre? ¿Existe algo que obligue a Dios que nos pertenezca a nosotros? ¿Tenemos algún tipo de poder sobre El? No. Dios no nos debe absolutamente nada. No hay nada que nosotros tengamos o que seamos, para que obligue a Dios a tener misericordia de nosotros, el cual es todo el punto. Este asunto que muchas personas tienen que sienten o que piensan que tienen derechos delante de Dios están absolutamente equivocados. ¿Qué somos delante de Dios? Nada. Sé que esto es difícil de aceptar, y que algunos se sentirán humillados, pero esta es nuestra realidad. Todo lo que Dios hace por nosotros es solo por su misericordia, por compasión, por piedad, por benevolencia, por bondad, en fin, por Su gracia, y por nada más. Y todo eso proviene de El. Así de bueno es Dios. Como está escrito: Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. Mateo 5:43-45.
Ahora bien, muchos puede que piensen: Yo no soy perfecto, pero tampoco soy malo e injusto. Pensemos bien en el asunto, y de la perspectiva del único que importa, de Dios. Esto dice la Palabra: Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios. Romanos 3:23. Todos se desviaron, a una se han corrompido; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno. Salmo 14:3. Esto es lo que ve Dios. No hay ningún ser que pueda decirle a Dios que está equivocado. Puedes tratar de decirle que está equivocado, y ve cómo te va con eso. Pero, no obstante, esa es nuestra realidad colectiva. Pensémoslo de esta manera. La Biblia dice que la paga del pecado es muerte. ¿Qué puede ser sinónimo con la muerte? Digamos, el veneno. El veneno produce muerte. Si ponemos unas gotas de veneno en un vaso de agua, o llenamos el vaso de veneno, ¿hay alguna diferencia entre ambos? Sean unas gotas o un vaso lleno, el fin va a ser lo mismo para el que tome del vaso. Lo mismo es el pecado, sea poco o mucho, delante de Dios y para justificación ante El, es exactamente el mismo mal. Pero si somos sinceros, todos hemos cometido muchos pecados, y no hay nadie que se pueda justificar delante de un Dios que es Santo. Esto dice la Palabra: Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. 1 John 1:8.
Así que, podemos concluir que no solo no tenemos ningún derecho delante de Dios, sino también, para hacer las cosas aún más difíciles, hemos ofendido directamente a Dios con nuestros pecados, porque cuando pecamos, le ofendemos a El. Entonces, ¿Cuál es nuestro verdadero lugar delante de Dios? No solamente somos menos que nada en comparación a todo lo demás creado, y claro, aún menos somos delante de El quien lo creo todo, sino que le hemos ofendido, y muchas veces. ¿Van comenzando a entender nuestra verdadera posición? Entonces, ¿podremos decir que Dios no es bueno, y que no es misericordioso? Bajo ningún punto. Imposible. Es total necedad pensar otra cosa, alimentada solamente por la decepción y las mentiras de Satanás mismo. Por lo tanto, debemos aprender a valorar Sus muchas misericordias. Por nuestro propio bien, debemos tomar el peso, por decir, de todo lo que El ha hecho, hace, y promete hacer el Señor. Nuestra actitud debe cambiar. Porque también esto es cierto: Clemente y misericordioso es Jehová, lento para la ira, y grande en misericordia. Salmo 145:8. Esto nos enseña que su misericordia es grande pero no ilimitada. Aún Dios tiene un límite, y si no aprendemos lo necesario, y cambiamos nuestra actitud delante de El, Su misericordia terminará. Hay un juicio donde todos, sin excepción, daremos cuentas por nuestros hechos. Escrito esta: Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio. Hebreos 9:27. Por tanto procuramos también, o ausentes o presentes, serle agradables. Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo. Conociendo, pues, el temor del Señor, persuadimos a los hombres… 2 Corintios 5:9-11a. Dios es grande en misericordia, pero si una persona no reconoce al Señor como corresponde y le trata como se lo merece, no experimentará más la misericordia de Dios, sino solo Su ira eterna. Dios es amor, pero también, es fuego consumidor. Así que, ¿hás aprendido a valor la misericordia de Dios? ¡Qué el Señor les bendiga! John ¡Dios bendiga a Israel!