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Basado en Romanos 12:11-13 (Versión Reina Valera 1960)

En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor; gozosos en la esperanza; sufridos en la tribulación; constantes en la oración; compartiendo para las necesidades de los santos; practicando la hospitalidad.

Dios nos sigue dando más de Su consejo divino a través del Apóstol Pablo en el pasaje de hoy. Parte de ello es entendible (hablando en términos humanos), pero parte de ello (si somos sinceros), es difícil de aceptar. Como he comentado antes, muchos de los conceptos que Dios enseña requiere desaprender lo que ya llevamos dentro de nosotros. En la mayoría de los casos, especialmente si una persona ha llegado a Dios como adulto, tiene que permitirle como “reprogramarlo” al Espíritu Santo. O sea, el viejo hombre tiene que quedar atrás para que comience a funcionar el nuevo hombre, día a día. Si eso no sucede, una persona nunca podrá experimentar la vida abundante que Dios nos quiere dar a través de Su Hijo Jesús. La única manera que puede darse el nuevo comienzo en la vida de una persona es al dejar atrás lo viejo, y comenzar a aplicar el consejo de Dios, poniendo en práctica lo que Dios enseña. Pero bueno, comencemos viendo parte por parte, pequeños pedazos de lo entendible, y, lo difícil de aceptar.

La diligencia, o dejando atrás la flojera (usando términos mas claros), es necesario para las cosas cotidianas, y claro, aún más, para las cosas eternas y profundas. Si una persona no se dedica a pasar tiempo con el Señor, leyendo y estudiando Su Palabra, orando, ocupado en las cosas que Él enseña, ¿Cómo llegara a lograr crecer y desarrollarse espiritualmente? Uno de los problemas más grandes que hay hoy en día en el pueblo de Dios es la falta del estudio Bíblico. No se busca del conocimiento divino como se debiera. Y eso en sí, trae graves problemas. Porque escrito esta: Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento. Por cuanto desechaste el conocimiento, yo te echaré del sacerdocio; y porque olvidaste la ley de tu Dios, también yo me olvidaré de tus hijos. Oseas 4:6. En los tiempos de los apóstoles, las únicas copias de las Escrituras (el Antiguo Testamento era lo único que había) se encontraban en las sinagogas. Todo se escuchaba y se memorizaba. Era un gran privilegio tener acceso a una copia de las Escrituras. Hoy en día, la Biblia (el Antiguo y Nuevo Testamento en conjunto) es todavía el libro más impreso del mundo, con millones de copias circulando en decenas de distintos lenguajes. Se puede tener acceso a la Biblia en línea, a través de aplicaciones en los teléfonos inteligentes (yo personalmente tengo dos versiones en inglés, y una en español). Se puede escuchar también la Biblia a través de estos aparatos magníficos. Hoy escuche los primeros diez capítulos del libro del Éxodo mientras trabajaba afuera. Y si se tiene tantos recursos para poder leer, escuchar, y estudiar la Biblia, ¿Por qué no se aprovecha? ¿Cuál es el problema? ¿Porque no se es ferviente? Somos fervientes para muchas otras cosas.

Creo que se entiende lo de “gozosos en la esperanza”, en que, a pesar de cualquier problema que pasemos mientras estemos aquí en este mundo, siempre debemos tener el gozo de la salvación, la esperanza de la eternidad (para aquellos que le han dado su vida a Cristo), donde ya no habrá mas muerte, ni sufrimiento, ni lágrimas, ni dolor, etc. Pero, ¿qué pasa que nos amedrentamos tan fácil con las situaciones de esta vida? Hay veces que cosas muy insignificantes nos arruinan el día, a lo menos, comparando el asunto que sea con la eternidad que Dios tiene para aquellos que le aman. Necesitamos siempre tener presente lo inmenso que es nuestra salvación, y que no estamos solos, sino que Dios mora en nuestro corazón.

Ahora, referente a: sufridos en la tribulación, esto sé que nos cuesta a todos entender. La Biblia nos enseña que: …Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios. Hechos 14:22b. La tribulación va mas allá de los problemas cotidianos. No se trata de cosas como: que se me rompió el auto, me dio una gripe mala, mi hijo o hija se dobló el tobillo haciendo deportes, etc. La tribulación consiste de cosas que están completamente fuera de nuestro control y de lo normal, y que afecta a muchas personas, algunas cosas ocasionadas por autoridades terrestres, y otras cosas por desastres naturales, o enfermedades mortales, o hechos catastróficos; y que le sucede a todos sin discriminación, tanto a creyentes como a incrédulos. La persecución mundial de los cristianos es un ejemplo de tribulación, donde decenas de personas son muertas o torturadas por su fe en Cristo diariamente. El cáncer es parte de la tribulación, donde se produce en millones de personas con o sin razón (o por lo menos, no se sabe la causa). El hambre mundial, donde millones de personas esperan la muerte porque no tiene comida o agua, y no hay nada que ellos pueden hacer para mejorar su situación. La tribulación es necesaria porque nos limpia, nos hace más fuertes, (a lo menos, a aquellos que deciden seguir adelante, porque muchos negaran la fe por causa de la tribulación). La tribulación purifica el cuerpo universal de la Iglesia de Dios.

En conjunto con la tribulación, y los problemas cotidianos, la oración es esencial. Deberíamos pasar orando, no solo para pedir ayuda, sino también, para hablar con el Señor. En la oración entra la conversación con el Altísimo, la alabanza, la adoración; todo lo que se puede comunicar con el hablar. La oración es parte de nuestra comunicación con el Señor. Si el cristiano no ora, no se está comunicando con Dios.

Y finalmente: compartiendo para las necesidades de los santos; practicando la hospitalidad. El Evangelio de Dios no solo son palabras, sino mas bien acción. En conjunto con compartir la Verdad de Dios con todos, tenemos que ayudar también; y la oración no es suficiente. Si solo se ora, sin suplir la necesidad de nuestros hermanos, especialmente si esta dentro de nuestro alcance, entonces estas perdiendo tu tiempo. De acuerdo a la Palabra de Dios, la fe sin obras es muerta; no sirve para nada. Y todos podemos y debemos ayudar tanto como al creyente, como al incrédulo en su momento de necesidad, como Cristo lo hizo, y como el Padre lo hace todos los días, porque hace llover sobre justos e injustos.

Busca del consejo de Dios diariamente porque es para tu propio bien. ¡Qué el Señor les bendiga! John

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