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Basado en Romanos 12:14-21 (Versión Reina Valera 1960)

Bendecid a los que os persiguen; bendecid, y no maldigáis. Gozaos con los que se gozan; llorad con los que lloran. Unánimes entre vosotros; no altivos, sino asociándoos con los humildes. No seáis sabios en vuestra propia opinión. No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los hombres. Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres. No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor. Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza. No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal.

A el Señor no solo le importa como lo tratemos a Él, sino también, como cada creyente trata a sus semejantes. Muchas personas piensan que si tratan de mantener una buena relación con Dios directamente, que no deben hacer nada más, pero eso está lejos de la verdad. Es más, la manera como Dios vé, si nuestra relación realmente esta bien con Él es a través de la manera que nos tratamos los unos a los otros, y mucho de lo que Él enseña con relación a esto va en contra de nuestra naturaleza, como veremos a través del compartir de hoy. Así que, debemos dejar a un lado nuestra opinión. Solo debe reinar el consejo de Dios en nuestras vidas.  

En el pasaje de hoy, lo primero que vemos es un principio que va claramente en contra de nuestros instintos y sentimientos. Lo mas natural en una persona es tratar de devolver el mal que se le hace, donde muchos se aferran a la idea de: ojo por ojo, y diente por diente. El Señor Jesús cambio ese concepto, especialmente al introducir la dispensación de la gracia de Dios a través de Su propio sacrificio en la cruz, al lavar los pecados de todos aquellos que le aceptan a Él como el Señor de sus vidas. Es más, Él nos enseñó lo siguiente: Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles? Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto. Mateo 5:43-48. Se que es difícil devolver bien por mal, pero, Dios desea que nosotros actuemos con los demás igual como Él actuó con nosotros, especialmente cuando consideramos que nosotros éramos Sus enemigos, cuando estábamos perdidos en nuestros pecados. Y con esto también tiene que ver el: no pagar mal por mal y la venganza.

En conexión con este concepto, el perdón inmerecido se introduce a la misma vez. El Señor también enseño lo siguiente: Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas. Porque si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en los cielos os perdonará vuestras ofensas. Marcos 11:25-26. Esto va obviamente en contra de nuestra naturaleza e instintos, pero por eso que es necesario nacer de nuevo en Él para poder hacerlo, lo cual provee el único medio que hace lo imposible posible en nuestras vidas. Solamente con la ayuda del Espíritu Santo es que este proceso transformador que Dios desea llevar acabo en cada vida puede hacer esto posible. El hombre por si solo no puede vencer su naturaleza pecaminosa. Por eso es que el creyente no puede quedarse estancado, sino siempre tiene que se seguir adelante, prosiguiendo hacia la meta que las Escrituras nos trazan.

En el pasaje también se nos enseña que debemos tener una unidad singular con los demás, compenetrándonos con las alegrías y tristezas de los demás. Casi siempre es mas fácil estar con las personas cuando todo esta bien. Pero cuando hay tristeza, la mayoría de las veces, las personas se encuentran muy solas y abandonadas. En esto también entra el acompañarnos y ayudarnos los unos a los otros en nuestros momentos de dolor, de enfermedad, de confusión, y todas las otras ocasiones difíciles que se puede encontrar una persona. No se puede estar en las buenas nada más, sino también, en las malas.

Y finalmente, tenemos que ver el punto de: vencer con el bien al mal. Lo mas fácil de hacer en esta vida es rendirse. Hay muchas veces que decimos: para que seguir peleando con la corriente; ya no puedo más. O también: que saco con hacer las cosas bien si solo se me devuelve el mal. Puede que te cause mas problemas hacer lo que esta bien, o que te canses al no ver ninguna recompensa aquí. Pero, hay que tener algo muy claro, especialmente antes de rendirse: Dios esta mirando. Y, si entendemos que Dios esta mirando, entonces sabemos que, salgan bien o mal las cosas, Dios nos recompensara al final, y eternamente. Y eso es en realidad lo que vale la pena. Yo prefiero la recompensa de Dios que es infinita, antes de la gratitud del hombre y las cosas de aquí que solo duran muy poco tiempo, y luego se desvanecen. Como final a este pensamiento, el Señor dice lo siguiente en Su Palabra: No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna. No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos. Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe. Gálatas 6:7-10.

Así que, ¿Qué ve Dios como tratas a los demás que te rodean? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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